lunes, 26 de marzo de 2012

Hay muchos traseros que patear 22


Estaban vivos dentro de una lata de sardinas blindada como un bunker y cargada de armas, munición y adrenalina. Se respiraba sudor, sangre, angustia, desespero y triunfo, en una mezcla confusa en la que resultaba difícil señalar qué elemento predominaba sobre los demás.

Vivos. Lo cierto es que no todos. Baltasar no lo resistió, murió aferrando la mano de Simo, asintiendo con la cabeza, una sonrisa amarga en la boca, una luz brillante en sus ojos. Otro más que caía.

- Todos lo hicisteis bien, Dillon. Pero no quiero perder a nadie más, a ninguno. Si te digo que no hagas tal cosa, no la hagas. Eso va para todos. Y si no estáis conformes, que otro tome el mando. ¿Está claro?

Benley se secó su brillante y húmedo rostro con la manga. Dillon se esforzaba con el desmayado Joe, con las heridas de Rivers y Helen, con los rasguños de Carlo. Anette empezó a ayudarle después de que dejasen de temblar sus manos y su cuerpo por entero. Tiró a un lado el Arma Inteligente, se sentó, tomó un sedante. Luego hizo lo que pudo. La información sobre el veneno que le facilito Ghost le vino bien, pues Anette preparó bajo la supervisión de Dillon una suspensión que inyectó a los dos marines afectados por el veneno. Rivers se estabilizaba, empezó a recuperar la visión, el oído, aunque continuaba sin sentir sus miembros; tenía algo de fiebre, notó el hambre y un sabor agrio en la boca. A Helen le fue igualmente bien el componente en su torrente sanguíneo. Rivers no perdió la capacidad de deducción y reflexión, dio su opinión sobre el camino a seguir. Preguntaron sobre el rumbo. No lo había, según Viviana, era largarse. ¿Acaso importaba? Que algún listo sacase el mapa, ironizó. Benley observó el radar, había una posible zona rocosa al noreste, bastante lejos. El M577 tomó esa dirección.


La mayoría se quejó, preguntó quien dejó a Sandro libre. Le llamaron perro y loco. No le gustó al prisionero, que enseñó los dientes y una de sus mejores sonrisas de psicópata. Viviana, desde el volante, alzó la voz respondiendo:

-¡Yo! Yo lo hice. La situación lo requería. ¿Qué pasa? Lo necesitábamos.

Simo, satisfecho, si se puede decir tal cosa, por sus disparos sobre la hormiga voladora, a la vez estaba malhumorado, encañonó al marine, se encontró con que este también le apuntaba con una pistola. En la mirada de Sandro se leía que dispararía sin dudarlo, en la de Simo también. Un vozarrón grave se escuchó de pronto; sentado en el suelo, apoyado en la pared, el adusto y recio sargento Kaplizki había vuelto en sí. Sus ojos duros enfocaron a los dos soldados, abarcó cuanto sucedía en el reducido espacio del blindado:

- Soldados, bajad esas armas. Es una orden que no repetiré. Sandro, volverás a ser esposado, para tu protección y la del resto. Provisionalmente. Nadie te tocará. Dillon se encargará de ello. Ponedme al corriente.

Sandro dudó unos segundos, accedió, obedeció al sargento. Fue esposado. Simo lo dejó estar *.


Sin embargo una nueva noticia cayó como agua fría por sorpresa sobre todos ellos. Helen era un sintético. Anette parpadeó, confusa, incrédula. Benley puso cara de “ya me olía algo así”. Sandro lanzó una carcajada típica:

- Jajajaja! Así que una marine sintética. Un maldito robot. Y pensar que más de una vez estuve a punto de meterme en tu litera. Jajajaja. Tampoco sería la primera vez que echo un polvo con un sintético. No me jodáis, ¿acaso no lo habéis probado? Jajajaja!!

Anette sintió cierta repulsión. Se apartó de ella, balbució:

-Sus análisis eran normales…su sangre…es como la nuestra. Todo…no lo entiendo.

Sargento: Es un modelo de última generación. Prototipos experimentales para el ejército. Una máquina de guerra multifunción. Mejorado su cerebro, mucho más inteligente que la de los anteriores, mayor capacidad de reacción y aprendizaje. Viviana, intenta lo que dice Helen. Cabo, ocupa su lugar. Simo, deja tu rifle y encárgate de la tronera.

Viviana se aproximó. No le gustaba aquello. Miró recelosa a Helen, cuyas constantes vitales se mantenían al mínimo, apenas le quedaba energía para moverse. Sus nanos trabajaban frenéticamente reparando el sistema, sin embargo necesitaban ayuda exterior. Viviana protestó débilmente:

- Sargento, señor…Yo…yo no estoy familiarizada con estos…con estas máquinas.

Kaplizki insistió. Viviana se puso manos a la obra, su expresión teñida de un ligero tinte de repugnancia.

Algo golpeó en el techo exterior. Simo pudo ver una hormiga voladora, que abatió con los lásers. Por el visor vio otras que se acercaban surcando el aire espeso y parduzco. Benley aceleró.





Simo Kolkka


No había servido para nada. O técnicamente, para muy poco. Al menos tenía un cuerpo que entregar a su familia si por un milagro encontraban una forma de llevarlo a cuestas hasta casa. Poco probable, pero era algo. ¿Había merecido la pena estar a punto de morir por aquel montón de carne? Eso ya era lo de menos. Las probabilidades de supervivencia volvían a disminuir.

Cuando fue a buscar a Sandro, este le estaba esperando. Al parecer además se loco se había vuelto estúpido. Si única posibilidad de ganar era haberle disparado según se acercó. Simo, sin embargo, podía disparar de modo que el enemigo no tuviera tiempo para apretar el gatillo. Era su trabajo, al fin y al cabo. A pesar de que no era un método seguro, tenía la suficiente confianza como para arriesgarse. Revisó sus reglas morales antes de decidir que hacer. Ley primera. Los marines solo combaten enemigos. Sandro le estaba apuntando con una pistola, y era capaz de disparar. Pero era un marine. La definición de enemigo era demasiado ambigua. Ley tercera. Los marines no torturan ni matan prisioneros. No iba a torturarlo, sino a matarlo, y además, no era un prisionero, puesto que estaba suelto y con una pistola en la mano... Antes de llegar a una resolución, al sargento Kaplizki le pareció un buen momento para despertarse. Claro como el agua. Bajó la escopeta, atento aún a cualquier movimiento inadecuado por parte de Sandro.

Las buenas y moralizantes noticias no dejaron de fluir. Un marine sintético. Por algún desconcertante motivo, la reacción de Sandro le hizo sonreír. No sabía como tomárselo. En realidad, no sabía como tomarse nada. No era su trabajo.

- Una maldita tostadora... y necesita pilas...- no daba crédito. Se intentó concentrar en su rifle, pero aquello era demasiado.- Al menos los electrodomésticos no se vuelven locos, ¿no? No le afectará esa especie de... descomposición.

Fue un verdadero alivio el encargo del sargento. Además, al poco rato, unas moscas llegaron para ayudarle a liberar estrés acumulado. Desde allí sería como jugar a un videojuego. No tenía que preocuparse por nada; solo disparar.




Dillon Frost

"Todos lo hicisteis bien, Dillon". La voz del sargento martilleaba su mente una y otra vez, de forma mecánica, insistente. Sus oscuros ojos estaban posados sobre el cuerpo de Baltasar. Simo se había arriesgado lo indecible por ir en su ayuda. Había efectuado un disparo milagroso y había corrido a través de un mar de mandíbulas para salvar a aquel hombre. Ahora estaba muerto. Simo había cumplido. Él no. Apretó sus manos, con contenida ira, y cerró los ojos. No quería ver el rostro de su compañero muerto. Otro rostro más. Demasiado tarde. Ya estaba en su memoria, dentro, en lo profundo, para atormentarle en las noches febriles y en las largas guardias.

-No todos, señor, algunos fallamos al final...-Siguió con su trabajo. Nadie parecía correr peligro. Helen les facilitó datos sobre el veneno. Anette preparó un antídoto. Se lo inyectaron a la piloto y a Rivers.

-Si vuelves a andar, recuerda, no es para patearle el culo a alguien con un misil.-Le dijo, sombrío. Hablaron sobre Sandro. Simo se encendió. Aunque era un marine muy formal. Su arma encañonaba al prisionero. Viviana confesó haberlo liberado. Lo tendría en cuenta para el futuro. No por reproche, sino por precaución.

-Hiciste bien, Viviana.-El sargento se despertó. Eso aliviaría los hombros de Benley. Apenas prestó atención cuando Sandro bajó el arma. Se dedicó a sus quehaceres. Ese otro asunto ya estaba resuelto. Intentó ayudar a Helen. Escuchó lo que decía. No tenía sentido.

-Será mejor que ponga un sedante, Helen. Debes tener los nervios destrozados.-No era así. La mujer se rebeló como una máquina, una sintozoide, un robot sintético igual que un humano salvo por el hecho de que no estaba vivo. No supo como sentirse. Esperaba coser su pies, arreglas algunos vasos sanguíneos...no trocear unos cables ni empalmar unos circuitos. Quedó aturdido, confuso. ¿Un androide? Ni siquiera una mujer. Un robot, sin sexo, no una mujer, una compañera, solo una máquina. Igual que el panel de control de M577. Escuchó a Sandro.

-Permiso para amordazar al prisionero, sargento. Al menos hasta que tenga algo interesante que decir.-Entornó los ojos.-Seguramente hasta el fin de los tiempos...-Se apartó de Helen, Viviana la atendería mejor.

Vio como a Viviana no le gustaba tener que atender a la máquina. Helen, se llamaba Helen. Sandro se había burlado, Simo había resultado ofensivo. Anette se había retirado discretamente. ¿Qué sientes cuando un amigo resultar no ser más que un código base formado por unos y ceros? Sus palabras eran respuestas programadas con efectividad y sus actos no nacían del alma...sino de una secuencia lógica y estéril. Asustaba un poco. Entendió a Anette, así como a Simo y a Viviana. A Sandro no, ese mal nacido estaba loco.
Tuvo algo de tiempo para pensar sobre el asunto. Meditó sobre ello, taciturno, hasta que decidió dar una contestación, bastante tardía, a todos aquellos sucesos.

-Sigue siendo nuestra compañera. Hemos luchado a su lado, sangrado con ella y sudado penurias en los rincones más oscuros de este universo. Entonces, a ninguno de nosotros nos importaba si ella era humana, un sintético o un calamar. Ahora debería ser igual. Ella no ha cambiado, solo lo que sabemos de ella. Sigue siendo una de nosotros, un marine. Y para mi es suficiente. Por eso no entiendo estos...aspavientos y esas palabras. Si alguno cree pertinente usar términos como tostadora o electrodoméstico...será mejor que se los guarde.-Gruñó. Estaba mascando muchas palabras que era mejor no decir.- ¡Lo que me faltaba! ¿Vamos a empezar a hacer diferencias entre los marines? En esta unidad jamás se han hecho distinciones sobre sexo, condición social, origen, raza...Nosotros no juzgamos, somos uno. Así debemos seguir.-Se quedó a un lado, meditabundo. "¿Puede uno ser sin sentir? ¿Tienen alma la máquina? ¿Un alma virtual? ¿Sueñan los androides con...? Basta, toda esta cháchara filosófica no sirve de nada. A veces hay que dejar de buscar explicaciones a las cosas para aceptarlas tal y como vienen".

Hormigas, en lejanía, un problema real. Revisó a Betsy, había sido de gran ayuda. Se aseguraría de que estaba en perfecto estado y el tanque de combustible en buen nivel. Seguramente tendría que sacarla a bailar dentro de poco. Rivers había indicado que sería más sensato viajar hacia suelo más duro. Tenía razón.

-Puede que haya otra clase de vida en este planeta. Si esos insectos dominan la zona es lógico pensar que otra posible existencia conviva en los lugares más seguros, lejos de ellas. En las rocas a las que nos dirigimos.-Podía haber asentamientos en aquella zona rocosa. Era una buena decisión. Hasta entonces intento mantener la mente fría, el cuerpo en calma y descansar.





Jake Rivers


Nota un leve pinchazo, ignora de lo que se trata, quizás uno de esos medicamentos inútiles, algo para cortar el dolor –pero si no me duele…-. Poco a poco va saliendo de la oscuridad, comienza a ver y a oír algo más que ecos lejanos. Aún no puede comenzar a moverse, pero al menos está empezando a abandonar las sombras.

Mira a su alrededor con algo de pereza, los demás parecen alterados. Ha escuchado que alguien liberó a Sandro, también que Simo y Sandro se han encañonado mutuamente. Deberían tener más cuidado, ambos, no cree que ninguno de los dos tenga muchas dudas en disparar.
Sin embargo a quien tiene cerca es Dillon, aún está enfadado por lo del misil. – Es lo que hago mejor, Frost, disparar - Debería dar las gracias, han cargado con él hasta aquí, parecen haber curado el veneno que remite poco a poco. No va a darlas, sería impropio de él. Por supuesto se siente agradecido, incluso afortunado, pero los demás ya saben cómo es, resultaría extraño si actuase de otro modo.

Las sorpresas no quedan allí. Ghost es una sintética, al parecer. Cree haberla visto sangrar, haber visto cómo la herían. Le parece poco razonable hacer una nueva generación de sintéticos menos resistentes y fuertes que los anteriores. Sin duda habrá algún buen motivo, motivo que no le importa lo más mínimo. Algunos reaccionan con asco, otros son más razonables, al menos en apariencia, él solo acierta a decir – Eso explica muchas cosas -. Por eso parecía tan recta, acudiendo una y otra ves al manual de normas para tratar de tomar decisiones. Actúa cómo la programaron para actuar, de forma sistemática. – Opino cómo Dillon. Helen ha estado a nuestro lado desde hace tiempo, cuando cubría los flancos nadie se planteó si era humana o no. En lo que a mi respecta es cómo cualquiera de nosotros, un marine. Si os causa desconfianza ahora, pensad en todo el tiempo que habéis pasado a su lado… hasta hoy no ha ocurrido nada -. A Rivers no le importa, es un poco tarde para sentir miedo o repulsión. Después de todo siempre dicen que ellos ya no son hombres o mujeres, son marines, ¿es que los demás no recuerdan la instrucción? – Otros eran completamente humanos y perdieron la razón… no veo a que viene ahora tanto reparo -. Allí tienen a Sandro, un gran ejemplo.

Al parecer se están dirigiendo hacia terreno rocoso, pero las hormigas voladoras les siguen. Si les alcanzan todas no habrá forma de enfrentarse a ellas, ni siquiera dentro del tanque. Sería bueno saber que sentidos utilizan para localizarles. ¿La vista?, ¿el oído?, ¿el olfato? Ghost se recubrió con la sangre de alguno de esos monstruos, pero le reconocieron igualmente. Es malo, no podrán perderles con facilidad. Quizás acaben hartándose de seguirles, pero si no es así… ellos tendrán que parar en algún momento. Quizás fuese buena idea buscar alguna cueva en ese teórico terreno rocoso, claro que entonces quedarían encerrados, lo cual no es mucho mejor. No pueden hacer otra cosa que seguir alejándose hasta encontrar un lugar más seguro, tal vez entonces consigan organizar una defensa más o menos decente. Sigue aferrándose a la creencia de que si matan a las suficientes, estas acabarán dejando de atacar, en algún momento deben acabar comprendiendo la inutilidad de sus actos, incluso los animales lo hacen.

No tiene más que decir, por tanto sigue tumbado esperando a ir recuperando la movilidad en las extremidades… porque confía en que eso ocurra. Le parecería más terrible quedar en estas condiciones que haber muerto cómo tantos otros han hecho. Procura no pensar en los caídos por ahora, solo le haría deprimirse, no es lo que necesitan en este momento.




Helen


El análisis de la situación indicaba a Ghost que debería grabar los gestos faciales, y las palabras en vida de los supervivientes para futuras referencias. La mayoría, uno a uno, fueron diciendo sus puntos de vista diferentes y unos mostraron más humanidad que otros. No detectaba ninguna necesidad de responder a los comentarios de ninguno, pero la situación parecía necesitar por completo una respuesta, su respuesta. Le parecía que si no lo hacia, seria testigo de algún tipo de anomalía. Y aunque no era propensa a considerar los resultados inferiores al 10%, había sido testigo de una bomba de anti-materia, e incluso su propio rescate. Aunque ella calculaba solo un 3,3333% de posibilidades de que fueran en su busca. Así pues considero que era apropiado volver a usar la subrutina de emociones que sus compañeros conocían como Helen. Respondió primeramente los comentarios negativos y luego agradeció a quienes hicieron los positivos.

- Pues si Simo. Soy una tostadora y necesito pilas. Todos necesitamos algo. Tu por ejemplo estas conectado a tu fusil, del que apenas te desconectas*. Es obvio que es ahí donde esta tu cerebro. Como ves los dos tenemos mucho en común, un cerebro mecánico.

-¡Sandro, no me jodas! Nunca pensé que esa plancha de acero que tienes por cerebro te diese ese tipo de ideas. De todos modos, conmigo ni lo intentes. Puede ser que tome tus intenciones como las intenciones de esas hormigas y... bueno. Sea el fin de los dos.

- Tranquila Anette. Ser sintético tiene sus ventajas y desventajas, del mismo modo que ser humano, o ser negro, o ser un enano. Tenerme asco por no ser humana es tan estúpido como tenerte asco porque no tienes alas. Cada cual es como es, puede que guste a otros, puede que no. Pero lo importante es que te gustes a ti misma y aceptar a los demás como son. La única diferencia entre tú y yo, es que mi alma es física y tangible.

- Gracias Rivers, Dillon y a los demás por no soltar un "es un jodido robot". Vosotros sois en verdad humanos de alma y corazón.

- Viviana. Aparca tus ascos y recelos a un lado. Supongo que no te gustan las responsabilidades, pero chica. ¡No hay opción! O lo haces ahora, o me conviertes en chatarra. La decisión depende de ti. Yo ya he gastado demasiada energía. Desconecto 20 minutos todos mis sistemas, menos mi cpu para que puedas operar sin miedos.

* No desconectar físicamente.


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