lunes, 9 de abril de 2012

Hay muchos traseros que patear 29



Para Helen, Simo, Rivers




La mujer observó a los tres cautivos, atenta a cada detalle y palabra que pronunciaban. Rivers no se ganó ningún golpe; tampoco sonrisa alguna ni critica a sus comentarios. La mujer le respondió:

- Supongamos que hago ver que me creo lo que relatas, Rivers. ¿Dónde está la nave, esa Cheyenne? ¿Qué os llevó a este sector? ¿Por qué la deserción? El cuento de antes no me lo trago. He visto vuestras placas, ¿alguien me explica el año de nacimiento? ¿Qué sois, experimentos genéticos y por eso habéis huido? Tenemos tiempo antes de llegar a nuestro escondrijo.

Simo escuchó, y bebió el agua con cierta aprensión. El hombre se dio cuenta de su disimulado gesto para evitar la risa, probablemente la mujer también. Ni corto ni perezoso, el francotirador ofreció sus servicios. Esta vez fue el enmascarado el que tomó la palabra, quitándose primero parcialmente la máscara; un rostro con barba de varios días, ojos de mirada inquisitiva, nariz recta. Llevaba una pequeña placa de metal en el pómulo izquierdo:

- Te contestaré. Lo más práctico y fácil sería mataros ahora mismo. Sin embargo no hemos desperdiciado energías y agua para eso. Vuestra aparición e historia nos intriga, es una novedad por completo nueva a lo que estamos acostumbrados.

Bebió un trago de su propia cantimplora.

- No sois desertores, puedo equivocarme, aunque presiento que no; tampoco vais tras nosotros. Ocultáis algo, seguro. Mezcláis verdades a medias con mentiras parciales. Es normal, lo comprendemos. No podéis revelar vuestras órdenes o misión. Lo acepto. Pero dejadme deciros que estáis en el culo del mundo conocido, a merced de nuestras decisiones y que…como bien habéis dicho, gracias a nosotros seguís con vida. No me lo agradezcas, es lo menos que podíamos hacer. Nosotros seguimos la doctrina de Jesús, a nuestra manera.

Bebió otra vez, verificando el efecto de su información:

- Demasiado pronto te ofreces a matar a nuestro servicio. No es creíble. No conoces a nuestros enemigos, ¿y si son tus aliados?

La chica nerviosa interrumpió:

- Las malditas corporaciones son nuestros odiados enemigos. Ellas, sus manipulaciones, sus experimentos, ¡su avaricia devorando mundos y envenenando el alma de la gente!

La mujer le echó una mirada reprobadora. El varón prosiguió:

- La joven es Amhat Clarivi, impetuosa como todas las adolescentes; ella, mi hermana Nela. Mi nombre es Yanec. No debéis temer nada de nosotros si no mentís, si efectivamente no vais tras nuestro grupo. Es difícil creer lo contrario. A vuestro favor está una serie de factores que hacen que esa posibilidad se tambalee. ¿Por qué no redondeáis vuestra historia añadiendo lo que falta? También puedo asegurar que no dudaré en dejaros aquí y ahora si considero que sois una amenaza.


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Para Dillon


- Ya han visto mi placa, y conocen la historia, más o menos, claro. Por eso la mayoría me cree. No es mala gente, créeme. No se mucho de ellos, me han mantenido algo apartada. Carlo, creen en tu dios, ya ves. ¡Qué queréis que os diga! Estaba sola, nos salvaron el culo, creí que no lo contaba y de pronto tenía un techo, comida y bebida. Es un grupo perseguido, se encuentran con marines en su territorio, atad cabos. Vosotros mismos.

Viviana se defendió de los comentarios y miradas inquisitivas de sus compañeros. El interlocutor de Dillon, dijo algo a Viviana a través de los auriculares. El marine informó:

- Dice que no puede sacar a nadie, anochecerá en breve y saldrán esas cosas. Además, es peligroso para ellos moverlos. En eso tiene razón, yo creo que el bebé viene en mala posición. Uno de los heridos tiene gangrena en la pierna, me da que si no se la amputan morirá.

- ¿Cuántos son? – preguntó el cabo.

Viviana: Ocho en total. Pero me huelo que hay más fuera de aquí. Ya os digo que no me han dado muchas explicaciones.

Benley: Hum. ¿Son combatientes?

Viviana: Me da que la embarazada es una recia guerrera. Tres de ellos también, se les nota, tienen experiencia. Por supuesto nada que no podamos superar. Pardillos a nuestro lado.

Benley: ¿qué son esas cosas, esos bichos que mencionas?

Viviana: Oh. Pues…son medio invisibles, se camuflan con el entorno, como camaleones. Se les parecen, de color terroso. Me dijeron que tienen seis patas con brazos, garras, y cierta inteligencia. Se devoran así mismos si no encuentran otra presa, y aquí no las hay. Igual que las hormigas, me dijeron que se comen entre ellas. Que crían una parte para poder subsistir. Es un duro planeta.

Benley miró a aquellos dos allá arriba, dio su opinión a Dillon y los demás:

- No es seguro que nos separemos, desconocemos el detonante de ello. Nuestra vida es riesgo, Dillon. A la vez que salvar vidas, como dices, es nuestra prioridad, la de esta unidad, por encima de otra consideración. La Sigma es distinta al resto, lo sabéis, nuestro coronel se preocupó mucho en ello.

Asintieron los marines. Temieron que el cabo soltara una de sus peroratas acerca de la moral, la disciplina, el deber, que, en parte, la necesitaba. Sin embargo no fue así. Los miró ceñudo, mientras Dillon terminaba su análisis de los alimentos, sin trazas de nada raro en ellos, aparte de que era comida sintética. Un asco. Todos ellos se lanzaron a por el agua y las tortas. Benley no recriminó a Dillon, tomó el auricular y básicamente lo que les comunicó a los tipos aquellos era que sus marines entrarían y que si les pasaba algo, él mismo se encargaría de no dejar a ninguno con vida, tan solo al bebé. Luego se dirigió a Viviana, Anette y Frost:

- Bien, muchachos, adelante. Haced lo que podáis por esa madre, os esperaremos. No preocuparos. Si…si “saltamos”, ya sabéis ese dicho: Nos veremos en el Infierno. Vigilad, no bajéis la guardia. Confiamos en ti, Viviana, en tu palabra.

Soltaron el armamento pesado, y subieron la pequeña cuesta. Sus antagonistas vigilaron atentos con sus armas, uno de ellos pudo ver la placa de Dillon, después la de Anette y Viviana. La máscara ocultaba sus expresiones, pero en sus ojos se leía una sorpresa carente de falsedad. Examinaron el contenido de los dos maletines cargados de medicamentos, sustancias varias, y material quirúrgico. La voz amortiguada del más bajo surgió nerviosa:

- Tenéis que salvarla, a ella y al bebé. No me importa quienes seáis. Hacedlo.

El más alto tomó la palabra:

- Tiene fiebre. Su pulso está muy acelerado. Los dos heridos, también, heridas de bala. Un chico y una chica, casi unos críos. Por favor. No queremos malentendidos ni que nadie salga perjudicado. Que vuestra amiga Jeny nos sirva de pantalla entenderéis que es comprensible. Nos podemos ayudar mutuamente, os hemos dado comida y agua. No es casual que vosotros hayáis llegado aquí y ahora, ni que nosotros nos encontremos en este preciso momento en nuestro refugio. ÉL lo ha dispuesto así.

La compuerta tras ellos se abrió desde el centro, dejando los dos paneles a la vista un túnel en penumbra que descendía ligeramente.

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Helen



Helen empezaba a irritarse, Ghost, sin embargo, se mantenía impertérrita y elimino con una orden dentro de si toda emotividad. Irritarse era un gesto humano, pero no era adecuado en aquel instante. Se limitó a escuchar y observar. El viaje iba a ser largo.

Los anfitriones parecían ser comunicativos. Rivers había entendido perfectamente el plan de Helen y ponía su parte, mejor de lo que ella lo había echo hasta el momento, mentir no formaba parte de su programación y se le daba fatal. Simo por contra, lo estaba tirando todo por tierra con cada palabra que soltaba. ¿Lo hacia a propósito? ¿Quería darles motivos para matarlos a todos? Si era así, lo estaba haciendo muy bien. Así que cuando le susurro algo, la piloto le respondió con un gruñido ya que con la mano que quería darle una bofetada era la que estaba esposada a la barra.

- Querido, para ser sintético eres bastante idiota. - le dijo en tono que destilaba ácido - Compórtate como un hombre para variar.

Los rebeldes parecían ansiosos de saber más, lo cual era lógico. Pero Helen no quería invertir las tornas por muy feas que se mostraran. Quería obtener más información de aquellos parias. Parecía que la única manera era mediante trueque, el gran problema es que eran bastante escépticos y la verdad era dudoso que la digieran.

- La verdad es bastante complicada para ser creíble incluso para nosotros – respondió al fin al hombre - Creerías si te dijera que nos paso idéntico al cuento de Alicia en el País de las maravillas?. Nos paso parecido, fuimos detrás del conejito blanco y encontramos toda clase de... cosas imposibles. Entre ellas, aparecer y desaparecer cuando menos hace falta. ¿No te parecen razones suficientes para desertar? No nos vais a creer, estoy segura. Aun así, ¿queréis oír el resto de la historia? - Miró al suelo del Jeep con cara de tristeza y parpadeando, parecía que fuera a llorar. Y de paso, esperando a ver como reaccionaban sus compañeros.

Miró al hombre y le ofreció la mano de manera amistosa.

- Mis amigos me llaman Ghost, un placer.




Dillon Frost


Creían en el dios de Carlo. ¿Que clase de Dios era ese? Un Dios vengativo, cruel y solitario que vivía entre estrellas y cometas, observando pero jamás actuando. La fe era poderosa. A lo largo de su vida como marine había librado muchas batallas, y en ellas había acabado con todo tipo de enemigo. Y sabía que los más peligrosos eran aquellos que creían en algo. En la paz, en la libertad, o simplemente en si mismos. La fuerza espiritual eran las energías de los músculos y la sangre del corazón. Aquella gente era más peligrosa que los rebeldes que solían abatir solo por el hecho de tener fe. Por fortuna, ellos tenían armas grandes.

Negociaron. No eran muchos. Él había pensado en una especie de asentamiento pequeño. Más de ocho personas. Resultaba extraña la gente del futuro. Temían a los marines. Habían recibido una señal de auxilio de aquella misma colonia. Y debía ser del pasado. Entonces eran otros tiempos, los suyos, cuando se confiaba en las buenas aptitudes de los chicos rudos. Y un segundo después, zas, otro momento, otro lugar, y los chicos rudos eran los malos. No, ellos no habían cambiado. Solo el mundo que les rodeaba.
Escuchó con atención la descripción sobre las criaturas. No estaba seguro de si era o no cierto asunto que tenía pendiente con la mismísima negrura del universo.

-Me gustaría ver alguna foto o imagen, si la tienen.-Aunque no parecían tan voraces como...No era de los que vivían en el pasado. Cortó. Se centró en aquel áspero lugar y sus gentes desconfiadas. Benley había tomado una decisión. La más acertada, lo que indicaba que era la peor para ellos y la mejor para los demás. Los marines siempre se sacrificaban. No dijo nada, pero la nobleza de sus compañeros le embargó durante unos momentos y quedó aturdido por ese campo magnético de emociones. Los chicos duros no habían cambiado. Era el momento de la despedida. Podía ser para siempre. No solo por el hecho de "saltar", sino también por la existencia de esas criaturas. Pronto anochecería y no estaría con sus compañeros para luchar a su lado.
-Tenga cuidado, señor. Y no se vayan a ninguna parte.-Dejó atrás a la vieja Betsy. Este era un baile que nunca había conseguido aprender. Se quedó con sus armas de manos, empezó a caminar. Anette al lado, Viviana al otro. Cualquier otro hombre se contentaría de poder pasar tan duros momentos entre tan bellas amazonas. Él no, era fuego negro encerrado en una vasija de frío ébano.

Llegaron a la cima. Mantuvo las manos a la vista, no realizó movimientos bruscos. Las armas, sobre el hombro, en la cartuchera, a la vista. Les enseñó el botiquín. Le dieron el visto bueno. Con la mitad de lo que había en el botiquín un buen marine podía acabar con dos o tres de aquellos bandidos. Con la otra mitad podía hacer saltar por los aires aquel complejo. El hombre bajito fue algo maleducado. Le ignoró, pasó por su lado.

-Necesitaré agua caliente, paños limpios, una llave combinaba del siete y una pala excavadora.-Se giró hacia el hombrecillo.-Solo bromeaba.-Aunque necesitaría los paños y el agua caliente. Aunque su rostro estaba tan rígido como la piedra. Escuchó lo que decía, el otro, el alto. ¿No podían decirle un nombre al menos?-Llevo luchando como marine media vida, y como hombre; el resto. Jamás he usado como escudo a alguien más débil que yo. Tampoco creo que esto sea obra de nadie. Si ÉL quisiera salvaros, ya lo habría hecho.-Siguió adelante. Una compuerta, paneles, nada inesperado. Dos chavales a los que ayudar y una mujer con un mal embarazo.

Esperaría a que le indicasen donde podía lavarse las manos. Dejaría sus armas a un lado, salvo las blancas, y sus materiales salvo el botiquín y su música. Se quitaría la armadura.

-Que nadie la toque. Está radiada. Si alguien se la pone o coge algo hay posibilidad de que se contagie y salte en el tiempo.-No era del todo cierto, claro, pero aquella gente supersticiosa, o creyente como ellos preferían ser llamados, se lo pensaría dos veces antes de intentar sustraerle algo. Una vez aseado pediría ver a la mujer embarazada. Se presentaría ante ella. La examinaría. Contaría el tiempo entre dilataciones. Quizás pudiesen operar a alguno de los otros crios mientras el bebé llegaba. Sino, se centraría en la mujer y la nueva personita que estaba por llegar.

-Soy el Doctor Frost, y esta es la enferma Anette. Venimos a ayudarles.-La observó con severidad. Estaba hinchada.-No debería haberse comido la última bola de chocolate.-Empezaría su trabajo. Para variar, era un placer intentar salvar no solo una vida, sino traer una nueva al mundo. "Para esto me entrenaron. Para esto me adiestraron. Esto es lo que me enseñaron...Por el Coronel".



Jake Rivers


Han ido a topar con gente de fe, no sabe si eso es bueno o malo. Al menos sus principios parecen impedirles matar a los marines extraviados, siempre y cuando estos se comporten bien. En ese caso sería buena idea pensar bien lo que dicen. Evidentemente no se han creído toda la historia, pero es un problema porque aún siendo mentira es mucho más razonable que la verdad. No se imagina una sola forma de explicarlo sin ser tomado por un loco. Entonces Ghost da con el modo, Alicia en el país de las maravillas. –Muertos, estamos muertos- piensa mientras sonríe y bate la cabeza.
El lado bueno es que realmente estos tipos no quieren matarles. Incluso han recriminado a Simo que se ofrezca tan rápidamente a matar a alguien. El lado malo es que tienen algo contra los marines… y ese algo empieza a molestar a Rivers. Se ha encontrado con mucha gente que les teme o les odia, lo puede aceptar y comprender, pero esta gente ha mencionado el año de nacimiento que sale en sus placas. Eh ahí el problema, les han llamado experimento genético, por tanto algo no cuadra con las fechas.

-¿Cuál decís qué es el año actual?- una pregunta estúpida para sus captores, sin duda, a él comienza a parecerle imprescindible. Hace unas semanas no se habría planteado cosas demasiado raras, pero hace unas semanas no había sufrido los efectos de una explosión de antimateria, no se había visto a si mismo rememorando escenas del pasado, y no había visto al espectro del coronel. Su mente está dispuesta a aceptar unas cuantas cosas más.

-En cierta forma Ghost tiene razón, es cómo Alicia en el país de las maravillas. Cuando acabe de contarlo, comprenderéis porque le ha parecido mejor inventarse una historia- O les matarán a todos allí mismo, pero nunca se ha planteado demasiado los riesgos de sus elecciones. –Todo lo que he dicho es verdad, solo que falta meterlo en un contexto. Nos enviaron a una misión de rescate en una nave civil que había tenido problemas técnicos. Desgraciadamente la nave tenía algo más, una bomba de antimateria. Salimos a tiempo pero la explosión y sus… efectos secundarios, hicieron estragos en nuestra nave- Estragos… bonita palabra, un auténtico eufemismo para este caso. Sería difícil explicarlo de mejor modo –También volvió locos a algunos de nuestros compañeros, estos intentaron dejarnos encerrados en una nave que perdía oxígeno y aumentaba la temperatura a cada segundo. – Supone que sabrán enlazar esto con la parte anterior de la historia – La Cheyenne consiguió salir de nuestra nave principal, pero sin ninguna referencia para el navegador, allí todo estaba oscuro, sin estrellas o planetas. Vimos una especie de tornado, o vórtice, y lo atravesamos, al hacerlo dimos esta roca y nos estrellamos en ella. Abandonamos la nave en un vehículo blindado, pero también tuvimos que abandonarlo y buscar agua, por eso no puedo indicaros donde se estrelló nuestro pájaro, estamos algo desorientados, especialmente contando que no sé en qué dirección avanzamos desde que nos recogisteis. En lugar de agua encontramos… lo que parecían los restos de nuestra nave principal, pero envueltos en una especie de esfera. Nosotros la atravesamos y… no creeríais lo que vimos en el interior, pero luego cuando intentamos salir solo vimos más oscuridad. Durante el trayecto quedamos inconscientes y despertamos aquí – Mira las reacciones de sus captores.

Por sus palabras, una de ellas debe ser demasiado joven como para luchar, eso encajaría con su examen anterior ya que parece más inexperta, más nerviosa. Solo hay un motivo para darle armas a alguien tan inexperto, la falta de opciones. Alguien debe estar persiguiéndoles o cazándoles, lo cual también explicaría la aparente experiencia de los otros dos. –Esa misión fue hace un par de días… y entonces ninguno de nosotros llegaba a los 50 años, por eso pregunté el día hace un rato-

Nuevamente observa cada reacción, cada mueca. No van a creerle, pero esta si es la verdad. ¿Qué puede hacer al respecto?, elaborar una historia mejor tampoco serviría de nada. Se encoge de hombros –No me importa si no lo creéis, es la verdad. No somos experimentos genéticos, podéis comprobarlo por vosotros mismos, porque supongo que tendréis un médico que pueda revisarme.

- Realmente no sabe si la antimateria le ha cambiado, espera que no, pero sí sabe que sería peor si analizan a otros, o a otra más bien. –Supongo que cuesta un poco creer en una historia semejante, pero no existen más opciones, creéis o no-


Cómo poco tendrán que admitir que es la única que responde a todas las incógnitas. El problema es que si esta tampoco les parece convincente, la cosa va a ponerse muy mal. Ahora están a merced de sus decisiones… algo que detesta con todas sus fuerzas.




Simo Kolkka


Helen se tomo a mal su comentario. No seria una mujer de verdad, pero era bastante sensible. Al menos estaba esposada. Los tipos con pinta de Al Bhed no se tomaron bien tampoco el ofrecimiento de trabajar como soldados. Dijeron que solo los mantenían vivos por curiosidad, pero parecía mas un farol para que hablasen que otra cosas. Desgraciadamente, el resto del equipo no lo vio así, y rápidamente explicaron la alocada historia al completo. Contada por Rivers parecía incluso más absurda de lo que en realidad era. Podían haber hecho referencia a la masacre que produjeron entre el ejercito de hormigas. Al menos así quizás hubieran estado mas dispuestos a ofrecerles trabajado, si es que les creían. Aunque bien pensado, lo mismo las hormigas voladoras eran un animal sagrado para ellos. Jesús... ¿eso no era una canción de Luna Sea?

Ahora ya daba igual lo que dijeran. Acababan de descubrir todas sus cartas, cuando lo único que parecía mantenerlos con vida era el interés de aquellos individuos en su historia. Rivers también se ofreció a ser estudiado por un médico, para descartar que fueran mutantes. Fantástica jugada. Veremos que pasa si les da por analizar a la cylon primero... Ahora todo quedaba en manos de los captores. Se habían quedado sin nada con lo que negociar.




Carlo  


Al escuchar las palabras de todos los del equipo al cuestionar a Dios casi también empiezo a dudar de él pero tal vez esto era obra suya para que pudiéramos estar aquí y ayudar a estas personas de el mal que les aqueja.
Teníamos mas suerte que ellos, al menos tenemos la ventaja de tener un entrenamiento en la guerra,  un medico; éramos dueños de la suerte de levantarnos el  ánimo y burlarnos entre nosotros. Ellos ya habían perdido eso.

Y lo más esencial de todo, poseíamos la esperanza de salir de aquí de una u otra forma. Pensé en mi familia, y supe que mi deber era ayudar a esta gente.

- ¿Dillon, dime qué tengo que hacer?

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