jueves, 19 de abril de 2012

Hay muchos traseros que patear 32


Las dudas, inquietudes y posibilidades varias se daban entre todos los componentes que quedaban en la unidad. Su situación actual, los saltos en el tiempo, el por qué y el cómo, no todos coincidían, nadie tenía nada claro, cualquiera de los razonamientos podía ser cierto o equivocado, tal vez alguna de las conjeturas resultaba acertada. En lo que sí coincidían todos era en buscar al sargento Kaplizki. Pero una vez comentada la idea con el resto del grupo Viviana fue la única voz disonante. Creía que el sargento merecía tal acción, por supuesto, sin embargo la idea de que se separasen, de que los que marchasen cambiaran su línea temporal, la echaba par atrás, y el sargento no hubiese querido tal cosa. En realidad, explicó, se sintió aterrada cuando quedó sola aquellos tres últimos días, aunque no diera esa impresión, pensando que no volvería a ver a sus compañeros nunca más.

La recién madre le respondió a Dillon que llamaría al bebé como él y su unidad, Dillon Sigma, estaba segura que le traería fortaleza e intensidad a su vida. Berman no quiso darle excesiva información al médico: se trataba de una nueva droga, tan letal como adictiva desde la primera toma, en manos de las corporaciones, y lo que ella llevaba en sus venas era un sobredosis administrada por el enemigo en la última incursión. Iba a morir y todos lo sabían. Parecía que sentía algo especial por ella, no quiso decir nada más, aparte de que no eran traficantes, mirando ofendido y desafiante a Dillon, eran guerreros de la Fe, defensores de la libertad, el martillo de dios que destrozaría a los abominables diablos que oprimían a la gente. En cuanto el acceso al laboratorio era cosa de Yamec.

Nela fue quien contestó a Rivers y a Simo, en un tono semejante al anterior: descubrimientos de nuevos planetas, deterioro del poder de los gobiernos a favor de las megas corporaciones, guerras y mutilación de libertades, lo mismo que en los doscientos años anteriores, según los libros de historia. Rivers no obtuvo tampoco demasiada información para saciar su curiosidad; no le dejaron ver las armas, aparte de lo que él veía directamente, pero sí de la armadura, mucho mejor que las de ellos, más liviana y resistente. El veneno tenía varios usos depende de cómo se combinara con otra sustancias. Silencio acerca del resto de preguntas, pero Nela, la interlocutora particular de los dos, se explayó en lo referente a sus creencias. Creían en Jesús, en el Nuevo Testamento, pareciéndoles excesivamente radical el Antiguo. Procuraban seguir al pie de la letra las palabras del Mesías, su bondad y Amor al prójimo, eliminado todo aquello rancio que habían añadido después profetas falsos. Mataban sí, una sombra oscureció su mirada, pero consideraban que el diablo era quien dirigía las acciones de sus rivales y ellos los expulsaban de sus cuerpos y del mundo. No estaban locos, eran creyentes, firmes, laboriosos, amaban a sus amigos y enemigos pero ello no impedía que actuasen con determinación cuando resultaba necesario. Habían tendido muchas veces la mano a quienes les odiaban y el resultado casi siempre fue negativo. El mundo estaba corrompido por la mano de los demonios. A los dos marines les pareció que era una mujer de carácter, decidida, capaz de afrontar cualquier reto. Le entregó el rifle de francotirador intacto a su propietario.

Sobre Yamec, todos obtuvieron más o menos la misma descripción, era su líder, su luz en la oscuridad, su guía. Un hombre de mucho peso en su comunidad, que no se restringía solo a su grupito. Era un Místico, aunque no aclararon más.


Hora y media después Benley salió de la reunión con Yamec. Su expresión era seria, cosa que no resultaba extraña en él, con cierta perplejidad en las arrugas de sus ojos. Todos sus hombres le asaltaron en un corro de inmediato, preguntando e inquiriendo respuestas con los ojos y con la boca, hablando del sargento y pidiendo permiso para ir a buscarlo; algunos sin intención de esperar a ese permiso. Benley los apartó y llevó a su sala. Encendió un cigarrillo y les ofreció un paquete completo a los demás. Aspiró el humo, y comenzó sus explicaciones de forma sosegada, intentando hilvanar correctamente el hilo de sus pensamientos.

- Son componentes de una unidad mayor perteneciente a lo que ellos llaman “Guerreros de la Fe y Libertad”; nada original. Luchan contra las corporaciones en particular la Weyland, si ya era poderosa en nuestros días, ahora es dueña de la mitad de los mundos descubiertos. Hace veinte años comenzó en este sector una guerra por la independencia. Dos planetas se enfrentaron a las fuerzas de la Weyland y otras compañías. Los gobiernos centrales de la Tierra no intervinieron, hacía años que esta zona era jurisdicción exclusiva de las macroempresas. La Weyland aplastó ese intento de sedición, pero le costó años e interminables esfuerzos. El Borde está infectado de piratas, criminales, caza recompensas e infinidad de gentuza malviviendo de sus negocios. No hay seguridad alguna. La Weyland está usando sintéticos de combate, colaboraron conmigo y Anette en alguna misión (el resto de vosotros nunca ha trabajado con ellos), auténticas máquinas de guerra. Ahora parece que son poco menos que invencibles. Y tremendamente caros.


Tomó un respiro.


- La lucha continúa en uno de los planetas, casi sofocado el movimiento rebelde. Uno de los grupos grandes de estos es La Fuerza de los Diez, por las diez ciudades originales que se levantaron en armas. Colaboran con estos guerreros de la Fe, aunque no como debieran para llevar adelante sus planes. Yamec es el líder, un hombre de mucho peso político, se llama a sí mismo Místico. No me ha dejado claro qué significa esto, tengo la impresión que es una clase de gente con ciertos poderes. Cuando me miraba creía que me encontraba desnudo ante él, mi alma, mi espíritu, quiero decir. Ya me entendéis. Vendrá pronto una nave, van a abandonar este lugar, después del último enfrentamiento temen que su refugio haya sido descubierto. Este planeta lo encontraron de casualidad, no saben apenas nada de él, las hormigas, los nocturnos, localizaron las instalaciones mineras abandonadas. Supongo que deben de tener varios sitios así repartidos por todo este sector.

Tomó asiento en el borde de una de las camas. Su rostro adquirió una expresión de confusión.


- Existe la posibilidad de salir de aquí. ¿Pero qué mundo es el nuestro, cual el destino de nuestras vidas? Tengo que contaros más cosas. Sobre esta guerra, o esa droga que segará la vida de la joven. La situación me sobrepasa. Creí que moriría siendo marine o llegaría con mucha fortuna a retirarme. En teoría ya no lo soy, ninguno de nosotros. Nuestros contratos han terminado hace mucho. ¿Debemos comportarnos y actuar como una unidad del ejército? ¿O cada uno ya por libre que elija el destino que quiera? Soy soldado, marine, para mí esto es indiscutible, a pesar de que nos encontremos fuera de nuestro tiempo. Porque esto no es un engaño, no es una mentira retorcida de esta gente, es la verdad. No me siento con fuerzas para sobrellevar el peso de esta unidad, para decidir por vosotros. Considero que no deberíamos separarnos, juntos, a pesar de nuestras diferencias, podamos superar las dificultades.

-Yo soy marine, Benley. Estoy contigo, acataré tus órdenes. No imagino otra forma de vida –le apoyó Anette-.


- Te lo agradezco. Pero…no soy la balsa en la que podéis refugiaros. No soy líder ni tengo cualidades de jefe para algo así.





Dillon Frost


-Saltamos, al menos, dos veces más.-Le explicó a Helen.-Cuando nos separamos de vosotros recibimos una transmisión. Una colonia minera esperaba a los marines, necesitaban ayuda. Cuando llegamos a la colonia, este mismo lugar, el sitio estaba abandonado. La transmisión vino del pasado, o nosotros avanzamos en el tiempo según nos acercábamos aquí. Aunque más claro está el caso de Viviana y la civil. Nos separamos de ellas dos. Al rato, notamos movimiento en los sensores. Viviana pidió ayuda. Corrimos en su ayuda. Los sensores estaban plagados de puntos brillantes...y al momento, nada. Ni rastro de movimiento, de Viviana ni de la de la civil. Pasaron cinco minutos, diez, encontramos a Viviana. Para ella y la civil habían pasado tres días. Para nosotros no.-Chasqueó los dedos.-En un instante. Ella no saltó, nosotros si. Y podría pasarnos a cualquiera en cualquier momento.-Ahora que ya tenían todos los datos, podían hacer teorías. Desgraciadamente las teorías no servían para nada si no se podían poner en práctica.

También habló con Carlo.

-No creo que cabrear a esta gente sea una buena opción. Hay mejores maneras de conseguir las cosas, desde mendigar hasta negociar.-Al menos esa era su opinión.

Se sintió halagado cuando Nela dijo que iba a llamar al niño como él y su unidad. Pensó en el pasado, en la mujer que una vez había amado. Le hubiera gustado tener un hijo, una esposa, una vida normal, sin saltos en el tiempo ni monstruos de dientes punzantes. Le hubiera gustado llevar una vida de paz. No había podido ser así. La mujer que amaba había muerto hace tiempo. No había podido salvarla. Al niño si, y a la madre. "Una vida por otra", pensó, ensimismado.

-Espero que tenga más suerte que nosotros...

Escuchó a Berman. Habían matado a la mujer. La guerra del futuro tenía que ver con drogas de diseño. Que mundo tan extraño. Se quedó algo anonadado al escuchar como se autoproclamaba ese hombre. El martillo de Dios. Buen nombre. Por fuera, estaba rígido, por dentro, algo le preocupaba. Los devotos tan fervientes solo podían causar problemas.

-Haré lo que pueda por ella pero en mi tiempo esta droga ni siquiera existía y debo de haberme perdido unos cuantos adelantos médicos.-Estudiaría el caso dentro de sus limitaciones.

Escuchó como muchos llamaban a Yamec, místico. Entonces, era su billete de salida. Un Místico era alguien que sabía algo que los demás desconocían. Alguien que podía hablar con Dios o que poseía ciertos poderes. Como los alquimistas de la antigüedad, o los hechiceros, solo eran científicos más avanzados que los demás, celosos de sus secretos. Si uno descubría la pólvora en la edad de las cavernas, sería tratado por brujo o incluso, por un dios. Yamec se perfiló ante sus ojos como la respuesta que necesitaban.

Salió Benley, serio, encendió un cigarrillo. No fumó. Escuchó su historia. El futuro era similar a su presente, solo que las cosas con las que amenazaba ya habían llegado. Las mega corporaciones eran dueños de varios mundos y ostentaba poderes iguales a los de planetas. Les habló de la degeneración y de las máquinas. Sus anfitriones eran partidarios de los rebeldes. Luchaban por la libertad. Los marines ya no existían. Todo se había ido a la mierda y un puñado de lameculos eran los señores del espacio. No quedaba honor en la lucha, solo máquinas haciendo el trabajo sucio.

Yamec tenía ciertos poderes. Había visto a través de Benley. ¿Lo había convencido? ¿Qué vería en él? ¿Era capaz de ver algo que ni ellos veían dentro de si mismos? un místico. Alguien con poderes. ¿Divinos? En tiempos peligrosos y sin esperanza la gente siempre volvía a la religión. Porque querían pensar que había algo bueno en la esencia de la vida y que Dios les apreciaba a todos. Sobretodo querían creer en una vida después de la muerte...porque había mucha muerte.

Benley se sinceró con ellos. No sabía que hacer. Tampoco tenía madera de líder, según él. En este tiempo ya no eran marines. Aunque desde su punto de vista ser marine era algo más que cobrar la nómina al mes. Un maldito papel, un contrato, no le decía lo que era o dejaba de ser. ¿Qué pretendía? ¿Un consenso? ¿Democracia? En toda la historia militar no se había visto algo así. Estaba desanimado. ¿Yamec se lo había dicho? ¿Qué más le había dicho? ¿Que era mejor luchar al lado de los fanáticos? ¿Y que más? No se movió de su asiento, solo parpadeó. Sin jerarquía el ejército no era más que un puñado de locos armados que no se pondría de acuerdo. Benley no era su balsa. Pues tendría que serlo, joder.

-Un poco de compostura, señor. Sigue al mando, y seguirá así hasta que aparezca un oficial superior que lo releve de él. Si está al mando es porque no hay nadie mejor aquí para llevar a cabo ese cometido. ¡Joder señor! Perdón, señor. Por mi parte, seré marine hasta que me maten. Sé de donde vengo y lo que soy. Que ahora no existan hombres ni mujeres de nuestra catadura no quiere decir que no existamos. Nací hombre, moriré marine, y le seguiré hasta donde quiera llevarnos... aunque vayamos a postrarnos ante el mismísimo trono de Satanás.-Muy religioso. Apropiado. Ese Yamec sabía hablar muy bien, sí.


Helen


Helen casi forma una o con su boca abierta cuando escucha un par de anécdotas experimentadas por el resto de los marines cuando Rivers, Simo, Joe y ella estaban dentro de La Independencia sobre saltos temporales. Dichas anécdotas tiraban por tierra la aseveración que ella había hecho instantes antes. Era tan ilógico, tan impredecible que no seguía ninguna pauta y eso la había dejado totalmente bloqueada.

Siguieron hablando sobre rescatar a Kaplitski, todos parecían de acuerdo menos Viviana. La entendía, la entendía perfectamente. Helen tampoco veía muchas posibilidades de encontrar al sargento, pero separados estaba claro que tenian menos posibilidades de sobrevivir y muchas mas de perderse tanto por aquellos lugares, como a través del caprichoso tiempo.

- Creo que no tenemos muchas elecciones Viviana - le dijo intentando expresar tristeza - Un grupo se ira, y los que se queden aquí también se irán, pero con estos soldados de la fe. Y ya sabes lo caprichoso que es con nosotros el tiempo. No sabría decir cual de nosotros es el gafado, pero bueno... es lo que hay.

El bebe traído al mundo por Dillon parecía romper la monotonía de aquel lugar, eso y la unidad Sigma. A Ghost le daba la impresión de que aquella gente no eran ni guerreros, ni luchadores, solo simples rebeldes. Rebeldes como los ha habido a lo largo de la historia, en aquella ocasión esa gente quería oponerse a una mega corporación. Apenas se entero intento contener la risa. ¿Cuantos serian en total juntándolos a todos? ¿Uno o dos centenares de miles? Ghost pensaba que tenían todas las de perder y dudaba que la mega corporación se preocupase de unos parásitos semejantes por mucho daño que quisieran hacer. "si no puedes con tu enemigo, únete a el... eso es lo que deberían hacer" pensó, pero no dijo nada porque sabia de sobra esas ideas no serian en absoluto bien recibidas.

Por fin se entero de lo que quería decir Yamec con respecto a lo mal que sentarían los sintéticos. Ahora lo entendía, y sintió un escalofrío que la cubrió con un halo de culpabilidad y al mismo tiempo de lastima por aquellos que habían conocido a los sintéticos de combate. Cuando los nombraron, Helen no pudo reprimir el mirar directamente a Simo ya que aun seguía convencida de que era un sintético.


El asunto de aquella droga no le interesaba. Saber que seguían experimentando con ella le hacia sentir que había algo malvado en ello, aun a pesar de que era consciente de que era necesario para encontrar a su vez un antídoto. La sorpresa vino mas tarde cuando Benley se negaba a ser el líder del grupo. Helen se echo a reír. ¿Como podía negarse? Le parecía tan evidente que tenia que ser el líder quisiera o no. Tampoco se le podría obligar, así que se limito a animarlo como hacían los demás.

- Señor, con mis respetos... entiendo no desee tener la responsabilidad del cargo, pero hasta que no rescatemos a Kaplitski me parece no tiene opción. Me recuerda a las bandadas de patos al norte de Texas, un pato dirige la bandada. Lo matan y otro ocupa su lugar, aunque no quiera... aunque no le guste, todos le seguirán. Creo que le ha tocado el pato.

Ghost rebusco en un bolsillo trasero y encontró su salvación, una pastilla de chicle la cual destapo y la exhibió como si fuera un trofeo para luego dejarla caer dentro de la boca. Le hacia falta.



Anexo



Anette miró con expresión irritada a Helen:

- Muy apropiado. ¿Quién puso eso en tu base de datos, un programador de tercera alcohólico con pésimo sentido del humor?


Benley movió una mano en un gesto que quería decir a Anette que dejara en paz a Helen.

- ¿Nadie mejor, Dillon? Que tenga galones no significa que sea más listo o diligente que tú, o cualquiera de vosotros. Tal vez Sandro lo haría con más acierto. No quiero ser el pato, Helen. No quiero cagarla con mis decisiones y que mueran más compañeros. No puedo decidir por todos. ¿Acaso me obedeceréis? Fíjate…queréis ir a por el sargento. Yo no. Entendedme, fue su decisión, creo que no le gustaría que nadie perdiese la vida por encontrarle. No es que quiera dejarle tirado, es que no deseo que nadie más muera. No habrá esperado eternamente, seguro que se puso en camino al cabo de un par de días, tres a lo sumo. Debería estar ya aquí o a punto de llegar.

- No podemos dejar al sargento, Benley – Anette no daba crédito a sus oídos -. Somos una familia, somos una unidad. No…no podemos.

- A esto me refiero, Anette. ¿Crees que no es duro decidir tal cosa? ¿Que no le he dado vueltas al asunto? Tengo la cabeza llena de conjeturas, todavía estoy asimilando lo que me ha explicado ese Yamec. Calculando las probabilidades de salvaros a todos. ¿Vais a discutir cada maldita decisión que tome?

Anette: - Saldremos de esta, Benley. Unidos, todos te apoyamos. Eres un tipo sensato, inteligente. Tú tienes galones, yo no. Por algo será.



Jake Rivers


Finalmente todos deciden tomar parte en la conversación con Dillon y él mismo. Se alegra, no comprende porque han tardado tanto en hacerlo. Están de acuerdo en algo, todos, deben ir a por el sargento, aunque muchos lo consideren un suicidio. Solo queda la decisión de Benley.
Este hace acto de presencia para escuchar las conjeturas de los demás, sus planes, pero ante todo para contarles cuanto le han contado a él.

-El mundo ya era un asco antes, ¿pero tanto nos hemos podrido?- Guerras para invadir otros planetas, para extenderse. Las corporaciones ya no son empresas, son reinos que sus accionistas controlan a placer. Si necesitan un nuevo planeta van a por él y arrasan a quienes hubiesen llegado antes. Nunca ha considerado a los marines o a la unidad Sigma como unos justicieros, probablemente han matado a mucha gente que no lo merecía, pero esto ya le parece ridículo. Además menciona a sintéticos de combate, dice que jamás han visto nada parecido, -¿entonces no son como Ghost?-, mira a su compañera para preguntar, tan sutil como es siempre. – ¿Qué puedes contarnos de tus primos?, aunque ahora hayan avanzado, algo sabrás sobre ellos.-.

No sabe que pensar sobre este mundo. Él es un marine, ha sido un marine desde el primer día y morirá siendo un marine, pero ahora el cuerpo debe ser una broma. Atacan a pobres diablos como estos. No duda de sus capacidades defensivas, pero los rebeldes de antes también trataban de luchar y siempre los aplastaban, es solo cuestión de tiempo. ¿Entonces ahora dedican a los mejores soldados que la historia ha conocido a destruir grupos como este? Además usan drogas para matarlos, parece que ya no son dignos de un cargador o dos. Si lo piensa bien, simplemente es la misma mierda unos cuantos años más avanzada. Sí, tal vez algo sea verdad, ya no son marines coloniales al servicio del alto mando, pero siguen siendo una unidad, siguen siendo lo más puro que pueda representar la palabra marines, y todos saben cómo deberían comportarse.

-Con el debido respeto, señor, es raro que Rivers empiece hablando así. Cree que decir “con el debido respeto” es solo una excusa precisamente para faltar al respeto, por eso le va bien esta vez. –Todos hemos viajado en el tiempo y la mayoría no hemos perdido los cojones al hacerlo, me duele ver que usted sí- No le importa si se enfada, nunca se llevaron demasiado bien. –Si, estamos en un tiempo distinto al nuestro, la situación nos supera y no la entenderemos aunque nos la expliquen. Existen mierdas peores que en nuestra época, y nuestros contratos expiraron hace más de cuarenta años. Pero seguimos siendo marines, seguimos siendo una puta unidad. Si no le gusta ser el macho alfa, el líder, debía haberlo pensado antes de aceptar el ascenso a cabo, porque de eso trata la jerarquía militar, cuando cae la cabeza toma el mando el siguiente.- Le parece mentira tener que ser precisamente él quien le recuerde eso a alguien. –Desde luego el Sargento jamás aceptaría que alguien vaya a buscarle. Si lo hacemos, nos pondrá a todos en fila para patearnos el culo de uno en uno. Pero si fuese otro quien quedó atrás y el Sargento estuviese aquí ¿De verdad no mandaría a nadie a buscarle?, claro que lo haría, ya lo hizo en el independencia. Creo que esa es nuestra postura, y ese es el motivo por el que yo voy a ir aunque te disguste- ya le ha llamado de usted demasiado, y le cuesta hacerlo, por eso vuelve a tutearle –Estás al mando, aunque eso también te disguste, y tú no haces peticiones o sugerencias, tú das órdenes. Si no quieres que nadie emprenda la misión de rescate, lo ordenas, y si no te hacemos caso es un puto motín, así que nos das dos hostias y nos recuerdas quien manda aquí, pero este no es ni el lugar ni el momento para ponernos a dudar de quien lleva los galones.- Por su parte va a hacer exactamente lo que ha dicho, ni más ni menos, ir a por el sargento a menos que alguien se lo impida. No tiene ni tiempo ni ganas para jugar a los marines despechados con crisis de liderazgo.



Anexo


Rivers no se mordió la lengua, habló con sinceridad, demasiada tal vez. Sandro, apoyado en la pared, sonreía malicioso, toda aquella situación parecía divertirle. Rivers “exigía” órdenes de Benley y a la vez ya estaba dispuesto a desobedecerlas; Viviana le recriminó su actitud:

- Y qué debe hacer ahora nuestro cabo, ¿darte dos hostias? Porque has dejado bien claro que vas a ir en busca de Kaplizki. ¿O te mantenemos bajo arresto? Empiezo a pensar que lo mejor es que te largues.

Benley miró a Rivers, se sentía ofendido, pero también le hizo reaccionar.

- Doy órdenes, ¿no es eso? La mayoría queréis que siga al mando. De acuerdo.

Se puso en pie, frente a Rivers, sus ojos a la misma altura:

- Nadie va a ir a buscar a Kaplizki. ¿Aceptarás mi decisión, Rivers? ¿Los demás? Seguro que no. Entonces es un motín, un puto motín como lo has descrito. Iros a la mierda.

Viviana le puso la mano en el brazo.

-Vamos, Benley. Calma. No podemos permitirnos más disputas entre nosotros.

- Estoy muy calmado. Pero no os entiendo. Queréis alguien al mando, y a la vez hacer lo que os de la gana. Es decir, queréis oír lo que os gusta. Si no es así, os molestáis. ¿Queréis votar, acaso? En el ejército no se vota.


 


Helen


Helen escucho la negativa de Benley y a sus compañeros. Nada parecía animar al cabo, mas bien parecía obtener el efecto contrario.

– ¿Qué puedes contarnos de tus primos?, aunque ahora hayan avanzado, algo sabrás sobre ellos.- le pregunto Rivers. Ghost miro al suelo, guardando silencio dando lugar a que Benley diera su negativa a todos los presentes y dejara clara su posición ordenando lo contrario pensaba una mayoría. Miro entonces a Anette y luego a Simo y respondió mientras miraba a este último, la pregunta de Rivers.

- Los sintéticos de combate se tratan de bastardos de dos metros con veinte centímetros de altura y tres toneladas con armas hasta en las pestañas. Los crearon para frenar diferentes tipos amenazas, como la xenoforma, pero su alto coste ha echo que se construyeran pocos. La directriz de estos chicos malos suele ser simple; el fin justifica los medios. O sea, cumplen su misión sea como sea, sin tener en cuenta ninguna otra consideración. Un símil en la sociedad humana seria algo así como dar la libertad a un psicópata con un rifle a cambio de que trabaje para una corporación.

Cambio su mirada a Benley, su respuesta le había desconcertado, aunque resultaba previsible en cierto modo.

- Como usted ordene señor. Si esas son sus órdenes, yo no tengo más remedio que obedecerlas dado que es el superior de mayor rango presente.
En su tono había un tono que dejaba claro cumpliría la orden aunque no estuviera de acuerdo, y fuera la única que se quedara allí tirada.



Simo Kolkka


Se mantuvo en silencio mientras el cabo Benley hablaba. Y después mientras sus compañeros replicaban. En otro momento habría apreciado lo gracioso de la conversación sobre patos tejanos, pero estaba demasiado ocupado intentando asimilar toda aquella basura. Las paradojas temporales le daban jaquecas, lo había comprobado, y los fanáticos religiosos y la cadena de mando no eran buenos condimentos. Macrocorporaciones gobernándolo todo, mechas asesinos... Aquello estaba a medio paso entre la ciencia ficción dura y el cine noir. Benley además supuso que era el mejor momento para derrumbarse. Aquello no se hacía. El que estaba al mando no tenía esa opción. Cuando eso fallaba, la gente empezaba a morir. No podía pensar en todo aquello. No quería.

- Hagamos esto fácil. El cabo Benley no está capacitado en este momento para ser el oficial al mando de la unidad. Creo que no soy el único decepcionado, pero eso lo que hay. Tenemos que decidir que hacer. Unos cuantos tenemos claro que vamos a ir a buscar al sargento. El resto puede quedarse aquí, y convencer a los sectarios para que no se vayan hasta que volvamos. A no ser que alguien quiera quedarse a vivir en este bonito lugar. Si deciden no esperar, podemos confiscarles transportes, armas y suministros para buscarnos la vida. Una vez hecho eso, podemos derrocar a la Tyrell Corporation para devolver la paz a la República, o montar un puesto de helados en alguna estacional espacial. Porque somos marines, y si no tenemos ordenes, podemos hacer lo que nos de la gana, mientras tengamos munición. ¿Alguien ve mas salidas?



Helen McFersson.


Helen giro la cabeza al oír a Simo, al que respondió como si se hubiera olvidado la cartera en casa.

- Con mis respetos Sr. Kolkka creo que ha pasado algo por alto, y es que la unidad sigma está... "bendecida" por la antimateria - dijo con un tono cargado de sarcasmo - Acaba de oír al Sr. Frost, se separo del resto de la unidad tres minutos y para Viviana habían pasado tres días. Creo que es obvio que si nos separamos para una parte el tiempo correrá de modo diferente que para el otro. Y en el caso hipotético de que volvamos a encontrarnos pueden haber pasado para nosotros tres horas o tres años. Separarse no es una opción viable ni lógica dadas nuestras más que especiales circunstancias. Sugiero como opción alternativa, ya que el señor Benley se siente incapacitado para tomar el mando, que delegue su poder sobre otra persona de su gusto y así todos contentos o al menos una mayoría.


En el fondo Ghost sabia que fuera como fuese habría gente que decidiría quedarse. Desde luego era mucho más sensato y cómodo formar parte de los guerreros de la fe, que de la maldita unidad Sigma 5. Pero sus compañeros no se caracterizaban por ser gente lógica ni practica en todo momento.




Dillon Frost


Rivers decidió que lo mejor para solucionar la situación era soltar otra de sus bombas en un ambiente ya de por si cargado. Aquello no benefició a nadie. Benley se sintió dolido. No entendía a Rivers. Él tampoco. Tampoco a Benley. Ahora mismo él era el símbolo de los marines, su fetiche. Se venía abajo, sus ideales se quebraban, la moral de todos se venía abajo. Y hombres sin moral hacen cosas peligrosas. Simo ofreció soluciones. ¿Alguna que se pudiese seguir? Luchar contra una de la mega corporaciones. Ya estaba viendo los titulares "Puñados de marines con armas obsoletas derrocan multitudinario imperio industrial". Soñar era gratis. Helen, por su parte, propuso cesar del cargo a Benley. Que el propio cabo eligiese a un sustituto. Eso solo les haría más débiles. Y les separaría. Benley no iba a seguir con ellos. Algo se lo decía. Ese brujo le había dicho algo. Alguien tenía que estar de parte de él.
-¿Y quien iba a asumir el mando, Helen? ¿Tú? No te enfades, eres una máquina. ¿Rivers? Demasiado agresivo, actúa sin pensar en las consecuencias. ¿Simo? Demasiado frío. ¿Sandro? Es un perro rabioso. ¿Anette? A ella ni siquiera le gustas. ¿Balsani? Demasiado nervioso. ¿Viviana? Asustadiza. Respecto a mí, no estoy en mis cabales. Además, hablo demasiado.-Sonrió con cierta ironía.-Benley no es perfecto, pero es el mejor que tenemos. No por sus galones, sino por quien es.-Sus ojillos oscuros se deslizaron hasta Rivers.-A ver si puedes hacer el favor de esperar a que el cabo tome una decisión. Aún tiene algo que decir. Luego, ya puedes insubordinarte si quieres, marine. Pero piensa esto. Esto no es un patio de recreo, no podemos hacer lo que nos dé la gana. Si Benley toma una decisión es por que considera puntos que ni tú ni yo vemos. Quiero ir a por el sargento, pero seguimos siendo marines.-Esperó, rígido. Había acusado a Simo de ser frío pero en esos instantes él era un glaciar.



Jake Rivers


Esperaba que Benley reaccionase, pero no exactamente así. –Si, debe hacer eso mismo, Viviana. Justamente quería decir eso. He dicho que voy a ir a por el sargento y Benley ha dicho que no le parece la mejor opción. Como oficial de mayor graduación puede pedir nuestra opinión para oírla, incluso puede admitir que la demos sin que nadie la pida, pero si no le gusta mi actitud debe cortarla de raíz- No le parece tan difícil de comprender.

Vuelve a girarse hacia Benley. –Llevo mucho tiempo en el cuerpo, me he vuelto a alistar una vez tras otra. Nadie me ha ofrecido nunca un ascenso y hay un motivo para eso, yo no sería buen cabo. Soy demasiado indisciplinado. Con los demás ocurre lo mismo, uno a uno, todos tenemos alguna gran pega por la que no hemos ascendido- De hecho, incluso a él le sorprende la velocidad con la que Ghost ha propuesto que alguien tome el mando. –Unos estamos locos, otros son demasiado fríos, otros se odian entre sí. Se nos puede decir muchas cosas, la mayoría de ellas cierta, pero ¿Cuándo hemos dejado de cumplir una misión?, ¿Cuándo hemos desobedecido una orden? Si se me sugiere no ir a por el sargento, voy a ignorarlo y a seguir adelante. Si se me ordena no ir a por el sargento, tendré que cumplir la orden o alguno de tus subordinados, Benley, me obligará a hacerlo.-

También se gira hacia Dillon para responderle a él. –Sé que esto no es el patio del recreo, pero lo último que necesitamos es condescendencia entre nosotros. A mi no me importa el motivo por el que Benley tenga los galones, si es por su inteligencia, su experiencia, o porque carece de nuestros diversos defectos. Solo sé que está al mando. Admito que quería provocarle, y me alegra que los demás defendáis a nuestro líder, pero precisamente es lo contrario de lo que pretendía conseguir- vuelve a girarse hacia Benley. – Puedes contenerme por ti mismo sin ayuda de los demás, y puedes organizarnos, sabes que obedeceremos cualquier orden firme. No necesitamos alguien que nos diga lo que queremos oír o que ceda solo por librarse de nuestras quejas. Necesitamos a nuestro cabo, un cabrón que nos imponga su criterio-



Helen McFersson


Helen pensó que la unidad Sigma 5 eran menos miembros que cuando salieron hace tanto tiempo y Ghost le recordó no era tanto. A pesar de la merma del número del grupo, se hacia cada vez mas complicado como respuesta a que Helen conocía detalles de cada uno. Rivers tenía razón, lo mismo que Dillon, Benley y los demás a su manera. Las razones de cada uno eran impulsadas por sus emociones, valor, deber, miedo... pero todos debían obedecer a Benley, ya que era el mando superior al cargo. Calculo que algunos, como Joe o Rivers, podrían rebelarse y no ejecutar las ordenes. Estaba segura de que Benley era el hombre de más conocimientos del grupo, una ratón de biblioteca, como solía apodarse a este tipo de gente. Y si hubiera dicho que no tenían que rescatar al capitán, no habría echo preguntas. Simplemente habría obedecido y esperado que sus compañeros las hicieran, pues su naturaleza humana tiende a cuestionar lo que no entiende. Pero ahora, pensaba había algo más.

Benley había respondido muchas de las curiosidades del grupo. Y a Ghost le habían solucionado varias piezas del rompecabezas de aquel lugar. Pero, le daba la sensación de que había que dar la vuelta al rompecabezas para ver la verdadera imagen, las verdaderas circunstancias de aquella gente. Habían desayunado con ellos, cosa que parecía más simbólicamente que por el hecho de que nos comiéramos sus provisiones. Y tenían ante sí el futuro, un futuro negro e inhumano, pero habían avanzado cincuenta años. Gente como Anette veía a los sintéticos de combate como amenaza para su existencia, otros veían más allá... a sus creadores, las grandes corporaciones como la amenaza real. Ghost veía como amenaza a la propia humanidad, a los ricos, a los que tenían poder y ansiaban el poder total. Pero no creía sensato hacer saber a los demás su opinión. Sobre todo al oír de los labios de Dillon que la consideraba una maquina. Ahora ya no era una compañera, era una maquina. Algo activo su brazo izquierdo convirtiéndolo en un mazo dispuesto a golpearlo, pero Ghost vigilante como siempre, la contuvo.

Si, ciertamente había magia en Yamec, no sabía si esa magia la había afectado solo a ella o si solo a ella no le había afectado. Desde luego Benley no actuaba con miedo nunca, no mientras se tratase de hacer su trabajo, salvar gente. Y el capitán era uno de ellos. Del mismo modo que cuando Joe se metió en la nave Independencia el capitán nos mando a buscarlo, ahora lo lógico era buscar al capitán por muy muerto que estuviera. No, no cuadraba esa actitud y sabía que no le quedaba más remedio que obedecer ya que Benley era el encargado de manejar sus hilos.

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