El vehículo rugió igual que una bestia al
acecho salta sobre su presa, cuando se sumergió en las calles mojadas bajo la lluvia interminable, de Los Ángeles. Potente, sin rival en
su gama, y equipado con tecnología punta, enfiló una avenida. Los faros
iluminaban un lóbrego escenario de aspecto fantasmal, la gente había corrido desesperada
a refugiarse en sus hogares, bares, cines, establecimientos de todo tipo. Ledna
encendió la pantalla, y fue solicitando apertura de archivos y muestra de datos
activados con la voz. Apareció la imagen congelada de la psiónica, aquella
muchacha que tantos quebraderos de cabeza le hubo dado, la responsable de su
situación actual. Le ofrecía una sonrisa congelada, burlona, intrigante. Los
ojos destilaban un malsano brillo de locura. Se trataba de un fichero policial.
Ledna le dio detalles:
- Enka Nikolova Nokolov. Teniente del
ejército ruso, sección antiterrorista. 27 años. Psiónica de máximo grado. Se
cansó de saludar y se pasó al reverso oscuro. Trabajó con la mafia rusa. Acabó
por aburrirse de ellos y se despidió de Moscú entregando un paquete con diez
cadáveres de sus dirigentes. Ya como terrorista, asesina, ladrona…hundió sus
dientes en media Europa para acabar aquí, dejando tras ella un
"rosario" de cadáveres. Sin un patrón concreto de pensamiento,
impulsiva, imprevisible, sin escrúpulos, caprichosa… Toma droga como usted el
agua, en particular la llamada Diamante Azul. Le gusta el riesgo y jugar con
todo y todos. Lo hizo con usted, por ejemplo. Lo que le entregó no era tan
importante como cabía esperar. Fue una muestra más de su extravagancia y
demencia. Pero, de alguna manera, usted le interesa, le preocupa. Vino a verle,
cuando se encontraba en la unidad de cuidados intensivos, tras la operación. ¿Tampoco
se lo dijeron? No hizo nada raro ni nadie se interpuso en su camino. Al parecer
fue una sola vez, un momento.
El padre escuchaba la exposición académica
de Ledna y observaba la pantalla con detenimiento. Le trajo confusos recuerdos.
Era un alma que no había logrado reconducir. Una mujer que le había metido en
serios problemas, se repitió una vez más. Él solo quería tenderle una mano. El
asunto de la pieza negra no le interesaba lo más mínimo. Solo había querido
ayudarla, se insistió, convencido. Ahora supo su nombre: Enka.
La agente miró un momento al sacerdote. Las
luces de la gran avenida desaparecían en destellos de ráfagas tras ellos.
-Es peligrosa. Pero te equivocas con ella.
Mira sus ojos, su expresión. Está pidiendo socorro. Por eso le
"intereso". Porque sabe que solo yo puedo ayudarla. Espero que ella
no sea uno de los "demonios que hay que eliminar". Ha de saber que
esa es siempre mi última opción. Y un sacerdote como yo tiene mucho aguante
antes de llegar a ese extremo. ¿Comprende?
- Le necesito para encontrarla, padre –fue
la respuesta de la agente Blesvki. Tengo una corazonada, ella puede llevarme a
lo que busco.
- Si
voy a cooperar en esto quiero que me asegure que ella no sufrirá daño
alguno.-Ahora que sabía que Enka lo buscaba podía encontrarla solo. No
necesitaba a la Cazadora de Bonificaciones. Pero quería escuchar de qué iba
todo aquello pues Ledna le solicitó su ayuda y era incapaz de negarse ante esa
petición.
La mujer no le devolvió la mirada, fija la
vista en la calzada.
-Eso no puedo garantizarlo. Ni que usted o
yo salgamos indemnes.
El V-10 incrementó su velocidad y enfilaron
una gran avenida cuajada de otros vehículos de todas clases.
- Le contaré más, pero antes, dígame, ¿qué
piensa del alma? ¿Y de la inmortalidad? No la del espíritu del hombre, sino del
mismo hombre…
Un destello de extrañeza y sorpresa apareció
en los ojos de Tomachio. Le preguntaba acerca del alma y la inmortalidad. ¿Una
crisis de fe? Aquello empezó a preocuparle.
-El alma anida en todos nosotros. Puede
llamarlo Ki, espíritu, fantasma, fuerza interior, vudú, magia, aura...pero está
ahí. El cuerpo se basa en reacciones químicas, es como una máquina. Funciona de
una sola manera. Pero el alma...es con ella con la que amamos, sentimos y
lloramos. Nuestro corazón, piel y ojos parece que lo hacen...no obstante, es
nuestra alma la que sufre, la que se tiñe de negro con el pecado y la que se
alza clara y blanca tras la muerte. El alma es inmortal, el cuerpo no. ¿Sugiere
la posibilidad de la inmortalidad en esta vida? Solo gozaremos de esa bendición
en el reino de los cielos. En cualquier otro caso, sería un sacrilegio. Antes,
hace mucho tiempo, se hablaba de vampiros. Seres débiles ante la luz, la plata
y los hombres de fe, aunque fuertes al paso del tiempo. Inmortales, se les
decía. Es una leyenda. Pero no se me escapa que todos estos mitos tienen como
origen al Príncipe de las Tinieblas. ¿Inmortalidad? Si mi más acérrimo enemigo
ha metido la mano puede que sea posible pero a ojos de Dios es una ignominia,
un insulto. Y a pesar del término, no duraría mucho esa inmortalidad ficticia
pues hasta los vampiros morían. Ya que para vivir hay que aceptar la muerte. Y
alguien inmortal no aceptaría la muerte, entonces tampoco la vida. ¿Y qué
sentido tendría? Sería como uno de esos Nexus 6 con las pilas cargadas hasta el
fin de los tiempos. Eso creo, señorita. Aunque no sé que tiene que ver con el
principal asunto...-La escudriñó seriamente.- ¿O no es mera coincidencia que
saque este tema a relucir? ¿Hay un nexo entre Enka, los androides y la
inmortalidad?
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