martes, 6 de diciembre de 2011

Hechicería y Acero



(Whosoran es un mercenario, rudo, cruel, grande y fuerte, lo llaman El Toro de Turán. No es hombre para tomar a broma).




Prólogo


El turanio despertó aterido de frío, a pesar de que la temperatura no era excesivamente baja. Aturdido, lo primero que vio fue la cabezota de un lobo a dos palmos de su cara. El animal permanecía tranquilo, mirándole indiferente. Te sentaste, observando alrededor: un claro del bosque de la taiga, rodeado de árboles y a cubierto de grandes peñascos. No se veía, al menos a simple vista, refugio, cabaña o cueva; el murmullo de un arroyo llegaba apagado, crepitaban los leños en una hoguera donde se cocía algo, olía bien, te abrió el apetito de súbito. Se trataba de un estofado de carne, patatas, bayas, sazonado con hierbas y hojas aromáticas. Un cántaro contenía agua muy fría; algunos cuencos, pan caliente y fruta componían el resto del ágape. Varios lobos, al menos unos cinco, estaban descansando indolentes, excepto uno, más allá, aparentemente de centinela.


La mujer, estaba a unos metros enfrente, sentada en el gran tronco de un árbol centenario abatido. Envuelta en su capa, su bastón apoyado al lado, comía apaciblemente de un cuenco. Había superado la juventud largos años atrás, sin alcanzar la vejez todavía. Era hermosa, esa clase de atractivo siniestro en cada arruga que perfilaba su boca y sus ojos grises de mirada oscura y malvada.Tu primer impulso fue quebrarle el cuello y el alma. Sin embargo algo más fuerte que ese deseo te lo impedía, y no eran solo los atentos lobos, sino que no podías, algo te sujetaba las intenciones, alguna fuerza poderosa te obligaba a respetarla. Tu mano izquierda estaba vendada, te escocía y ardía. La mujer te dirigió la palabra, fría y distante:

- Come, Whosoran. Ese es tu nombre, ¿verdad? Escuché que así te llamaban tus compañeros. Eres afortunado, hombre. Todos esos tontos están muertos. Solo quedas tú. Tendrás hambre y te necesito fuerte.

Disimuló una sonrisa.

-¿Adónde te dirigías con ellos? Se os terminó el viaje. Te agradezco tu valentía y que te ofrecieses voluntario – dijo sin ocultar la burla de su tono-Ahora tu destino está unido al mío. Durante un año...O menos, si mueres antes.


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(ahora la respuesta del jugador) 

Por Lord Arzzun

Whosoran

Miré mis manos y la miré a ella, incrédulo. Era incapaz de pensar en matarla, por mucho que lo intentase. 

¡Me has hechizado! ¡¡MIERDA!! JODERRR!! -grité a los cuatro vientos, indignado.

Luego, me dirigí hacia donde estaba la comida, todavía enrojecido por mi acceso de furia, frustración e impotencia. Me senté al lado de la bruja, intentando poner una y otra vez mi cuerpo en funcionamiento, intentando una y otra vez imaginármela con el rostro amoratado, la lengua hinchada y la traquea aplastada por mis manos... 

Frustrados mis esfuerzos, empecé a comer. Tenía hambre... y el estofado estaba bastante bueno. Escuché las palabras de la hechicera, incluidas sus pequeñas burlas. No pude enfadarme con ella. ¿Había salvado la vida a cambio de un año de trabajo como mercenario? Si lo miraba de ese modo, había ganado mucho. La hechicería se colaba en mi cabeza, urdiendo pensamientos que apartaban la hostilidad de mi mente. Me encogí de brazos, jurando solemnemente que cuando sus hechizos se debilitasen esta bruja no andaría más por los páramos...

Dime, mujer, ¿qué es lo que debo hacer? ¿A quien tengo que matar?

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