viernes, 17 de febrero de 2012

Desagradecidos...

Supongo que todos hemos experimentado esa cruel e insana frustración, al conocer a un personaje así en nuestras vidas. Existen situaciones y momentos en que compartes sonrisas, atenciones, buenas palabras y modales, mensajes, llamadas y miradas con alguien que crees que merece la pena mantener a tu lado e inocentemente te dices a ti mismo: “Genial, por fin” Incluso crees que todo funciona divinamente, que tienes una gran suerte, que debes aprovechar el momento y te vuelcas hacia esa otra persona “compensando” y retornando es estado y sensación de felicidad ya sea por medio de palabras, gestos o pequeños detalles sobre todo para cuidar, mimar y permanecer en ese estado de “euforia”, para hacerlo perdurar, pero... Siempre hay un pero, claro...

Sin previo aviso se oscurece el mismo escenario que un día atrás estaba lleno de luz... De un día para otro, todo empieza a desfigurarse, a distorsionase, a dejar de funcionar correctamente. Pero, (si el maldito “pero”...) a pesar de ello pones todo tu empeño en adivinar el porqué, te devanas los sesos para entender como has podido llegar a ser insignificante para esa persona, como es posible que ni te dirija la palabra o se preocupe de ti, en un abrir y cerrar la boca. Y por supuesto a más ganas que tu pones, a más fuerzas y empeño, más fracaso obtienes que va acompañado de ignorancia, indiferencia y el desprecio.

Y es que la gran mayoría de la gente tienen la ferviente creencia que los demás podemos adivinar que es lo que piensan, quieren, necesitan y sobre todo, que podemos entender por que se comportan como lo hacen. Pretenden que seas tu el que se ponga en su piel, en que razones y pienses como lo haría ellos... Tu te esfuerzas en sonreír a pesar del agotamiento físico y psíquico, del estrés que llevas a diario, intentas incluso alejarte para dejarle espacio (que corra el aire o un huracán) y si no resulta, te conviertes en investigador privado, sutil y amable que desea volver a ver o saber de aquella persona con la que compartiste gratos momentos... Pero (si, ese maldito “pero” de nuevo) todos tus esfuerzos son en vano.

Esa gente (por llamarles de alguna manera amable) se olvidan de que con una miserable llamada, con un saludo, una triste palabra o gesto amable pueden volver a hacerte sonreír, a tenerte a su lado porque a ti si te importan, porque son valiosas en si mismas. Son desagradecidos que viven, que se regodean en sus miserias para que los demás continúen o estén a su lado cuando los necesitan, para saber que hay alguien ahí que se preocupa por ellos y cuando lo han comprobado y aprovechado el momento, vuelven a sus vacías, oscuras y tormentosas vidas para dejarte a ti de nuevo el sinsabor y el desconcierto, el no entender absolutamente nada de nada y hacerte sentir el IDIOTA que realmente eres al dedicarle un precioso y único momento de tu vida a es persona, que podrías haber aprovechado para ti mismo. Ellos son el resultado de su propia prepotencia, de su ansia de reconocimiento, de su anhelo por ser algo o alguien.

Y lo más curioso es que no aprendemos, no, volvemos a caer en la misma situación, con personas que son incapaces de ver más allá de si mismos, con gente cuyo ego y egoísmo les impide darse cuenta de que las personas que les rodean tienen también necesidades y sentimientos...

¿Merece la pena dedicarle ni un solo segundo de tu vida a alguien que ni tan siquiera se ha preocupado en saber que te haría sonreír?....

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