domingo, 5 de febrero de 2012

Hechicería y Acero, 17-18


17


Ninguna de las dos mujeres respondió al aventurero shemita, Maclo se limitó a asentir con la cabeza y Takala a dejar su fría y enigmática mirada colgada de los ojos de Bazag. Continuaron caminando a través de la espesa nevada y el soplar del viento que apagaba los reniegos de Sablen y Whosoran, hasta alcanzar la entrada de la cueva. Decidido, Bazag entró.

Con la ayuda de los demás despejó la oquedad de la nieve caída y, agachado y a gatas, cruzó el corto y angosto espacio, de techo bajo. A poco más de un metro se ensanchaba y su altura permitía que un hombre permaneciese de pie, encorvado, eso sí. El suelo era de piedra, estaba seco, frío, con restos de semillas, ramitas, algunos pequeños huesos y pelaje desprendido. Bazag se adentró con prudencia a la temblorosa luz de la antorcha en otro pasadizo que llevaba tras unos metros a otra estancia casi circular donde en una esquina se abría un agujero estrecho que descendía como un tobogán. Escuchó pasos a sus espaldas, y se encontró con Whosoran que le había seguido. Pudieron comprobar que no había rastro de animales o de otros accesos.

Maclo, Takala y luego Sablen penetraron también. Afuera pensaba quedarse de guardia Acherus, a pesar de la burla del turanio. Tal vez fuese buena idea para que ambos sujetos no permaneciesen juntos en tan diminuto lugar, pero desde luego, bastante razón tenía Whosoran. Montar guardia bajo la tempestad de nieve no iba a resultar agradable. Eso, pronto lo comprobaría el caballero, que empezaba a quedarse helado. Se entretuvo, junto con Sablen, a despejar el acceso a la cueva de la nieve que se acumulaba capa tras capa, entretanto que adentro prendían fuego a una fogata.

Los dioses del norte no estaban con ellos. Escucharon un retumbar en el exterior que se sobrepuso al ulular delirante del viento. Bazag se arriesgó a sacar la nariz afuera y se apercibió de la tremenda tromba de nieve y rocas que se les venía encima. Acherus, encogido en su capa, también la observó con ojos como platos. *

Quedaron enterrados. Completamente. La boca de la cueva estaba bloqueada y aunque intentaron retirar la masa de nieve, resultó del todo imposible. Maclo se refugió una vez más en el corpachón de Whosoran, aterrada.

Sablen: A saber la de toneladas de nieve que tenemos encima. Esto es saltar de la sartén al fuego -Luego se puso a excavar murmurando para sí-.

Sepultados, los semblantes cenicientos lo decían todo. A la luz trémula de las antorchas decidieron descender por la rampa que habían descubierto antes y los llevó después de un deslizamiento de una decena de metros a otra sala de la caverna de dos metros de alto y de la misma amplitud más o menos que la anterior. En un estanque con forma de media luna reposaba la serena superficie de tonalidades verde oscuro.




OFF

* Para todos:

Acherus puede intentar evitar el derrumbamiento, corriendo a un lado, o tratando de protegerse tras una de las grandes rocas. Es difícil, casi improbable, pero no imposible que no te pille de lleno si te quedas fuera. De ser así, el daño infligido podrá ser desde muy grave a leve. Dependerá de tu fortuna. Esto es adelantarme a los acontecimientos pero lo hago para poder continuar con el turno, que, por otra parte, he seguido alargándolo debido tanto a que es evidente que solo tenéis esa opción de la rampa como al hecho de que vamos a un ritmo bastante lento.



Acherus

Cuando llega el momento de actuar, un hombre rara vez se detiene a pensar. Al menos un hombre de acción. Al menos, tal era la opinión de Acherus. También era opinión suya el que, cuando se actúa sin pensar, un hombre hace lo que realmente quiere, puesto que no tiene tiempo de pensar en que le conviene más.

"Bien, parece que prefiero el grupo, por mucho que sea uno lleno de basura, a la soledad. Al menos ahora..."

Sacudiéndose el cuerpo, muy dolorido, Acherus se puso en pie. El maldito frío era con diferencia peor que el esfuerzo; lo agotaba completamente. Y en esas condiciones, el rápido salto hacia el interior y el golpe contra el suelo habían sido mucho peores que en circunstancias normales. Pero estaba entero, y al menos eso era algo. Mientras un hombre sigue con vida, siempre tiene opciones. En este caso tenía pocas, pero pocas siempre era mejor que ninguna.

Sablen, que había estado despejando la entrada, tampoco se había visto aplastado por el derrumbe. Estaba bien, al parecer, y no se quejaba, de modo que Acherus no vio la necesidad de preguntarle por su estado. Ni de dar explicaciones ante lo obvio, cuando el resto del grupo acudió a ver como había quedado la salida de la cueva, ahora inexistente. Sablen se puso acto seguido a cavar, esperando sin duda poder salir de allí, y pese a su comentario, estúpido por lo evidente en opinión del caballero, Acherus evitó responder con algún comentario mordaz.

Nadie más parecía interesado en cavar (y en arriesgarse a otro derrumbe, cuando estuviesen cerca de la salida) por lo que se dedicaron a explorar el interior de la caverna. Al fondo del pasaje encontraron una caverna más amplia, con un lago subterráneo. Con la poca luz de que disponían era difícil estar seguro de nada, pero lo cierto es que si el lago conducía a alguna parte, eso implicaba alguna opción diferente a la de retirar la nieve caída. Podía ser una opción. Pero investigar el lago implicaba mojarse, y con las temperaturas a las que estaban sometidos... Además, el agua podría entrañar más peligros además del de la hipotermia...

-Quizá alguien debiera ayudar a Sablen. En cualquier caso, de algún modo deberíamos averiguar si las aguas de este pequeño lago conducen a alguna parte. Eso supondría otra vía de salida, aunque tan peligrosa como la primera.

Casi pensaba en voz alta más que hablar a nadie en concreto. Pero resolvió pasar a la acción: primero recorrería todo el espacio de cavernas al que tenían acceso, en busca de cualquier resto vegetal que pudiese servir de alimento a una hoguera. Después, si encontraba algo, se arriesgaría a tantear el agua con la lanza, e incluso puede que se aventurase un poco dentro del lago. No demasiado; ni siquiera una gran hoguera lo calentaría de nuevo si se enfriaba demasiado, y no contaba con encontrar gran cosa...




Whosoran

No digas pijadas, Acherus.-contesto serio, pensativo- lo que tenemos que hacer es excavar...La tormenta no durará eternamente...
Me quedo quieto un segundo, todavía pensativo y me dirijo a ayudar a Sablen.
Ni las antorchas tampoco durarán por siempre. Dejad sólo una encendida...

Una vez con Sablen...me pongo a excavar en la nieve. Pero lo dejaré si lo veo muy difícil. Quizás tengamos que adentrarnos en la gruta...o ver si la laguna lleva a algún sitio. Si es así, me tragaré mi orgullo y, dirigiéndome a Acherus, le diría: Quizás sí que tengamos que buscar en el agua. Después de todo...



Bazag

Es bonito estar de acuerdo en entrar, más o menos, pero habría sido mejor si le hubiesen esperado fuera. Mejor para los demás, claro, él se habría quedado solo dentro, lo cual habría resultado mucho más enervante.
Desde luego la suerte no ha estado con ellos, aunque fuera habrían muerto congelados. Cree que entrar fue una buena decisión, tal vez la mejor posible, aún así tienen un problema realmente serio. Atrapados también morirán, también de forma lenta. Además crecerá el nerviosismo.
Pensándolo bien, le sorprende que aún no hayan empezado a discutir. Acherus y Whosoran no han dejado de hacerlo durante todo el viaje. Si ahora no lo están haciendo, debe parecerles una situación muy mala.

Lo primero debería ser comprobar si hay heridos. Sus tres compañeros ya están en movimiento, por tanto deben estar relativamente bien, nada que un tipo duro sea incapaz de aguantar. Pregunta a las dos mujeres, aunque no cree que hayan sufrido heridas, estaban todos juntos. Nunca se sabe, luego se unirá a los intentos por salir de esta tumba subterránea.

Tanto Sablen como Whosoran deciden darle una oportunidad a cavar para salir. Acherus sin embargo prefiere intentarlo por el agua. En su opinión es mucha mejor idea. –Cavar no servirá de nada- procura no sonar demasiado desesperanzador, aunque resulta complicado. –Habéis oído el estruendo. Ha caído algo más que nieve. Roca, quizás parte de la falda de la montaña se ha desmoronado. Aunque quitéis la nieve, no podréis retirar el resto de escombros. Solo conseguiréis cansaros-

Tras la advertencia observa a Acherus. Para lo que está intentando no necesita mucha ayuda. Si encuentra algún conducto por el que avanzar probablemente se lo hará saber a los demás… o desaparecerá a la vista de todos. En ambos casos lo sabrán.
También debe admitir que Whosoran tiene razón en algo, no deben mantener más de una antorcha encendida. Las consumirían tontamente. Bazag se asegura de apagarlas todas menos una, herramienta que va a usar para algo más que alumbrar un poco los alrededores.

La mejor forma de escapar a encrucijadas como esta consiste precisamente en probar cuantas opciones tengas. Si cada uno ofrece sus ideas, alguno de ellos acabará acertando. Ya se están ocupando del agua y la entrada, queda buscar algo más por los alrededores. Desde luego es lo primero que han hecho, sin resultados, sin embargo hay un pequeño problema. Sin más luz que la de las antorchas, es complicado hacer un buen examen visual de cada recoveco. Necesitarían de varias, bien distribuidas, para cubrir todo el terreno. Ellos no pueden permitírselo, pero hay otros modos.
Agarra la última antorcha encendida, levantándola un poco por encima de su cabeza. Si no consigue lo que busca, seguirá moviéndola poco a poco. Su idea es sencilla. Si hay alguna corriente de aire la llama se moverá en dirección contraria. De no haberla, la llama no se moverá más de lo normal.
Asume que probablemente no va a encontrar nada, pero tampoco ve el inconveniente de probarlo. Como le dijo a Takala hace tan solo unos instantes, para rendirse tienen todo el tiempo del mundo.




18


Acherus buscó y rebuscó aquí y allá, encontrando poca cosa. En realidad, la gruta era pequeña, poco espaciosa, y ellos habían quedado encerrados en su interior. Al menos pudo reunir algunos restos vegetales y alimentar una precaria fogata, a la que ni se le podía dar tal nombre. Por su lado, Sablen, Whosoran y Maclo se pusieron a excavar, abandonando tan fatigoso trabajo al cabo de poco, pues sus exiguos por no decir inútiles esfuerzos no conllevaron éxito alguno. La nieve permanecía allí, y, tal vez, no solo eso, como apuntó el aventurero Bazag, sino rocas y escombros de la colina.

No había que lamentar pérdidas ni heridas en ninguno de ellos, pero su situación era difícil, por no llamarla mala de verdad. Takala se puso a examinar las paredes de piedra, y a murmurar algo por lo bajo. Sablen la miró de nuevo mal:

- Ya está otra vez…

Acherus quería probar una incierta suerte en el agua, bajo los auspicios favorables del brutal turanio. Su mano sufrió la mordedura del frío cuando la extrajo después de haber introducido antes la punta de su lanza sin novedad alguna. Sumergirse a ciegas en aquel estanque era cosa de locos, como hizo notar Maclo, casi a gritos, un tanto histérica. Seguramente ahora que se veía rodeada de personas que iban ayudarla y contaba con una oportunidad por mínima que fuese de derrotar a la maldición que pesaba sobre ella, el golpe aciago de la fortuna supuso que se resquebrajase su entereza. El desamparo y la desesperación se dibujaban en su hermoso rostro.

La fortuna tiene dos caras, suelen decir. La iniciativa de Bazag les sonrió: encontró lo que buscaba. A su lado, esgrimiendo también una sonrisa tímida, Takala también vio que la llama de la triste antorcha oscilaba levemente. Al recorrer con la vista y los dedos la superficie rugosa de las paredes Bazag descubrió una fisura, metió los dedos, luego la mano, tironeó con fuerza y arrancó un pedazo de roca.

-¡Eh, echad un vistazo a esto! – llamó la atención de todos, Sablen, que reparó en los manejos de la pareja.

La antorcha mostró una hendidura que se fue haciendo mayor conforme quitaban más y más trozos de roca, con las manos o golpeando con las espadas y cuchillos. Se detuvieron escuchando un ligero rumor y al poco penetró un reguero de agua que en un minuto rompió y agrandó el agujero realizado. Pudieron observar que por allí corría un arroyo subterráneo, de poco caudal en un cauce bastante estrecho.

Había que arriesgarse, así que gatearon por el río a favor de su corriente durante, tal vez, media hora, casi a oscuras, únicamente alumbrados por una de las antorchas. Un tramo en horizontal para descender seguidamente y de nuevo ascender una suave pendiente. Se dejaron la piel de manos y dedos en las afiladas piedras del lecho de la corriente acuática y en las que sobresalían de las paredes. Soportando los gruñidos y reniegos de Sablen o de Whosoran y las entrecortadas respiraciones de todos ellos.

Quien encabezaba la marcha –tal vez Bazag-, llegó a una encrucijada, pues el arroyo se dividía en dos en ese punto.


OFF

Pues tenéis que decidir si derecha o izquierda. Ya se que tanto da si no sabéis qué puede pasar pero la opción es vuestra. Os adelanto que se trata de una canalización subterránea dividida en varios tramos, así que si queréis voy tirando un dado para ver por donde vais o me lo decís vosotros -como todo, tiene su importancia-.




Bazag

Ya lo suponía, no hay heridos, sin embargo los ánimos están bastante crispados, a excepción curiosamente de Acherus y Whosoran. Es un tanto descorazonador contemplar el fútil esfuerzo del propio Whosoran, Sablen, y Maclo. Ya se lo había advertido, no conseguirán cavar lo suficiente. Le gustaría equivocarse, habría sido la salida más fácil.
Es la joven quien más parece haberse frustrado. La esperanza es arma peligrosa. Si no la tienes encajas cada golpe con cierta indiferencia. Si alguien consigue dártela y luego la pierdes, resulta demoledor. –No te preocupes, solo está buscando opciones- intenta parecer bastante sereno. En realidad lo está, son esta clase de situaciones las que busca en cada viaje. Solo se siente vivo cuando está jugándose la vida, tal vez resulte algo paradójico… si se parase a pensarlo. Entiende a los demás, claro, pocos querrían verse en una encrucijada como esta. Por suerte también sabe que para superarlas lo mejor es mantener la calma. –Encontraremos un modo para salir de aquí. Esto es solo un obstáculo en el camino-

Takala también sigue revisando las paredes, mientras murmura para si misma, con la consiguiente reacción de Sablen. Comienzan a tener cierta urgencia en encontrar una salida o… podrían acabar bastante mal entre ellos.
Acherus parece no haber llegado muy lejos con sus comprobaciones, el agua está fría, aunque no tanto como el viento en el exterior, de lo contrario sería hielo. El problema sería salir luego empapados al exterior, en plena tormenta. Ahora recuerda que, en alguna ocasión, escucho a alguien diciendo que en una situación como esta, en mitad de una tormenta sin ningún refugio cerca, es mejor idea enterrarse bajo la nieve. Se encoge de hombros, ahora ya es un poco tarde para una idea tan brillante como esa.

Mientras piensa, ve la llama de la antorcha moverse. Poco, muy poco, pero se mueve. Sonríe mientras busca con la vista el lugar del que pueda venir la corriente de viento, ayudado nuevamente por Takala. La pared tiene un pequeño hueco, podrían agrandarlo lo suficiente para pasar al otro lado. Al principio empieza sutilmente, dando tirones con las manos, tratando de llevarse fragmentos de roca poco a poco. Luego los tirones aumentan en intensidad, pasando poco tiempo hasta que se ve haciendo palanca con las armas, e incluso dando patadas a la pared.
Al final cede, dejando pasar un reguero de agua. Al otro lado hay un pequeño arroyo. El cauce es pequeño para andar, pero no para gatear. Suficiente para Bazag. –Eh aquí la salida- sigue sonriendo. En realidad ignora si esto es una salida o solo les llevará a otro callejón sin salida. Incluso en el peor de los casos, es mejor seguirlo, al menos estarán entretenidos durante un rato. –No sabemos que vamos a encontrar allí dentro, tal vez haya agujeros, una pendiente demasiado fuerte… Avancemos un poco distanciados. Puedo ir delante, los más fuertes podríais ir detrás. Nos atamos con una cuerda, y si voy a caer me sujetáis. Así evitaremos más sorpresas innecesarias-

Aunque no le hagan caso, avanzará. Desde luego es un lugar incómodo, pero no están aquí para descansar. Ahora vuelven a tener un camino, tal vez una escapatoria.
El tiempo juega en su contra, después de todo Maclo dice pasar cada vez menos tiempo en su forma humana, así que no estaría de más poder aumentar un poco la velocidad. Por desgracia el terreno incita a lo contrario. Si eso no fuese suficiente, se encuentran con otra encrucijada… aunque esta en el sentido menos metafórico de la palabra. Dos caminos a escoger. Algo tan sencillo y a la vez tan complicado. Solo dos elecciones. Al final, todo consiste en eso, dos elecciones, Bazag siempre lo ha creído así. Avanzar o rendirse. Confiar o desconfiar. Correr o luchar.
Saca una moneda, como suele hacer en estos casos. Cuando la elección es ciega, ¿por qué no confiársela al azar?, ¿por qué no jugársela si carecen de ninguna información? Lamenta no tener demasiado espacio para lanzarla más alta, pero tendrá que valer. Observa el corto recorrido del metal, para agarrarlo antes de caer al suelo. –Derecha- No es una orden, claro está, tan solo una sugerencia, esperará la decisión de los demás.





Acherus

Demasiado. Demasiado frío. Demasiado arriesgado. Demasiado estúpido, hasta para él, habiendo más opciones. Cuando Bazag encuentro otra opción, Acherus descartó automáticamente el agua. Sólo como último recurso, quizás, y sabiendo que era improbable sobrevivir, por corto que fuese el trecho.

"Pero una galería puede derrumbarse. No es una muerte digna, y lo que es más importante, no es una muerte limpia. Agonizar, tragar polvo y tierra mientras tus pulmones ansían el aire, y eso suponiendo que esa ansia supere al dolor por el derrumbamiento. Pero los dioses pueden ser misericordiosos, y matarte a la primera. En cualquier caso, no parece haber otra opción mejor."

Bazag aboga por ir en cabeza, dejando a los más fuertes detrás. Sin tener muy claro en que posición es más probable sucumbir en caso de derrumbe, Acherus hace caso, pero pensando aun en el agua. En el caso de sobrevivir a un hipotético accidente, quiere conservar, si es posible, la opción del agua. Algo en ella parece llamarlo de algún modo, pese al peligro.

El camino es duro, y lo hace un peor la incertidumbre, pero aun así continúan. Puede que otros hombres hubiesen evitado los reniegos, pero lo cierto es que el grupo entero avanza, y eso parece alimentar en Acherus algún tipo de satisfacción, aunque no tiene muy claro su origen. Nada le importa aquella gente, más allá de como vía para obtener un beneficio, pero aun así le agrada. Tanto que cuando se detienen en la bifurcación, intenta con esfuerzo no parecer apremiante al hablar.

-Tanto da derecha que izquierda, si no tienes elementos de juicio. Sigue a tu corazón, tu pensamiento o tu nariz, o a lo que quiera que te haya sugerido la derecha. Pero hazlo rápido, debemos mantener un ritmo constante. Si nos detenemos demasiado, después nos costará más reemprender el camino.

"Tanto da una opción u otra. Sólo la providencia puede sacarnos de aquí con bien. Pero es fundamental no detenerse. Detenerse es rendirse, abandonar. No pienso abandonar... No mientras queden opciones. Y en tanto nos mantengamos en camino, habrán opciones..."




Whosoran

Perplejo, sigo a Bazag a través del estrecho conducto de agua gélida. Pongo a Maclo delante de mí...dejando tras de mí a Acherus y a la bruja. Incómodo, nervioso y, quizá algo asustado, gateo siguiendo al negro...murmurando terribles maldiciones, cagándome en el agua fría y las resbaladizas rocas. Seguimos avanzando penosamente, hasta llegar a una bifurcación. Un breve debate, surge entonces entre Bazag, delante de mí, que parece decidir a suertes el lugar por donde seguir. Y Acherus, que pone en marcha su bocaza en algún sitio tras de mi culo.
Sigue por donde te salga de los cojones, negro... si es derecha, siempre a la derecha. por si tuviésemos que volver atrás. Y si ves un tobogán o desnivel párate. ¡Quizás sea un camino sin retorno!
Las manos, las rodillas, la espalda. Todo me empieza a doler ya. Aumentado por el hecho de no saber exactamente si vamos a alguna parte...la horrible sensación de estar haciendo un esfuerzo inútil...


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