domingo, 4 de marzo de 2012

Hay muchos traseros que patear 9

9


Las comunicaciones no funcionaban; la oscuridad se mantenía, densa, caliente, la temperatura ascendía; el silencio era roto por el crepitar y los crujidos de los lamentos de la nave, por el goteo distante del agua y por las voces de los marines y llamadas de socorro. En el segundo nivel, donde se encontraba el puerto de atraque, el vozarrón del sargento Kaplizki resonaba en pasadizos y salas. Los soldados se identificaban y daban nota de su posición y estado. Las luces de linternas de mano y del casco iluminaban las dantescas escenas; los sensores de muñeca funcionaban, marcaban una temperatura de 37º c. y un 90% de oxígeno en el aire.

Jake se quitó de encima aquel cuerpo casi carbonizado que un día fue Karl. Una mano le palmeó la espalda, era Verónica. Juntos buscaron a los demás, se les fueron uniendo otros compañeros. El coronel no daba señales de vida, tropezaron con un cadáver, resultó ser el del sargento De la Piazza, estaba tieso, como congelado pero a la vez la carne se notaba reblandecida. Encontraron la pequeña dependencia de material donde ya estaba el cabo Linch con Eric y Baltasar, cargando con un montón de grandes linternas alargadas.


A los gritos de Carlo tan solo respondió Helen. La mochila de esta última apareció y mientras ella trataba de componer el destrozo de la rodilla, Carlo se dedicó a buscar a los demás. El fuego, de forma extraña se había apagado, aunque persistía su olor y el humo. El riesgo de asfixia era inminente si no salían de allí, dio varios vistazos pero únicamente encontró el cuerpo de una de las pasajeras, muerta con los miembros rotos. Luego, sujetando a Helen, la ayudó a levantarse y con ella cojeando salieron del hangar. Una venda cubría la rodilla de la chica, y una primera cura cerró la herida del brazo; la de la frente no revestía gravedad. Poco a poco llegaron al puerto de atraque, a una distancia corta, allá se reunieron con los otros. Kaplizki decidió que todos subieron al nivel uno, por las escaleras – ascensores no funcionan -, a la enfermería, a excepción de Sandro y Verónica, a los que ordenó que siguieran buscando al coronel y al sargento Ramírez en compañía del cabo Linch.

En el primer nivel, en una enfermería patas un vistazo reveló a Dillon que los otros pasajeros rescatados estaban muertos, a excepción de la chica última que salvaron, la que se aferraba con uñas y dientes a la vida. Le respondió Annete, Joe y Miguel; la marine Annete le echó una mano con el torniquete a Miguel, después de extraerle el trozo de metal, y hacer lo que podía con la sangrante herida de la que se ocupó Frost. Después, el médico se ocupó de la joven rescatada, y Annete, con un vocabulario perlado de maldiciones, junto a Joe se esforzaban por ordenar la enfermería y Miguel se ponía en pie sudando. Al rato, llegó el resto de marines a excepción de los tres que se quedaron buscando abajo en el segundo nivel, Linch, Sandro y Verónica.

Allí estaban, ilesos, el sargento Kaplizki, cabo Benley, Eric, Anette, Dillon, Joe, Carlo y Alí. Baltasar tenía un profundo corte en el antebrazo, el traje de Jake estaba quemado y debajo la piel había sufrido lo suyo desde el pecho al brazo izquierdo, primer grado, Dillon le inyectó algo para aliviar el dolor y rebajar la laceración de las quemaduras; Miguel la pierna, Helen rodilla y brazo. De súbito crepitó el intercomunicador de los cascos, era Viviana, el sargento le respondió, también sonó la voz del cabo Linch. Algo era algo en aquel desastre. Sin embargo nada del piloto Absolon ni Orlando.


Viviana:- El ordenador principal está muerto. No lo comprendo, aparentemente no sufre daños. Sigo con él.


Intervino Carlota:

- Aquí Carlota, sala de energía – tercer nivel -. Estoy bien. Ludwin ha desaparecido. Daños graves en sistema de refrigeración; oxígeno a muy bajo nivel.

- Kaplizki:- Calcula para cuanto tiempo nos queda, Carlota. Anette, ayuda a Dillon con los heridos.

- Linch, nivel dos. Informo: Hemos encontrado a Kimberly, muerto. Está frito. Sin rastro del coronel. Seguimos la búsqueda.


Las tinieblas persistían, pero gracias a las grandes linternas, la luz era suficiente. Anette mencionó que le deba la impresión que el Independencia “se movía”. Los demás no notaban tal cosa. Permanecieron un instante en silencio sin movimiento alguno, pero nada. Afuera, reinaba una oscuridad absoluta, sin estrellas, engullidos por el espacio eterno, Ni Europa a la vista ni siquiera Júpiter. Vacío total. Entonces Eric empezó a temblar, se estremecía, la piel de su rostro se distorsionaba, se agitaba nerviosamente, el brazo derecho se le hizo translúcido, se le veían los huesos. Vomitó, se calmó, de nuevo temblaba, comenzó a gritar:


- Vamos a morir, todos, vamos a morir. ¡¡Hay que salir de aquí, hay que salir de aquí!!

Alí se acercó para tranquilizarle, y antes de tocarle siquiera una descarga eléctrica procedente de Eric lo lanzó contra la pared, aturdido. El propio Eric se quedó blanco ante eso. Agarró su fusil, os apuntó y amenazó que nadie le detuviese. Salió corriendo de la enfermería hacia las escaleras. Kaplizki avisó a Linch, en el segundo nivel. Ordenó a Carlo y Alí, que fuesen tras Eric, que lo neutralizaran. A Joe que fuese con Viviana, segundo nivel. Miguel, le daba igual la pierna, que ayudara a Carlota, acompañado por Verónica, se encontrarían abajo. Jake y Helen, que parecía que su rodilla aguantaba, debían ir al centro de control, a ver si daban con los dos pilotos.

Eric corría por los pasadizos, se giró y abrió fuego contra Carlo y Alí. Estaba fuera de sí, llegó a las escaleras y bajó por ellas al segundo nivel, seguramente hacia el hangar donde se encontraba la otra nave Cheyenne. Anette persistía en su idea de que el Independencia se desplazaba. Viviana esperaba a Joe. El calor aumentaba, 40 grados, Carlota no obtenía éxito en sus esfuerzos. Dillon estabilizó a la pasajera superviviente y cauterizó, cortó, limpió, curó y demostró su habilidad con aquellas grandes manazas de dedos hábiles. Kaplizki preguntó:


- ¿Alguna idea sobre qué leches son los efectos de la antimateria?

- Desintegración. Por ejemplo – respondió Baltasar -. ¿Y si cogemos el Cheyenne o las cápsulas de salvamento?


- ¿A dónde? No tenemos ni puta idea de en qué lugar nos encontramos – replicó Anette -.

Se escuchó otra voz en el intercomunicador:


- A-quí…Serena…Nec-cesito ayud-a. Por f-favor- No puedo res-pirar- Han-gar.

Kaplizki mandó a Dillon hacia allí. Avisó al resto. Y anunció que vigilasen a cada marine, ya habían visto lo que le sucedía a Eric. No quería más muertos, pero que extremaran las precauciones.

85% de oxígeno. 41º c.

Dillon Frost


Había estado concentrado en su trabajo, sumido en sus tareas de médico. Sus manos, rígidas como el acero, hacían lo que podían, remendando aquí y allá lo que los destrozos de la nave habían conseguido. Suturaba, cerraba, curaba…a veces cortaba, pinchaba, trinchaba. Solo era un trabajo gratificante cuando servía de algo. El resto de las veces solo era zambullirse en una piscina de excrementos sangrientos.

Ayudó a Miguel con la pierna. Dejaría de sangrar con el torniquete. No era una medida definitiva.

-No te lo dejes mucho tiempo o se gangrenará.-Le comentó con voz fría.-Y entonces tendré que amputar.-Sus ojillos brillaron un momento.

Necesitaban a todos los efectivos. Eran marines, los perros de caza de los dioses de las estrellas. Sobreviviría, al menos a su pierna. Atendió a la civil. Frágil, inocente. Hace unos días seguramente se habría despertado pensando en que sería un buen día. Luego los locos, ahora esto. La estabilizó. No supo muy bien como, pero allí estaba. Su corazón latía. Se miró sus manos, negras, rojas y blancas. Durante un momento se sintió un gigante, un coloso capaz de hacer cualquiera cosa. Le había ganado una carrera a su vieja enemiga. Entonces llegaron el resto de los supervivientes.
Esperaba que hubiese más. No tuvo tiempo para aciagos pensamientos ni para preocupación. Pasó lista mentalmente y solo llegó a saber que faltaban demasiados nombres. Atendió las quemaduras de Jake.

-La próxima vez que decidas hacer una barbacoa recuerda que no eres parte del menú.-No había un atisbo de felicidad en su rostro, no era una broma, más bien una reprimenda. Inspeccionó a Helen, aunque parecía que se las había apañado bien sola.-Puedes seguir bailando un poco más.-Entonces llegó una comunicación. No había noticias buenas.

Y había algo más. Algo inquietante en aquel suceso. La oscuridad. No había estrellas allá afuera, como si un monstruo estelar les hubiera engullido y se encontrasen dentro de su garganta. Anette tenía la sensación de que la nave se desplazaba. Dillon no era hombre supersticioso pero si creía que el espacio era, en su mayoría, un lugar desconocido lleno de misterios. Una vez se había topado con uno y aún le duraban las secuelas. ¿Estaban ante otros de sus misterios? Era como si toda la nave se hubiese movido a un lugar donde no existía el tiempo ni el espacio, a un lugar donde se arrastraban como peces muertos en la corriente de un río contaminado. Aquella inquietud persistía. Había algo más, ahí fuera, en las tinieblas.

Eric no soportó esa presión. Se volvió loco. Habría que haberle parado a tiempo. Debió verlo. Era su responsabilidad. El sargento ordenó a Carlo y a Alí que fuesen tras él. Le lanzó unos sedantes a Carlo.

-Usa eso si sigue con ganas de juerga.-El sargento dio más órdenes. Preguntó por los efectos de la antimateria. La desintegración era uno de sus efectos ya lo habían visto. Pero. ¿Y si había algo más? ¿Algo que la ciencia humana no había logrado desentrañar? El hombre siempre estaba jugando con todas las fuerzas y energías del universo y a veces uno no sabía quien controlaba a quien. No quería decir las extrañas ideas que se estaban pasando por su mente, desde otras dimensiones hasta un agujero negro. No, además no tenía prueba de eso. Agradeció tener algo que hacer.

Asintió ante la orden del sargento. Serena no había sonado muy bien. Salió corriendo de la enfermaría en dirección al hangar, cada momento contaba.

-Ya voy, Serena. Intenta mantener la calma.-La calma, una gran broma. Era él quien luchaba por mantenerla. Por fuera daba la impresión de ser una roca negra que no se tambaleaba por nada. Por dentro era una congregación de terremotos que lo sacudían hasta en los niveles más profundos. No sabía si aquel cacharro funcionaría. Lo golpeó un par de veces para probarlo.

-¿Dónde estás herida?-Y luego, algo más.-Te salvaré…-Era su trabajo, su misión en la vida. Mientras recorría los lóbregos pasillos alumbrado por su patética linterna se obligó a no mirar afuera por escotillas o ventanas de navegación. Se obligó a no pensar en lo que escondería aquel lugar tras aquel velo siniestro.


Helen



La antimateria había destrozado la Independencia como si de un guiñapo se tratase. La temperatura subía, e inversamente el oxigeno bajaba. Era como si hubiera un fuego que consumiera el oxigeno que tenían. Helen miro por tercera vez para asegurarse de su conjetura y la hizo saber al resto.

- Parece que hubiera un fuego que consumiera nuestro oxigeno. Sugiero el ir revisando toda la nave e ir cerrando las puertas y compartimientos a nuestro paso. Eso impedirá por un lado que se consuma todo el oxigeno, solo lo hará en compartimientos aislados. Por otro, sabremos por el incendio o lo que sea debido a la presión que produzca.


- Viviana – dijo por el comunicador - ¿Puedes resucitar el ordenador principal con las placas y circuitos de las terminales? Nos haría la vida más fácil para determinar que zonas están operativas, abrir y cerrar a distancia los compartimientos, activar las cámaras de vigilancia, la luz general, dónde hay un gasto de oxigeno anormal, etc. - hizo una pausa y luego añadió algo que, aunque lo consideraba improbable, deseaba saber la opinión de sus compañeros. En especial la del ilustrado Benley - ¿Alguien considera probable que la bomba de antimateria fuese pensada con el propósito de forzarnos a meternos en las cápsulas (de salvamento) para a su vez, por otra disrupción electromagnética, nos pase como a los de la nave Pegaso V? Con lo cual, nos convertiríamos en una especie de Semilla del Caos. ¿Alguien lo considera probable? Y, si la antimateria crea y destruye materia, muy posiblemente nos pase como a las corrientes de aire terrestres. Aire caliente, sube y crea un vacío que atrae al aire frío. Así que debemos pensar si vamos a la Cheyenne o a las cápsulas de salvamento ya.

Observaba como con fría rutina, el aficionado matasanos Dillon, cosía a sus compañeros, aplicaba vendajes, dosificaba medicinas y calmantes. Su cuerpo se puso en tensión cuando éste le hecho una mirada, para luego seguir con su trabajo.

Alguien hablo por el intercomunicador con tono agonizante. Reconoció la voz de Serena mientras cojeaba hacia la sala de control. Hablaba de manera entrecortada, como los legendarios telégrafos. Estaba en el hangar, y le quedaba poco oxigeno. Carlo no reviso adecuadamente con las prisas del humo y la asfixia y enviaron a Dillon para revivirla. Sin embargo antes tenía que encontrarla.

- Dillon, si puedes llévate una bombona de oxigeno y protégela del calor. La lógica me dice que os hará falta.


Jake Rivers


Se alegra de no tener que encender la bengala, nunca se sabe cuando pueden hacer falta. Saluda a Verónica con la mano, por algún motivo le parece mejor que hablar en esos momentos. El pobre Karl no ha tenido la suerte de sobrevivir. Ahora no pueden hacer nada por él, o más bien por su cadáver. Por su parte, procura no prestar demasiada atención a la quemadura, ya tendrá tiempo para eso cuando sepa si van a sobrevivir. Coge una de las linternas, la suya se ha roto, necesita reponerla de algún modo. Estando en la pequeña dependencia para el material, busca algún tipo de cinta adhesiva o algo que sirva para atar la linterna al fusil. No es un gran sistema, pero es el único que tiene por ahora.


Parecen haber fijado la enfermería cómo punto de reunión. Le parece bastante adecuado, es donde pensaba dirigirse de todos modos. La situación no pinta nada bien, cada noticia es un poco peor que la anterior. Desde luego la misión no ha salido nada bien. Dillon atiende su quemadura mientras suelta uno de sus comentarios habituales

– Es que me invitaron por sorpresa - Sonríe mientras su compañero revisa la herida – Karl no tuvo tanta suerte – no se muestra demasiado triste por la pérdida. No es su estilo, ellos son marines, si ahora se parasen a pensar en todos los que han muerto en tan solo unos instantes, no serían capaces de seguir adelante – Creo que fue él quien me quemó… aunque no estoy seguro –


Mientras tanto Ghost ya está sugiriendo algo. Si, quizás estén perdiendo oxígeno pero no cree que puedan evitarlo fácilmente

 –La nave está bien jodida, no creo que podamos aislar unas secciones de otras. Es un milagro que siga siendo habitable por ahora. Aunque podríamos intentar cerrar las secciones donde no estemos, claro, no nos hará daño intentarlo

Por sorpresa Eric comienza… no tiene ni idea de cómo describirlo. Lo importante es que pierde la razón, disparando contra ellos. Observa cómo Dillon les lanza sedantes. Servirán de poco si Eric sigue disparándoles sin atender a razón. Lo peor es que podría dañar lo que queda del independencia. Deberían asumir que también lo han perdido a él, actuar en consecuencia, ahora es un peligro para todos. - No os dejéis matar, ya somos bastante pocos - Es lo más parecido a ánimos que Rivers puede darles. Por su parte Ghost sigue hablando sin parar, debe ser su forma de escapar de la tensión, pero a él le parece un poco paranoica.

– La bomba antimateria podía haberles explotado antes de que llegase nadie. Las cápsulas de sueño no funcionaron con precisión, no podían planificarlo. Si hubiese muerto entonces quien cargaba con la bomba, no habría quedado nave para ir a rescatarla. Son hechos aislados – no puede estar seguro, claro, pero es que en este momento tampoco le importa mucho. Sus principales preocupaciones son la falta de oxígeno y demás soportes vitales. Si solucionan eso se preocupará por cómo van a salir de aquí y… llegar a algún lado. Cuando esas pequeñeces estén resueltas pensará un poco en los posibles motivos para todo esto.


Revisa su equipo – Vamos Ghost, tenemos que encontrar a los pilotos – Por lo que sabe Eric está suelo y armado. No sabe si han encontrado los cuerpos de todos los civiles rescatados, pero quizás no, y quizás haya más de un terrorista. Es mejor ir con cuidado. Para Rivers la mejor forma de sentirse seguro es con un arma en las manos. Va a moverse cómo si esperase encontrar hostiles. Supone que la peor noticia sería no encontrar vivos a los pilotos, entonces están todos jodidos. Quizás la misma Ghost sea capaz de pilotar la nave… entonces no le parece acertada la decisión de enviarla precisamente a ella a buscarlos. Dejará las quejas para luego.

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