lunes, 30 de enero de 2012

Leyenda: Las mujeres...




Cuentan los viejos sabios que en el principio de la creación, ya hubo serias y graves diferencias en uno de los dos sexos diseñados para perpetuar una nueva raza: la humana. Aquellas hermosas y exuberantes criaturas de largos cabellos y mirada cautivadora, capaces de engredar a los vástagos que harían multiplicar su especie, competían insaciables por mejorar su aspecto y conseguir lo que otras tenían y creían que a ellas les falta e incluso al que otras deseaban. Los dones de la vanidad, la arrogancia, la envidia y el desprecio no habían sido bien calculados en ellas.

Explican que la crueldad que exhibían, tan solo para demostrar que eran más deseables, superiores y bellas, las llevo a cometer actos infames contra sus propias congéneres a las que sacrificaban para devorar su corazón, beber su sangre y trocear sus cuerpos en grandes trozos de carne y nervios, creyendo que así poseerían aquello que en la más absoluta intimidad, ansiaban tener. Ser la única.

Dicen que el caos fue tal que los elementos que formaron y dieron vida al aquel mundo se unieron para rectificar su gran error de cálculo y poner fin a la barbarie que asoló a aquella tierra. Así pues, fue convenido el momento en que todos ellos actuarían para aniquilar al fruto podrido y poder de nuevo crear al necesario espécimen basándose en los anteriores errores cometidos.

Comentan que a pesar de sus esfuerzos, algunas consiguieron escapar de la aniquilación y se refugiaron en el único elemento que se negó a participar en el evento, el mar. Las bravas y saladas aguas las acogieron transformando aparentemente su aspecto para que no pudieran identificarlas. Desde entonces, el castigo impuesto por su osadía fue transformar sus bocas haciéndolas enormes de oreja a oreja, con tres filas de afilados dientes. A ir desnudas y combinar sus cuerpos con atributos de mujer y de pez. Tan solo en ocasiones especiales cuando dado el permiso oportuno se les permitía subir a la superficie podían seguir mostrando los mismos bellos rasgos de antes, pero envilecidos por una expresión de crueldad que helaba la sangre y de un aliento fétido del demonio del mar que les otorgó, como venganza hacía los suyos, el poder de atrapar el alma del hombre y el cautivar con susurros su alma para arrastralos al gélido infierno que ellas debían soportar eternamente pero que al menos les permitía perpetuar aquella nueva especie.

Aseguran que a pesar de que unas permanecen atrapadas bajo las frías aguas y que otras fueron de nuevo creadas en base a los errores y la experiencia vivida años atrás, los cálculos de nuevo fueron erróneos, de ahí las transparentes perlas saladas que brotan de los ojos de todas ellas para recordarles su origen, su historia, su pasado... Tal vez de ahí el dicho: “El peor enemigo de una mujer, es... Otra mujer...”

1 comentario:

  1. Entrada atrevida. Me se de más de una que lee esto y ni quiero imaginar lo que intenta jeje.

    Aún así interesante leyenda, aplicable a mi partida de 7º Mar, me has inspirado :P

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