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La expresión de Viviana era de profunda reflexión. Al fin habló:
La expresión de Viviana era de profunda reflexión. Al fin habló:
- Estamos considerando que la emisión proceda de la nave. ¿Y si no fuese así?
Anette: ¿De dónde sino? Eh?
Sandro: De las hormigas, tal vez. Lo vi en un holo-film, unos bichos, unos insectos se comunicaban con humanos.
Nadie le respondió. El sargento reconsideró su postura. Miró a Helen:
- También eres nuestra piloto. ¿Lo recuerdas? No teníamos laboratorio en el Independencia. ¿Qué es eso de mineras? Viviana, continúa con ese trasto. Bien, adelante. Los tres. Puede haber cualquier cosa ahí. Que desafía las leyes de la lógica, de la naturaleza que conocemos. Esto es el espacio y ya sabemos lo extraño que resulta. En cuanto sea posible que uno vuelva e informe. Encontrad a Joe y traedlo…de una pieza. Poneros los cascos y usad los tanques de oxígeno. En marcha. Y suerte, muchachos.
Los tres avanzaron unos pasos y desaparecieron lo mismo que Joe. Daba escalofríos. Helen dejó la radio a cargo del grupo mientras Simo escudriñaba con la lente sin rastro de nada de lo que quisiera localizar.
…
Se quedaron esperando los demás. Dillon y Joe fumando, bebiendo, y masticando la palabra esperanza. Frost observó al detalle la nave con los binoculares, no encontró nada a parte de metal castigado por una entrada brusca en al atmósfera y pequeña fisuras. Sandro masticaba chicle, aburrido, Anette solicitó permiso para hablar sobre Helen. Denegado, fue la respuesta del sargento; la chica tuvo que morderse la lengua.
Helen los había identificado, algo que no gustó a todos; el sargento no se opuso. Dillon no había encontrado francotiradores, el mensaje de radio no cambiaba. Viviana lo intentaba concentrada como siempre en su trabajo. Se escuchó un nuevo chasquido y la radio enmudeció. Un poco después se oyó la misma voz, retazos de lo que decía. Se desprendía claramente el miedo, la ansiedad y la alegría incrédula de escucharles a ellos. Más o menos se entendió lo siguiente después de varias repeticiones:
- Al habla la base minera Loren-Mech. Soy la capataz Fresna Mckillys. Dios bendito ya era hora que alguien apareciese. ¿Qué coño hacían? ¿Qué pasa con la compañía? ¿Se olvidó de estos desgraciados?
El sargento tomó el micrófono con cara de circunstancias:
- Cálmese, Fresna. Le habla el sargento Kaplizki de la Unidad Sigma-5, Marines Coloniales. Hemos tenido…problemas con el aterrizaje.
Fresna:- Sí, este jodido planeta no es precisamente un vergel. Pero…
La comunicación empeoró nuevamente; luego, pareció que se recuperaba.
Dillon Frost
Sandro hizo un comentario sobre hormigas parlanchinas. Con el cigarro en la boca se acercó a él y sacó su linterna de mano. Le pidió que abriese el ojo y se lo iluminó.
-Las retinas están bien.-Le puso la mano en la frente.-No, no, no tienes fiebre. Tampoco padeces decoloración.-Solo había un diagnóstico posible.-Entonces eso que has dicho es simplemente una gilipollez.-Una cosa era pensar en vida inteligente extraterrestre y otra muy distinta que las hormigazas que habían pisado hace unos días tuviesen esa clase de inteligencia. Rivers, Simo y Helen se adentraron en la nave. Desaparecieron igual que Joe. ¿Volvería a verlos? Le dio una calada al cigarrillo. Solo podía esperar. Eso le estaba comiendo por dentro. Tenía los nervios destrozados. No le gustaba quedarse a mirar mientras otros se jugaban el cuello. Como médico en el campo de batalla no tenía tiempo para nada. Siempre andaba ocupado. En misiones de exploración o infiltración siempre se quedaba fuera. Cada uno en su sitio. Era un equipo, debía cumplir con su parte. Tsk, eso no hacia mejor la espera.
La radio atrajo su atención. Se escuchó algo. Le dejó secó. Una colonia minera. Miró a su alrededor. Luego al sargento.
-¿Alguien ve la base minera?-Se pasó la mano por la cabeza sudorosa.-Así que por un lado tenemos nuestra nave y por otro la transmisión de una colonia minera.-Dejó de lado cualquier pensamiento lógico y acalló las preguntas de ¿Cómo? o ¿Qué es toda esta mierda? Se concentró. Trató de ser práctico.-Tratemos de averiguar donde están y donde estamos. También porque nos esperan...-No les esperaban a ellos, claro. Había sido una larga semana. Pensó que quizá ahora tendrían que hacerse cargo de otro asunto. La capataz había sonado asustada y jubilosa por su presencia. No era su estilo ir de héroe por la vida pero era médico, lo suyo era salvar vidas. Si había una colonia minera habría agua y comida. Su propia supervivencia ya estaba solventada. Quedaba la de los demás. Tiró el cigarrillo al suelo, lo apagó con el pie.
-¿No podemos localizar su señal?-No era un experto en comunicaciones. Cuando el radar fallaba o se estropeaba la radio el pensaba que se podía arreglar dándole una buena patada. Después de todo, había hecho bien en quedarse.
…
Simo y Rivers casi vomitan cuando fueron engullidos por la nave. Notaron una sensación de mareo y se apoyaron en las paredes. Fue pasar del árido y yermo escenario anterior, directamente al interior del transporte. Helen no sintió estas incomodidades, pero sí una ligera sensación de desorientación. Rivers marchó el primero por el oscuro pasillo, tal vez no fue una buena decisión del sargento elegirle para este reconocimiento, sin embargo Kaplizki conocía bien a sus hombres, o eso creyó hasta el motín. El loco del Sadar.
Era un horno. La misma Independencia que habían abandonado gracias a la Cheyenne. Humo, calor, fuegos. Idéntica sensación agobiante. Los sensores de muñeca señalaban 50ºc, 65% de oxígeno. Se dirigían al hangar. Allí, en la entrada, encontraron a Joe, acuclillado tras unas grandes cajas. Su mirada extraviada, sus gestos acuciantes, su mueca de incomprensión; con la mano hizo señas de silencio absoluto.
Allí al frente, vislumbrada entre los jirones de denso humo que se alzaban por todo el interior del hangar, vieron una escena terriblemente familiar, desde otro ángulo, que les dejó petrificados y casi sin respiración: Dillon se aproximaba con el moribundo Miguel a la Cheyenne, junto con el herido sargento, y Rivers a su lado. Entretanto medio se veía a Carlo en la bodega del transporte que acomodaba cajas, mochilas y equipo. Llegaron Carlota, Viviana y Baltasar con tres carros, y Benley les echó una mano con todo ello.
…
Simo Kolkka
No pudo evitar sonreír ante el comentario de Sandro sobre insectos parlanchines. Lo que no le hizo tanta gracia fue lo que dijo Viviana. Quizás hubiese algún tipo de civilización cerca. Lo suficientemente cerca como para captar la transmisión. O quizás la comunicación venía de una nave en órbita, con un sistema de comunicaciones que suficiente alcance. Por el momento se quedarían con la duda. Después de prepararse de acuerdo a las indicaciones del sargento, y de no encontrar nada en el rápido reconocimiento, empezó a avanzar detrás de Rivers, y un poco por la derecha. Hele debería de ir detrás de él. No estaba del todo a gusto sin saber exactamente las órdenes del que le cubría la espalda pero, con todas sus reticencias, no era momento de poner en duda el compromiso de Helen como marine.
Y de pronto, tuvo la sensación de volver a caer en una nave sin control contra la superficie de un planeta. De pronto se encontraba en algún lugar cerrado, mareado. Miró a su alrededor cogiendo el rifle como si fuera un granjero con una escopeta de caza, impotente. Encontró apoyo en una pared, y poco a poco las cosas dejaron de moverse. Estaban dentro de la Independencia. Rivers seguía delante, y Helen detrás. Buscó alguna puerta que pudieran haber atravesado sin darse cuenta. El calor era insoportable.
Tardaron poco en encontrar a Joe. De momento el plan de sacarlo de una pieza prometía. Pero la sensación de optimismo acabó ahí. En el hangar gente se movía de un lado para otro, cargando otra nave más pequeña con equipo. Eran ellos. Ellos mismos. Carlo, Viviana, Benley... incluso Miguel y Baltasar. Y también Rivers. Buscó la cara de su compañero. El original. Su cara en aquel momento no iba a tener precio. Simo se puso de cuclillas, aunque no sabría decir si para ocultarse más fácilmente o para no caer al suelo desmayado. Cuando se alistó en los marines le dieron un folleto en el que decía que te entrenaban para cualquier situación. Obviamente le habían engañado. No sabía que decir, o que pensar. Parecía una obra de teatro. Tras unos segundos, empezó a pensar con algo de claridad. Habían entrado en la nave de golpe. No recordaban como. Y al "aparecer" allí se habían encontrado mareados. Todos menos la droide. Quizás los habían emboscado y drogado justo al entrar. O quizás después de llevar tiempo en la nave, pero lo habían olvidado como efecto de lo que sea que les hubieran metido.
- Helen.- dijo en voz lo mas baja posible, pero que pudiera oírle.- ¿Tu también estás viendo "eso"?
En cualquier caso, a ella podrían haberla reprogramado, o algo por el estilo. No sabía que hacer. No sabía que se esperaba de el. Solo podía esperar a ver que pasaba. E intentar para a Rivers si decidía solucionar el dilema con una gran explosión. Quizás sus compañeros tuvieran alguna idea genial para salvar el día... Por eso estaban allí, al fin y al cabo.
Helen
Viviana empezó sorprendiendo a Helen con su comentario. Pensó lo decía en broma, pero la respuesta de Sandro le hizo considerar si era un enemigo de la raza humana o no. Helen hizo amago de intervenir, pero un segundo pensamiento le hizo pensar que Annette se tomaría su opinión del peor modo posible.
El sargento le recordó que también era piloto. ¿Era una muestra de aprecio o solo de miedo por perder una de las maneras posibles para salir de aquel pedrusco con forma de planeta? Sus comentarios siguientes sobre que no había laboratorio en la nave ni lógica era cosas que ya sabía Ghost. Aunque no estaban de mas por si alguna unidad orgánica los había olvidado o pasado por alto. Afortunadamente, su petición de entrar en la nave fue aprobada.
Algunos parecían molestos por haberlos identificado. Molestos o no, era un protocolo inviolable de los marines. Algo que debía hacerse al entablar comunicación tanto con criminales, rebeldes o civiles. No hacerlo iba en contra del reglamento. Y para Ghost el reglamento militar era como la Biblia misma. Se pregunto si aquellos que parecían molestos no serian realmente americanos o si infringían el reglamento con frecuencia. Tomo nota mental para prestar atención por si se daba algún tipo de infracción grave.
El sargento le recordó que también era piloto. ¿Era una muestra de aprecio o solo de miedo por perder una de las maneras posibles para salir de aquel pedrusco con forma de planeta? Sus comentarios siguientes sobre que no había laboratorio en la nave ni lógica era cosas que ya sabía Ghost. Aunque no estaban de mas por si alguna unidad orgánica los había olvidado o pasado por alto. Afortunadamente, su petición de entrar en la nave fue aprobada.
Algunos parecían molestos por haberlos identificado. Molestos o no, era un protocolo inviolable de los marines. Algo que debía hacerse al entablar comunicación tanto con criminales, rebeldes o civiles. No hacerlo iba en contra del reglamento. Y para Ghost el reglamento militar era como la Biblia misma. Se pregunto si aquellos que parecían molestos no serian realmente americanos o si infringían el reglamento con frecuencia. Tomo nota mental para prestar atención por si se daba algún tipo de infracción grave.
Viviana hizo otro de sus milagros electrónicos y las comunicaciones mejoraron considerablemente. Alguien se identifico siguiendo el protocolo. Dijo su nombre y la localización. Helen pensó en preguntar por el nombre del planeta y las coordenadas de la base, pero no tenían ni un mapa y ambas preguntas dejarían claro que toda la unidad estaba perdida creando un pánico innecesario.
Los tres fueron engullidos por la nave. Sintió como en su piel sintética había disonancias energéticas que creaban un vacío arriba, que los empujaba o mejor dicho, los atraía. El estomago sensible de ambos marines protesto dejando en el suelo la poca comida que tenían sus tripas. Igualmente no parecían adaptados a la gravedad artificial y se apoyaban en las paredes. ¡Con la de veces que habían pateado la nave! Supuso que a ella le afectaría otro tipo de cosas, aunque esperaba el traje térmico le protegiese. Rivers inicio la marcha, cosa lógica dado su temperamento. Un hombre de poca paciencia que no se complicaba en ideas. ¡Un gran hombre! Helen cubrió la retaguardia, aunque le pareció ver cierta suspicacia en los ojos de Simo. Muy probablemente le engaño la vista tras el cristal del traje sintético. Caminaron por la Independencia y el horrible calor del exterior parecía en comparación un sol veraniego. Respirando de sus bombonas tres de cada cuatro bocanadas.
La suerte parecía acompañarlos. Lo que parecía una visita que les haría recordar los horrores de la nave, fue un simple paseo ya que Joe apareció rápido. Cuando se reunieron con él su apariencia volvió a ser la de un paranoico. Joe pidió silencio por señas, y Ghost agudizo sus oídos sintéticos mirando todos en la misma dirección. Simo hablo;
- Helen, ¿Tu también estás viendo "eso"?
La sintética asintió con la cabeza. Era como ver el pasado a través de una gran pantalla, sin embargo era real. - Einstein tenia razón después de todo.- susurro como si habría trabajado con él.- La disonancia de energía, puede alterar el flujo temporal de lo que se halle en el medio. Y la energía no es otra cosa que materia, o... antimateria. Debemos...
No sabia que hacer. Por eso estaban los tres observando, sorprendidos e indecisos. Todo era igual que entonces. No, no todo. Estaba Miguel y todavía estaba vivo. Y sabia que le pasaría a Miguel si no hacia nada, tenia la oportunidad de intentar torcer el destino, y debía hacerlo puesto que su trabajo era ese. Salvar vidas.
El problema era cómo aparecer. Pensó en informar al sargento, pero se disuadió al instante. Ahora estaban en el "antes de" y no en el "ahora".
- Creo que... - aspiro aire para decir lo que pensó sonaría, no solo ridículo, sino complicado - que deberíamos convencerlos de que salgan afuera. Todos ellos. Tu Rivers no te dejes ver por las dudas.
Jake Rivers
Finalmente el sargento da permiso a Helen para ir con ellos. En principio no comprendió el motivo de obligarla a permanecer allí, luego se recuerda que los oficiales no son muy dados a compartir sus reflexiones con los demás. Finalmente cede porque ella es piloto… ese debería ser un buen motivo para dejarla atrás en lugar de hacerla ir, pero personalmente no le importa en absoluto llevarla en la retaguardia. Por lo que recuerda, y como ha mostrado en este mismo planeta, no duda mucho en ofrecerse voluntaria. Para él eso basta, Simo parece menos seguro. Rivers no llegará a comprenderlo nunca, por suerte tampoco le importa, si los demás siguen escandalizados por saber que les acompaña un sintético, o una sintética en este caso, deberán hacer lo posible por adaptarse cuanto antes.
La entrada en la nave es bastante rara, acaban mareados, sin embargo no se han movido tanto como para eso. Trata de recomponerse rápidamente mientras mira a los demás, le gusta no ser el único que se siente cómo una mierda, de lo contrario podría pensar que es demasiado débil. Las condiciones no han cambiado demasiado, lo cual le extraña bastante, este planeta tiene atmósfera y la nave tiene fisuras, el oxígeno debería estar entrando poco a poco. Es más, con los días transcurridos sin que los motores estén en marcha, también debería haber bajado la temperatura. Eso último es menos raro, prefiere no pensar mucho en ello, pero el aire es otra cosa. Ya hará preguntas luego, por ahora esto es territorio hostil, debe avanzar en sigilo hasta encontrar a su compañero, entonces explorarán un poco más.
Joe no llegó muy lejos, sigue en la puerta. Les señala hacia delante, Rivers mira con cierta desgana al principio, entonces queda perplejo durante unos segundos. Esta escena ya la vivió, pero no desde este ángulo. Han pasado días desde aquello, sin embargo lo tiene de nuevo ante sus ojos. Nuevamente mira a sus compañeros para ver si están viendo lo mismo, pero no habría hecho falta, Simo lo pregunta sin más. –Genial, romper el silencio es lo mejor que podríamos hacer en esta situación- se dispone a darle un pequeño puñetazo en el brazo, para mostrar su disconformidad, pero entonces Helen también – ¿Hoy es el día de olvidar toda la instrucción?- le sorprende, especialmente por parte de Ghost. Rivers se lleva el dedo a la boca para hacer el gesto universal del silencio. Él no sabe si esto tiene mucho que ver con Einstein, tampoco sabe si están viendo algo real o son simples reflejos, o incluso si los reflejos son ellos. Todo eso son hipótesis indemostrables. Ya tiene poco sentido guardar silencio, así que comprueba si alguno de sus “viejos yo” se ha percatado de la presencia extraña, entonces se agazapa para dificultar ser visto, y niega un par de veces con la cabeza. Tocará hablar en susurros. –Lo que ocurrió, ocurrió. No sé lo que es esto, no sé si vemos el pasado, un reflejo, o una jodida función. Pero esta nave estaba estrellada en el planeta. Lo que hagáis ahora no va a cambiar nada, no para mejor. Esperemos a que salgan y revisemos la nave entonces. Sabemos donde se guarda el agua. Vamos a por ella, si aún queda, la sacamos, y pensamos entonces lo que hacer.- La experiencia con la antimateria ha sido bastante mala la primera vez, tiene pocas ganas de repetir. Les mira esperando confirmación, o a ver si Ghost realmente pretende intentar lo que ha dicho. Todo el mundo querría cambiar algunas cosas del pasado, pero deben asumir que ya está hecho. Esto no es real, no puede serlo. Sin duda hay alguna explicación razonable, pero ellos deben comportarse como marines. Evaluar el riesgo, examinar las posibles opciones, y tomar la decisión más conveniente para seguir adelante. Por su profesión deben correr riesgos, pero no hacerlo innecesariamente. Además, si no les han oído ya, tampoco cree que vayan a reaccionar.
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