La agente Blesvki se decidió a cortar el
hilo umbilical que unía al padre Tomachio con la negra noche que transformó su
vida. Contestó a la última pregunta formulada por él.
- Tiene mucho que ver, padre. Las
divagaciones y las coincidencias no entran en mi lenguaje.
Su perfil anguloso mantenía la vista al
frente. Continuó hablando con aquel tono profesional y confidente.
- Ha mencionado que el cuerpo es una
máquina. Nunca ha tenido más razón, padre Tomachio. Jugamos a ser dioses, ahí
tiene a los replicantes. Pero no es suficiente. Poco importa insultar a dios,
si vamos a superarle. Al menos así es lo que piensan algunos. ¿Qué me
respondería si le digo que hay humanos, si podemos llamarles así, con lo que
era su cerebro en cuerpos de androides? Con las pilas cargadas, si eso fuera
posible, hasta el fin de los tiempos, tal y como ha señalado. ¿Dónde se halla
el alma?
El V10 circulaba en silencio. Ledna desgranó
la situación en un breve resumen, solo ella conocería cuanto callaba u ocultaba
de todo aquello. Una corporación, la Sintroc, había conseguido salvaguardar todo
lo que encierra un cerebro, una mente, todo lo que somos, en circuitos
electrónicos combinados con materia orgánica. No era algo nuevo, pero sí un
nuevo giro de tuerca de alta tecnología, sorprendentemente ingenioso, de
extrema complejidad. Era ilegal su comercio, no obstante poderosas voces
presionaban por darle luz verde. Sin embargo se conocía que la Sintroc ya
estaba usando su tecnología: usando conejos de indias humanos, incluso
asesinando a jóvenes sanos para que ricos enfermos continuasen viviendo. Eso se
decía. Aunque Ledna consideraba, según sus investigaciones, que otro cerebro
humano no podía albergar una mente ajena. Surgió otra posibilidad. “¿Somos
dioses, padre? ¿Suena aberrante, verdad?”. La Tyrell se interesó por el pastel.
Hacía dos años que comercializaba el Nexus 7, respondiendo a la nueva
competencia que se avecinaba de manos de otra corporación. La idea era
trasplantar conciencias humanas en replicantes. Ledna tenía la seguridad de que
ya lo habían llevado a cabo. Eso es lo que se deducía de los informes del
equipo de Blade Runner de Los Ángeles. Lo mismo que sabía que Nexus 7 estaban
en la calle como sicarios de la Tyrell. Dos agentes estaban muertos y un tercero
en la UCI, en coma. El asunto salpicaba a mucha gente, demasiada. Enka había
robado diez cápsulas de aquellas. Millones de chinyens. El crimen organizado
andaba olfateando. Ledna, solo quería cazar a los Nexus, retirarlos de una
forma u otra y encerrar a Rachel y Ambrus Tyrell, los actuales presidentes de
la corporación.
A Tomachio le resultó estremecedora e
inquietante aquella revelación. Como si las puertas del Infierno se hubieran
abierto para que el diablo entregase a los hombres la llave de la última
liberación.
-No jugamos, juegan. En esta época oscura
donde la imagen es preferible a la estima interior, donde el placer carnal
substituye al espiritual la gente ha empezado a perder su propio camino. La
ciencia no nos ha liberado, nos ata a la lógica y a la razón haciendo que cada
parte de nosotros sea comprensible, estudiada y diseccionada. Algunos creen que
somos máquinas. Es posible, salvo en el alma. Eso nos hace humanos. Aquellos
que buscan esa perfección, salvarse de los brazos de la muerte...no pueden
entender la vida misma. Lo que me dices es horrible. El alma es eterna, si se
cuida. Aquel que abandona su cuerpo y su mente simplemente deja de existir pues
creo que el alma está ligada a nosotros, a nuestra sangre, a nuestros
pensamientos. No somos chips y microprocesadores. Somos creados por la
naturaleza, por Dios, no en fábricas.
Meditó aquellas palabras. Le parecía una
abominación que hubiese algo que se prestase a aquello, y peor aún que otros
quisiesen sacar un beneficio.
-No buscan igualarse a Dios, sino al
demonio.
Ledna pulsó un botón y otra pantallita, rectangular,
más pequeña, se encendió. Un tono azul que cambió al instante para mostrar la
escena de la avenida por la que circulaban, detrás de ellos, aumentando el
detalle. Los faros de un vehículo se veían a cierta distancia.
- Son los chicos del psicoescuadrón. Nos
siguen desde el hospital. Los vi. al llegar. Ellos sí van a por la rusa. No
puedo garantizarle lo que pide, padre. Enka no es mi objetivo, es más, puedo
facilitarle las cosas a esa terrorista. Disculpe, ¿debe tener hambre, verdad?
Nos fuimos antes de la cena. Busquemos un lugar tranquilo, ¿le parece? ¿Qué
comida prefiere?
Se mantuvo en silencio pasando por alto la
proposición de la comida. ¿Qué estaba pasando? Los esquemas naturales del mundo
se venían abajo. Las iglesias eran sustituidas por mega corporaciones como la
Tyrell y la promesa de una vida eterna en el más allá era una realidad en la
propia tierra.
-Hay que solucionarlo. Pocos se dan cuenta
de la gravedad de este asunto. Hay que cortar este problema de raíz. Ahora
entiendo porque el señor me instó a ayudar a Enka. Tu misión es sagrada. Esta
es la cruzada del milenio. Y no debemos flaquear.-Miró el coche que les
seguía.-Y no importa cuantos se interpongan. Cualquiera que no esté de nuestro
lado está en contra y eso significa que son secuaces del diablo y de su
inmortalidad. Y para ellos no hay piedad. No hay piedad en este asunto,
señorita. No puede haberla.
Le cogió de la mano.
-Gracias por abrirme los ojos.-Volvió a
mirar la pantalla con la imagen del coche que los seguía.-El Bella de Napoli,
en la pequeña Italia, siempre ha sido de mis preferidos. Comí allí una vez. Y
puede que invite a nuestros amigos del Psicoescuadrón.
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