domingo, 28 de octubre de 2012

Los Ängeles 2029. Lluvia Negra 9




La agente Blesvki se decidió a cortar el hilo umbilical que unía al padre Tomachio con la negra noche que transformó su vida. Contestó a la última pregunta formulada por él.

- Tiene mucho que ver, padre. Las divagaciones y las coincidencias no entran en mi lenguaje.

Su perfil anguloso mantenía la vista al frente. Continuó hablando con aquel tono profesional y confidente.

- Ha mencionado que el cuerpo es una máquina. Nunca ha tenido más razón, padre Tomachio. Jugamos a ser dioses, ahí tiene a los replicantes. Pero no es suficiente. Poco importa insultar a dios, si vamos a superarle. Al menos así es lo que piensan algunos. ¿Qué me respondería si le digo que hay humanos, si podemos llamarles así, con lo que era su cerebro en cuerpos de androides? Con las pilas cargadas, si eso fuera posible, hasta el fin de los tiempos, tal y como ha señalado. ¿Dónde se halla el alma?

El V10 circulaba en silencio. Ledna desgranó la situación en un breve resumen, solo ella conocería cuanto callaba u ocultaba de todo aquello. Una corporación, la Sintroc, había conseguido salvaguardar todo lo que encierra un cerebro, una mente, todo lo que somos, en circuitos electrónicos combinados con materia orgánica. No era algo nuevo, pero sí un nuevo giro de tuerca de alta tecnología, sorprendentemente ingenioso, de extrema complejidad. Era ilegal su comercio, no obstante poderosas voces presionaban por darle luz verde. Sin embargo se conocía que la Sintroc ya estaba usando su tecnología: usando conejos de indias humanos, incluso asesinando a jóvenes sanos para que ricos enfermos continuasen viviendo. Eso se decía. Aunque Ledna consideraba, según sus investigaciones, que otro cerebro humano no podía albergar una mente ajena. Surgió otra posibilidad. “¿Somos dioses, padre? ¿Suena aberrante, verdad?”. La Tyrell se interesó por el pastel. Hacía dos años que comercializaba el Nexus 7, respondiendo a la nueva competencia que se avecinaba de manos de otra corporación. La idea era trasplantar conciencias humanas en replicantes. Ledna tenía la seguridad de que ya lo habían llevado a cabo. Eso es lo que se deducía de los informes del equipo de Blade Runner de Los Ángeles. Lo mismo que sabía que Nexus 7 estaban en la calle como sicarios de la Tyrell. Dos agentes estaban muertos y un tercero en la UCI, en coma. El asunto salpicaba a mucha gente, demasiada. Enka había robado diez cápsulas de aquellas. Millones de chinyens. El crimen organizado andaba olfateando. Ledna, solo quería cazar a los Nexus, retirarlos de una forma u otra y encerrar a Rachel y Ambrus Tyrell, los actuales presidentes de la corporación.


A Tomachio le resultó estremecedora e inquietante aquella revelación. Como si las puertas del Infierno se hubieran abierto para que el diablo entregase a los hombres la llave de la última liberación.


-No jugamos, juegan. En esta época oscura donde la imagen es preferible a la estima interior, donde el placer carnal substituye al espiritual la gente ha empezado a perder su propio camino. La ciencia no nos ha liberado, nos ata a la lógica y a la razón haciendo que cada parte de nosotros sea comprensible, estudiada y diseccionada. Algunos creen que somos máquinas. Es posible, salvo en el alma. Eso nos hace humanos. Aquellos que buscan esa perfección, salvarse de los brazos de la muerte...no pueden entender la vida misma. Lo que me dices es horrible. El alma es eterna, si se cuida. Aquel que abandona su cuerpo y su mente simplemente deja de existir pues creo que el alma está ligada a nosotros, a nuestra sangre, a nuestros pensamientos. No somos chips y microprocesadores. Somos creados por la naturaleza, por Dios, no en fábricas.


Meditó aquellas palabras. Le parecía una abominación que hubiese algo que se prestase a aquello, y peor aún que otros quisiesen sacar un beneficio.

-No buscan igualarse a Dios, sino al demonio.

Ledna pulsó un botón y otra pantallita, rectangular, más pequeña, se encendió. Un tono azul que cambió al instante para mostrar la escena de la avenida por la que circulaban, detrás de ellos, aumentando el detalle. Los faros de un vehículo se veían a cierta distancia.

- Son los chicos del psicoescuadrón. Nos siguen desde el hospital. Los vi. al llegar. Ellos sí van a por la rusa. No puedo garantizarle lo que pide, padre. Enka no es mi objetivo, es más, puedo facilitarle las cosas a esa terrorista. Disculpe, ¿debe tener hambre, verdad? Nos fuimos antes de la cena. Busquemos un lugar tranquilo, ¿le parece? ¿Qué comida prefiere?

Se mantuvo en silencio pasando por alto la proposición de la comida. ¿Qué estaba pasando? Los esquemas naturales del mundo se venían abajo. Las iglesias eran sustituidas por mega corporaciones como la Tyrell y la promesa de una vida eterna en el más allá era una realidad en la propia tierra.

-Hay que solucionarlo. Pocos se dan cuenta de la gravedad de este asunto. Hay que cortar este problema de raíz. Ahora entiendo porque el señor me instó a ayudar a Enka. Tu misión es sagrada. Esta es la cruzada del milenio. Y no debemos flaquear.-Miró el coche que les seguía.-Y no importa cuantos se interpongan. Cualquiera que no esté de nuestro lado está en contra y eso significa que son secuaces del diablo y de su inmortalidad. Y para ellos no hay piedad. No hay piedad en este asunto, señorita. No puede haberla.

Le cogió de la mano.

-Gracias por abrirme los ojos.-Volvió a mirar la pantalla con la imagen del coche que los seguía.-El Bella de Napoli, en la pequeña Italia, siempre ha sido de mis preferidos. Comí allí una vez. Y puede que invite a nuestros amigos del Psicoescuadrón.


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