lunes, 19 de marzo de 2012

Hay muchos traseros que patear 18


La desaparición del coronel y Carlota dejó a los marines sin la capacidad de reacción durante unos instantes. Sin embargo, tal como pensaba Dillon, seguían en una situación de combate. Se quitaron los arneses, alguno hizo crujir los nudillos. Sandro se mantenía extrañamente tranquilo, sosegado. Miraba fijamente el lugar donde se había sentado Carlota. Murmuró algo:
 


- Vaya mierda…

Estaban vivos. De alguna manera. En algún lugar. Los más duros. La oscuridad que tanto temía Frost se los había tragado y vomitado. ¿Cuánto tardarían en sucederles lo mismo que al coronel y Carlota? No todos aguantaron el salto. El corazón de Miguel no. Otra baja pudo constatar Frost. Serena, Jeny y el sargento continuaban inconscientes, ajenos, ignorantes a lo sucedido. Felices en su sueño. La mayoría de marines se encontraba bien, Baltasar algo indispuesto, le dio una pastilla; el médico no tenía nada roto, examinó a Joe, poca cosa lo de la frente.

Helen observó que no funcionaban los sensores exteriores que medían temperatura, componentes del aire, humedad…pero sí el de la gravedad, que señalaba la misma que en la Tierra. Se cruzó con Simo, este vio el desolado paisaje, un mundo árido de colinas bajas azotadas por el viento que golpeaba el casco maltrecho de la nave. No descubrió otra cosa.

Helen informó que el ordenador de abordo no señalaba posición alguna, ni planeta o sistema. No tenía suficientes datos para una localización. Después recibió una respuesta seca de Anette:

- No están. Se fueron. Se descompusieron. Fue horrible. No he visto nada peor en toda mi vida.


Eso era mucho, pues los ojos de Anette, como los de sus compañeros habían visto cosas inenarrables. Demasiadas.

Al otro lado el cabo Benley asumía de nuevo el mando. Formó dos grupos, de nuevo Alpha y Beta, y ordenó que todos se pusieran los blindajes Acap y los tanques de aire. La diligente Helen fue la primera en estar preparada, voluntaria, abrió la escotilla y saltó al exterior acompañada de Rivers, también voluntario; un Jake Rivers que a pesar de la situación tan fuera de toda lógica hacía planes de venganza para el futuro. Era la misma lógica y sentido que hasta ahora le mantenían vivo y con ganas de seguir adelante y triunfar. Cojeaba la piloto y el cabo le echó una mirada interrogativa, la pierna aguantaría. Ráfagas de viento furioso que arrastraba arena y polvo los recibieron. Efectivamente la gravedad resultaba idónea, los dispositivos de muñeca señalaban que el aire era respirable, algo más de nitrógeno y menos de oxígeno, 12º c. Rivers levantó la visera, tomó aire, olía acre y terroso, asintió a Helen, sin embargo era imposible respirar con aquel viento, de forma que continuaron con los tanques. El resto del equipo Alpha se unió a ellos y se desplegó: Benley, Carlo, Baltasar. Pudieron comprobar que la nave estaba realmente jodida, parte del fuselaje había sufrido lo suyo, arrugado aquí y allá, derretido el metal en varias secciones, el ala rota; daba la impresión que había sido su último vuelo. En el interior Anette custodiaba a un paciente Sandro, Dillon examinaba a los heridos y ayudaba a Simo, impaciente, y Joe a transportar la carga posible al M577. Viviana se ocupaba de que el trasto funcionase y estuviese todo en orden.


El equipo Alpha se alejó unos metros de la nave, maltratados por el incesante viento. El cielo tenía el aspecto de un moribundo y sombrío atardecer en la tierra, cubierto de gordas nubes plomo y cobre, encapotado, sin rastro de algún satélite o estrella. Se escuchó la voz de Viviana por los comunicadores:

- Atención, Benley. El radar sitúa movimiento a quinientos metros. Bastante. Decenas de puntos rojos en nuestra dirección se mueven con rapidez.

Así era, en el radar del M577 se observaban decenas de marcas procedentes del oeste. Luego aparecieron más desde el noreste y algunas en el este. Avanzaban deprisa hacia el transporte. Los componentes del equipo Alpha usaron los prismáticos, y los vieron.


Baltasar: Dios Santo. ¿Qué coño son?

Cabo Benley: Hormigas. Joder. Todos preparados. Beta, ¿cómo estáis ahí dentro?

Viviana: Casi listos. El M577 está en perfecto estado, cabo. Casi, falla un tanto el sistema de suspensión. ¿Has dicho hormigas?

Sí, se trataba de hormigas, que corrían veloces. Siluetas rojizas y borrosas a través del temporal de arena. Solo que eran enormes, medían cerca de tres metros de largo, sus colmillos podían partir a un hombre por la mitad, llevaban pinzas de escorpión que les nacían a los costados de la cabeza y también un aguijón enorme atrás.

Viviana: ¡Cabo! ¡Vienen por todas partes!

Benley: ¡Las vemos, soldado!

Se aproximaban, a menos ya de cien metros, cuando de súbito cerca de Carlo y Baltasar la tierra tembló y al poco se hundió y abrió, emergiendo una cabeza de aquellas. Los dos marines dispararon, reventándola. Salieron más, como si el interior de la tierra las escupiera. El fuego de los cañones no tardó en iluminar la semipenumbra. Otro hoyo detrás de Benley y Helen, entre los dos y la nave. Surgían, dos, tres, morían, salpicándolo todo de sangre negra, brotaban más, chasqueando sus pinzas y oscilando las antenas, amenazantes hacia el cabo y Ghost. Un tercer agujero hacia el noreste, a una decena de metros de Rivers, que vio como se le venían encima varias de esas criaturas. Simo y Joe salieron en auxilio del equipo Alpha, encontrándose con sus compañeros disparando en todas direcciones y observando que dos de esas cosas trepaban sobre el fuselaje de la Cheyenne. Lo peor fue cuando de uno de esos agujeros aparecieron tres hormigas voladoras, dos de ellas directas hacia Simo y Joe y la tercera contra Rivers.


 ( o salgo así, para ambientar XD )


En el horizonte el ejército de monstruitos se acercaba. Sandro, con aquellos ojos fríos y dementes característicos de él cuando iba a entrar en combate, miró a Anette y Dillon:

- ¿ Me vais a dejar aquí o me soltaréis para que pueda patear el culo a esos insectos? Por el coronel. Dadme esta oportunidad.



Helen


Decenas de hormigas estaban entre ellos y un mar de muchas más de ellas amenazaban con llegar muy pronto. La primera reacción de Ghost fue alzar su arma y disparar, Helen por el contrario atendió su naturaleza protectora y le sugirió a Ghost mentalmente replegarse y montar el Arma Inteligente, seria un arma más con la que contar. Sin embargo no hizo nada de eso. Vio la sangre negra y repugnante de las hormigas y se le ocurrió hacerse pasar por una de ellas. Se revolcó sobre la sangre que tenia justo al lado sin importarle si era ácido, algo corrosivo o simplemente maloliente. Quizás perdiera unos minutos vitales pero tenia que intentarlo y luego analizar las consecuencias.

- Tenemos que replegarnos Benley. - Dijo al fin después de pintarrajearse la cara con sangre de hormigas mientras volvía a disparar contra ellas - En los pasillos de la Cheyenne podremos concentrar mejor el fuego en lugar de disparar a todas partes. Eso o salir pitando en el transporte hasta que se le acabe el combustible. Elige, pero elige rápido. ¡Tú estás al mando joder!. Creo que buscan comida.

Esa última frase parecía una perogrullada y se sintió estúpida incluso antes de escupirla, no obstante la dijo por si alguien era incluso más estúpido y no se había dado cuenta. Se preguntaba si aquellas criaturas se regían por una inteligencia única, o por una inteligencia acumulada de colmena donde la inteligencia de un individuo se sumaba a la de los demás. Necesitaría tiempo para averiguar eso, y en ese instante no lo tenía. Miró aquellos minutos de manera optimista a pesar de que la muerte de cualquiera parecía llegar de súbito; "Por lo menos Rivers y Simo estarán contentos. Ahora tienen a quien matar y disparar" se dijo.


Simo Kolkka


Simo estaba echando una mano en alguna tarea aburrida dentro de la Cheyenne, mientras el equipo Alpha se iba de excursión por la superficie de aquel desértico planeta. Seguramente su tarea en el exterior fuera más desagradable y monótona que la suya, pero como buen soldado que era, habría cambiado los papeles sin dudarlo. Al parecer, Miguel tampoco había sobrevivido al viaje. Perdidos en medio de la nada, aunque visto de donde venían, no estaba seguro de que fuese el término adecuado, y sin forma de ir muy lejos. La cosa estaba bastante fea. Era una suerte que fuera para eso para lo que se habían entrenado buena parte de sus vidas. Había que intentar poner en funcionamiento la nave, y buscar comida y agua en los alrededores. Pronto llegaron noticias de actividad en el exterior. Por un instante cupo la posibilidad de que aquellos puntos rojos no fueran hostiles. Pronto sonrió ante una idea tan estúpida. Al menos no nos aburriremos...


Corrió en dirección a donde estuvieran sus preciadas herramientas de trabajo. No sabía a que se enfrentaban, así que lo mejor sería estar preparado. Se echó a la espalda uno de sus rifles de francotirador, no importaba cual, se colgó en un hombro la escopeta M21A. En la mano, llevaría la M41A1. Una vez listo para trabajar, se dirigió a toda velocidad hacia la salida de la nave. Un rápido vistazo al exterior, sumado a la escueta descripción del Cabo Benley, fue todo lo que necesitaba. Buscaría un buen sitio desde donde disparar. Lo preferible sería hacerlo desde la entrada de la nave. Si desde allí algo le obstaculizada, saldría fuera, y buscaría cobertura. Cuanto más cerca de la nave, mejor.

- ¡Que alguien coja los lanzallamas y venga aquí afuera!. Equipo Alpha, ¿que tal si volvéis a casa? Os cubrimos.


Dicho aquello, cogería la M41A1, y dispararía hasta quedarse sin munición. Sus objetivos prioritarios serían aquellos que estuviesen más cerca del equipo Alpha, y a los que estos no parecieran apuntar. Si alguno de aquellos bichos se acercaba a su posición, pasaría directamente al primer puesto de su lista. Era mejor que los Alpha se quedaran unos segundos sin cobertura a que se quedaron sin ella todo el rato. Utilizaría sus primeras bajas para testear la resistencia de aquellos enemigos. Quizás con un disparo cayesen, o quizás hiciera falta vaciar un cargador. En cualquier caso, era información fundamental. Buscaría también puntos flacos en su anatomía.



Dillon Frost


"Vaya mierda", Sandro tenía razón. La oscuridad los había engullido y los había excretado en aquel planeta donde nada se veía. Además, Miguel había muerto. El aterrizaje se había cobrado una vida más. No, él había sido el culpable. Debió preverlo. Debió prever lo mal que estaba. Debió intentar curarlo. Al menos le hubiera dado una oportunidad. No lo había intentando. Miguel estaba muerto. Podía pedirle perdón pero no sería perdonado. Le tomó el pulso para asegurarse. Nada. Le cerró los ojos y lo cubrió. Luego alzó las manos y golpeó el suelo con violencia.

-¡¡¡Joder!!!-A veces hasta una montaña de hiele se convierte en volcán. ¿Cuántos más tendría que ver morir?-Lo siento, Miguel. No me guardes mucho rencor estés donde estés.-Murmuró para sí. Había que preocuparse de los vivos antes de llorar a los muertos. Las muertes de sus compañeros menguaban en él su seguridad y su fuerza. Pensó que acabaría volviéndose loco cuando el último de sus compañeros hubiese caído. Ojalá no estuviese allí para verlo. Era algo cobarde, pero no quería ser el último. No quería llegar al final y descubrir que no había podido salvar a ninguno de ellos.

No sabían donde estaban, ni si se podía respirar allá afuera.

-Todo son noticias buenas.-Masculló. Se acercó a Anette cuando habló sobre la desaparición de sus compañeros. La tomó por el hombro y la apretó con fuerza.-Tranquila, Anette. Hemos sobrevivido a cosas peores. Sobreviviremos a esto.-No quería que a otro de sus compañeros le entrase un ataque de locura, furia, pánico o histeria. El cabo Benley volvió a tomar el mando. Tarde o temprano se acostumbraría. Un cabo mandando lo que quedaba de una compañía en el culo del universo. Alguien tendría que darle una medalla por eso.

Se armó y esperó. Helen y Rivers comprobaron que el clima, al menos, no era hostil. Faltaba oxígeno pero serviría. Al menos una buena noticia. Ahora solo necesitaban encontrar agua y comida. Y después florecillas. No, estaba siendo demasiado optimista. Aquello era un pedrusco. Les causaría más de un quebradero de cabeza. Cogió a los heridos y los llevó al M577. Solo por si tenían que salir pitando.


Prestó atención a las comunicaciones del equipo Alfa. Allá afuera había algo. No estaban solos. Se le ocurrió mirar al horizonte, a los cielos claros y despejados y preguntar.

-¿Y ahora qué?-Dios, o el gran bufón de las estrellas, había pensando que una horda de insectos desmesuradamente grandes y con hambre de carne humana estarían bien para darles la bienvenida. Pronto llegaron los disparos y la tensión. No iban a tener un segundo de respiro. Terminó de acomodar a los heridos en el M577. Escuchó responder a Viviana sobre su estado.

-No vamos de paseo, Viviana. Si no tenemos suspensión iremos dando botes.-Salió fue del blindado solo para escuchar otras de las sandeces de Sandro.-Ni aunque fueses el último hombre del planeta te daría un arma, Sandro. Y no lo eres.-Se acercó a Anette.-Estará mejor dentro. Igual que tú.-Él pensaba meterse en el blindado también. Joe y Simo habían salido como refuerzo. Escuchó a este último pedir un lanzallamas. Esa era una llamada que no podía rechazar. Porque ya habían sido puteados bastante. Ahora les tocaba a ellos patear unos cuantos traseros...aunque
fuesen raquíticos culos de hormiga.

-Recibido Simo.-

Se acercó a la vieja Betsy casi con devoción.-¿Qué, qué dices?¿Un baile?¿Ahora? Pensaba que esta noche...oh, claro, no puedes esperar ¿Eh picarona?-Se calzó al arma a la espalda, encendió la llama. El discreto fuego susurraba como las palabras de una amante. Acarició el perfil del arma, allí donde estaban tatuada las palabras "Sin contemplaciones"-Carlo, no sabes lo que te agradezco que trajeses a mi chica para este baile.-Saldría afuera.-Las hormigas quieren estropear nuestro picnic, pero no las dejaremos.-En ese momento no pensaba en que se enfrentaría a insectos gigantes y en lo poco que le gustaba eso. En ese momento solo pensaba en achicharras unas cuantas cosas.

Se colocaría de tal forma que pudiese cubrir a Joe y a Simo sin que a estos les afectase su radio de acción. No quería quemarlos por error. El fuego asustaba a las fieras. No sabía si el aliento de la vieja Betsy haría huir a esas hormigas. Desde luego, tampoco les resultaría agradable. Bañaría la zona incluso antes de que llegasen, solo para demostrar a que se estaban enfrentando. Cubriría a sus compañeros y esperaría a que volviese el grupo Alfa, o a que Joe y Simo corriesen en su dirección para seguirles. Aunque también había otra posibilidad.

-Helen tiene razón. El M577 es una buena opción. Mientras tanto...-Iba a disfrutar con eso. Porque al siguiente momento podía desaparecer o encontrarse con que él era parte del bufé libre de las hormigas gigantes. Así que iba a disfrutar de ese combate como si fuese el último. Liberaría tensiones. Un último baile con Betsy. Tuvo un momento de cordura en el que pensó en huir o al menos refugiarse en el M577. En ese instante de lucidez comprendió la gravedad de la situación y lo raro que estaba resultando todo. Esto no era algo que ponía en el folleto de los marines cuando te alistabas. Parpadeó, la cordura, si alguna vez había estado allí, desapareció.-...mientras, ¡Rock and Roll!-Y que ardiesen esos mamones.




Jake Rivers


Le resulta paradójico encontrarse en una roca con atmósfera respirable y aún así depender del oxígeno “enlatado”. Precisamente el aire les impide respirar sin casco. La suerte no ha mejorado ni siquiera al pisar tierra, aunque poco puede quejarse, siguen vivos.

El lugar parece un desierto rocoso, azotado por el viento, sin duda creando infinidad de sonidos y ecos extraños. Para muchos debe ser la imagen misma de la desolación, a Rivers solo le parece un lugar tranquilo. Si encontrasen una forma de subsistir, este sería un buen sitio para esperar un hipotético rescate. Es todo cuanto pueden hacer. No han encontrado estructuras, carecen de datos sobre la roca… por el momento es imposible salir de allí valiéndose únicamente de sus propios recursos.


La exploración revela pocas cosas útiles – Realmente hemos ido a parar a un desierto

-. Han prolongado la agonía, nada más. Quizás aguanten unos días sin comida, incluso unas semanas, pero el agua es completamente necesaria. Al parecer están condenados. – Aún es pronto para rendirse -. Seguramente quede mucho planeta por explorar. Encontrar alguna colonia sería mucho pedir, pero dar con agua quizás no. Comprueba si le cuesta mucho moverse o por el contrario se siente más ligero. Si el peso parece ser el mismo significa que las dimensiones de esta roca son considerables. Si son considerables hay muchos lugares donde vayan a poder buscar. Tal vez simplemente sea un lugar estéril, pero al menos se desesperarán menos mientras buscan, porque siempre quedará la esperanza de encontrar algo en el último momento.

Desgraciadamente algo les encuentra a ellos antes del último momento, mucho antes. Parecen hormigas, un poco más crecidas eso si, pero es lo primero con lo que se le ocurre comparar a esos seres. Les atacan en masa, quizás ningún estratega aprobaría una táctica tan burda, pero a la naturaleza le importan poco las reglas de la guerra.

Los demás parecen dividirse entre la euforia y la preocupación, Rivers no se siente tan inclinado hacia ningún extremo, sin embargo sonríe. –Estos seres no viven del aire- Deben tener algún alimento, incluso con suerte sus organismos necesitarán agua para subsistir, eso significa que el plantea, por llamarlo de algún modo, no es tan estéril. Por supuesto es una apreciación estúpida si no consiguen salir vivos de allí.

Al ver el gran enjambre enemigo echa de menos el SADAR. Habría servido para un primer buen tiro, frenando el avance inicial, y luego podrían retirarse algo más ordenadamente. Por desgracia es mejor contar únicamente con lo que tienen. Además, el lanza misiles se guía por el calor, quizás estos bichos emitan poco, nunca se sabe.

Sus compañeros empiezan a disparar de inmediato, es razonable, pero no tienen balas para acabar con tantos, ni siquiera suficientes cómo para asustarles, si es que conocen el concepto del miedo. La batalla debería convertirse rápidamente en una retirada hacia el blindado para intentar salir de allí cuanto antes, después de todo ahora sí hay un poco de esperanza.

Comienza a disparar él también, tratando de acertar donde más vaya a molestar a estos seres. De tener cerebro imagina que estará en la cabeza, más o menos en el centro. De no tenerlo… es tan buen sitio para apuntar cómo cualquier otro, porque acertar en las patas para tumbarlas sería demasiado complicado en una situación cómo esta. Por tanto ya tiene algo parecido a un plan de acción, ir retrocediendo hacia el blindado mientras contiene tanto cómo puede a estos nuevos “enemigos”. Escucha cómo varios también han caído en la cuenta de usar el blindado para escapar. Todos siguen siendo marines coloniales, se alegra de saberlo.

Pronto acaba el tiempo para la alegría, no había imaginado que esos bichos también volasen… aunque ahora le parece absurdo no haberlo hecho, después de todo ¿por qué no?

Mira fijamente al “pequeño” bastardo volador que se dirige hacia él. Está apunto de aprender la misma lección que aprendieron demasiado tarde sus compañeros amotinados. – Si juegas con Rivers no jugarás con nadie más nunca - Supone que tienen una gran maniobrabilidad, además esos aguijones tienen mala pinta, quizás puedan maniobrarlos tanto hacia arriba cómo hacia abajo. Es mejor prepararse para lo peor, por eso supondrá que incluso pueden escupir alguna sustancia peligrosa. Retrocederá en una posición alzada, mostrándose cuan largo es, esperando a tener ese bicho lo suficientemente cerca cómo para que no le sea posible variar su trayectoria. En ese instante se dejará caer, clavando una rodilla en el suelo y acribillándole con una larga ráfaga de su rifle. Por supuesto estará atento a cada instante, no quiere ser golpeado por ninguna extremidad, así que también rodará tras disparar, para dejar que esa cosa pase de largo. Si aún sigue entera seguirá disparando.

Luego seguirá replegándose hacia el Blindado, con suerte llegará a tiempo. Si lo hace y consiguen arrancar, sugerirá buscar una zona mucho más rocosa. Ellos mismos no podrán moverse demasiado por un lugar así, pero a los bichos les debería costar mucho más excavar túneles bajo ellos, de ese modo tendrían más controladas las zonas por las que pueden ser atacados… o eso espera.




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