lunes, 13 de febrero de 2012

Hechicería y Acero, 25


25



El intenso frío mordía con saña los huesos de los aventureros. Ráfagas de viento levantaron y arrastraron la nieve, los copos níveos engordaban y golpeaban los rostros hirsutos de los mercenarios, cegándoles a intervalos. Soplaba el aire desde el norte, en violentas sacudidas. Empeoraba el tiempo, la noche se cernía sobre ellos con rapidez. Takala continuaba tendida en el suelo helado.

Bazag corrió. Protegido por sus compañeros, decían ellos. Un mal chiste. El shemita se la jugaba de nuevo; ladrón y jugador, no podía negarse a seguir sus instintos. La abofeteó sin resultado alguno. Maclo la cubrió con el gran manto de piel de oso. Ambos la envolvieron en él, Bazag aguardó conforme a las indicaciones de Whosoran. El corazón le latía apresuradamente, un tambor encerrado en su pecho. El ladrón observaba la palidez de la muerte en la expresión serena de Takala. No parecía poseída ni que les hubiera preparado una trampa. Pero a saber qué sucedía en su cabeza, en su cuerpo. Nadie podía conocer qué ocurrió tras ese cántico. Miró la tumba, igual a las otras, con runas incomprensible talladas en ella.

Nada se movía ni escuchaba aparte del rugido leve de la ventisca.

Más allá, los otros tres hombres esperaban. Ninguno soltaba su arma, atentos, impacientes. Acherus seguro de lo que exigiría ese “muerto”, convencido de que Bazag no saldría vivo del cementerio. De que era probable que Takala ya no fuese ella. Un estremecimiento le recorrió la espalda. ¿Se sentía preparado para el reto? Puede que en breve lo supiese. Tal vez en un momento se enfrentaría con algo que venía de la ultratumba. A su lado, el corpulento turanio sudaba y maldecía. Su punto de vista era otro, distinto al de Acherus o Bazag; quizás aquello fuese parte del ritual, ¿por qué no? ¿Qué sabían ellos de hechicerías y ceremonias semejantes? Recordaba a la Señora de las Taigas, la infame bruja que lo capturó, pero poco pudo obtener de ella en su breve cautiverio.

Bazag esperó unos minutos. Por fin se decidió a llevarse de allí a la mujer. La tomó en brazos y junto a la joven Maclo, aterida de frío, se encaminó hacia sus camaradas. A cada paso temía que detrás de él una sombra se cerniese y lo envolviera en su oscuridad. Llegó al invisible borde y todos juntos se afanaron por abrir un hueco en la pared de un pequeño talud a una veintena de metros del cementerio. Bazag abrazó a Takala, le transmitió su calor, un poco de su vida entretanto los demás encendieron un fuego. Sin embargo la mujer no reaccionaba.

-¿Qué diablos ha podido suceder? No lo entiendo, ¿qué puede haber ahí sino huesos? El alma se la lleva Mitra o desciende al Arallu –señaló Sablen.

- No sabes de lo que hablas. Ya has visto lo que pasó. No entendemos de estas cosas. Yo no entiendo nada. Yo me quiero morir. Todo es inútil. Inútil –respondió, desesperada, la maldecida Maclo. Miró con ojos encendidos a Whosoran-. Márchate de aquí, todo, todo.

Lloraba, un torrente de lágrimas desbordado por la desesperanza, el agotamiento físico y psíquico. Se refugió en los brazos del turanio, pero luego, de improviso, se separó, lo miró y, antes de echar a correr, dijo en voz alta:

-¡Es por mi culpa, mi culpa! ¡Acabaré con todo esto!



Se lanzó a la carrera bajo la espesa nevada, el ulular del viento, y los últimos rayos de un color dorado apagado que en minutos darían paso a la oscuridad de la noche glaciar, junto a un cementerio sagrado donde reposaba alguien que podía ofrecerles la solución o no a su búsqueda, a cambio, tal vez, de sus vidas. Al lado de una mujer inconsciente, fuente de sus anhelos y final de su destino. Rodeados de sombras donde acechaba algo sin duda peor que las tinieblas.

-¡Maclo, Maclo, vuelve, chiquilla! –la llamó Sablen, que se quedó mirando sin comprender-.

 En ese preciso instante, quizás un poco antes, Takala abrió los ojos. Su azul intenso quiso iluminar la improvisada y diminuta cueva. Fijó su mirada en la de Bazag, habló con un hilo de voz:

-Quiere un alma y...No pude…no pude…

Entornó los ojos, extenuada. Respiraba con cierta dificultada, ligeramente agitada.

No muy lejos, una forma negra como la hiel chasqueó sus mandíbulas. No podíais saberlo ni escuchar tal cosa. Sin embargo, el instinto os reveló que fuese lo que fuese aquello que se movía más allá, aquello que perseguían los hombres-simios, os buscaba esta noche.




Bazag

Espera, y la espera se le hace eterna. Whosoran tiene razón, no saben nada del ritual. Todo esto podría ser una parte más. Primero rezas y luego te desmayas, ¿por qué no?, ¿a caso tiene la más mínima idea de magia?
Nota la tensión crecer a cada segundo. Es distinto a los momentos previos de un combate, donde también existe esa incertidumbre de ignorar lo que pueda ocurrir en unos instantes. Normalmente disfruta de esos instantes, cuando no sabe si va a vivir o morir. Ahora no, está aborreciendo cada segundo, que le parece eterno.
Se supone que debe esperar, si, ¿pero cuanto?, porque el cuerpo tiene unos límites, y si no le dan calor al de Takala, haya obtenido sus respuestas o no, va a morir.

Al final acaba levantándola tras mirar a Maclo –vamos-. Encontrar un lugar para cobijarse del frío suena más bien a chiste barato, pero consiguen un escondrijo donde al menos el viento no les da de lleno. Abraza a Takala mientras los demás encienden un fuego. Si la mujer ha muerto se quedan sin otro camino a seguir, porque ellos jamás encontrarán un modo de ayudar a Maclo. Además, a Bazag no le gustaría que ella muera. Los demás pueden ser más desconfiados, pero lo cierto es que ha intentado ayudarles sin pedir nada, ha hecho todo este viaje con ellos. Si su recompensa va a ser morir inútilmente…

Poco más pueden hacer, esperar de nuevo. Un signo de vida, una reacción. Debería ir pensando cuales son los siguientes pasos, aunque es incapaz de concentrarse. Jamás ha sido demasiado planificador, deben cruzar cada puente cuando lleguen a él. Ahora lo más importante es mantenerse vivos al menos unas horas más.
A falta de una solución mejor, recurre al único método que se le ocurre, abrazar a Takala para transmitirle calor. En el desierto lo hacían las noches especialmente frías, aunque no llegaban a los extremos de este lugar. Quizás se lo esté imaginando, pero diría que da pequeños resultados, al menos está recuperando algo de color.

Maclo explota, debe haber aguantado cuanto era capaz de aguantar. Otra persona se quedaría callada. Otros están arriesgando la vida por ella, y ella está acostumbrada a estar protegida, a estar bien atendida. La reacción habitual en la nobleza suele ser aceptar el sacrificio como quien oye llover. La muchacha sin embargo no aguanta más porque sabe el riesgo en el que está poniendo a los demás. Un buen corazón enfrentándose a esta clase de problemas. No es justo, pero la vida no suele serlo. Ella es incapaz de entender que está tratando con mercenarios, que si no estuviesen arriesgando sus vidas aquí lo estarían haciendo en otro lugar, por un precio mejor o peor.
Saberlo no le hace sentir mejor ni a él. Admite, al menos para si mismo, que también se ha asustado más de la cuenta cuando Takala ha caído, y seguirá intranquilo hasta verla reaccionar. Él puede aguantarlo, ha vivido rodeado de muerte durante mucho tiempo. La chica por el contrario ya es incapaz de seguir mostrando entereza.
Comienza a correr. Debería salir detrás y traerla, aunque sea a rastras. Lo hará si los demás no reaccionan, pero esperara hasta el último momento porque es importante seguir transmitiendo calor a Takala. En cualquier caso, es mucho más rápido que Maclo, mientras no se transforme, podrá alcanzarla con facilidad.

Tanto si tiene que traerla de vuelta él como si lo consiguen otros, porque no va a dejarla ir sin más, hablará con ella. Las palabras serán duras, pero tiene que hacerlo. –Escúchame, Maclo- Intenta sonar firme, pero no duro. No se trata de reprenderla por su actitud. Es una buena chica. –Tú no tienes la culpa de esto, la tiene esa bruja. No nos has obligado a venir a ninguno de nosotros, somos libres de dar la vuelta, de decir que no te encontramos, pero estamos aquí. Para llegar, durante el camino, perdimos a varios hombres, antes de encontrarte. Sabes por lo que hemos pasado después. Yo, sin embargo, soy incapaz de imaginar por lo que has pasado tú, pero si sé algo únicamente con escucharte, y con mirarte a los ojos. Detestas que la gente esté sufriendo por intentar ayudarte. Lo entiendo, salir corriendo parece fácil, pero no lo es. Ahora quiero que seas tú quien entienda algo. Cada uno tiene sus motivos para escoger este tipo de vida, pero lo importante es que estamos aquí, que ha sido duro para todos. Si ahora te alejas, si te rindes, todo habrá sido inútil. El sufrimiento que crees haber causado será para nada. Takala ha arriesgado su vida por ti, los demás también lo hemos hecho. Si te vas, tal vez dejaríamos de arriesgarla, pero ¿qué sentido tendría por lo que ya hemos pasado? Te lo repito, nada de esto es culpa tuya, pero si eres incapaz de verlo así, al menos piensa que nosotros necesitamos creer que podemos ayudarte, necesitamos creer que tanto esfuerzo, dolor, y sufrimiento, ha sido por algo. Tienes que ser fuerte, aguantar, un poco más.-

Takala ya ha reaccionado. Los muertos quieren un alma. Era previsible, ¿qué otra cosa pueden querer?. –¿Y cómo se la cobrarían?, ¿es necesario querer darla?- Puede parecer una pregunta fría, pero Bazag no deja de ser un mercenario. En esta tierra hay enemigos, seguidores de la bruja. A sus ojos son buenos candidatos, si sirve cualquiera. De todos modos le preguntará todo cuanto le hayan dicho, pero al final añadirá –Has hecho lo que has podido, ahora descansa- sonríe –Te hará falta-

Como luchador está acostumbrado a tener cuidado con cuanto lo rodea. A prestar atención a sonidos, imágenes lejanas, olores… y por supuesto al instinto. En este momento algo le dice que les acechan. Si piensa en las últimas jornadas, debe ser la criatura de la que “hablaban” esos salvajes. La situación da que pensar. –Si alguien más tiene la sensación de estar siendo acechado, tal vez este sí os parezca un buen momento para prepararnos- Si es una bestia tal vez tenga miedo al fuego, lo duda, pero merece la pena probar. Es conveniente repartir hogueras, en caso de poder encenderlas, alrededor del improvisado campamento. Como poco les permitirán ver durante la noche. La siguiente parte del plan sería distribuirse de forma que todos estén a una distancia razonable de los demás, por si hace falta ayudar, y cubran todos los flancos posibles, incluso los impensables. Por otro lado, comprueba si es posible excavar en este suelo. Quiere hacer una trampa. Un agujero, se cubre con un trozo de tela y se le echa nieve encima. Luego atraen a la bestia, por tanto conviene un buen agujero. Prefiere atraparla viva porque, si lo piensa, esa bestia podría ser una víctima anterior de la misma maldición que Maclo. Podrían aprender algo al apresarla con vida. En cualquier caso, no sabe lo que harán los demás, confía en que aporten más y mejores ideas, pero él va a prepararse para una noche movida. Hasta entonces, hasta que llegue el momento, seguirá al lado de Takala, aún no ha recuperado demasiadas fuerzas.



Acherus


Acherus buscaba en derredor, sin saber muy bien que esperaba ver. Apenas prestaba atención a las palabras de sus compañeros, sobretodo después de escuchar a Takala. Sus palabras, aunque enigmáticas, confirmaban sus pensamientos y temores, según entendía. Y algo más: el muerto había rechazado a Takala. Eso le atemorizó un poco más. ¿Buscaría un cuerpo más apto ese muerto? Quizá se quedase el alma y utilizase e cuerpo de la víctima, en ese caso el ideal sería el de uno de los guerreros. O lo que era peor aun, quizá no quisiese un alma maldita. En ese caso las posibilidades se reducía aun más: Sólo Sablen, Bazag y él, excluyendo a Whosoran, que sería la elección ideal para Acherus, en caso de que bastase cualquier guerrero. O quizá no: si debían enfrentarse después al cuerpo poseído, sería mejor entregar al más débil. Además, posiblemente Bazag se negase a sacrificar a nadie, si llegaban a eso. Probablemente se ofrecería a sí mismo, el muy estúpido.

Seguía buscando, nervioso, pero no pudo evitar meterse con Bazag.


-Si es ahora cuando vas a prepararte, deberías haber muerto ya. Pero debes de tener mucha suerte, supongo. En cualquier caso, si somos atacados ahora quizá obtengamos un alma que entregar. De n ser así, quizá Takala deba enseñar a otra persona como ofrecerse, para ver si es suficiente... suponiendo que alguien esté dispuesto a ese sacrificio...

Dejó flotar sus últimas palabras, sin saber muy bien a quien mirar. Sablen, por amor a la chica, podría ofrecerse. Eso no le convenía. Bazag, tampoco, y era aun más probable que se ofreciera. Pero el turanio... siendo como era la mejor elección para Acherus, sabía que no podría influirle.

_____
==> Off: Lo dicho, Acherus abogará por intentar el ritual de Takala con otra persona. Obviamente ni se ofrecerá ni consentirá en ser designado como *esa* persona. Si hay discusión, abogará por que sea Whosoran, argumentando que es "el más poderoso físicamente, y el único que se ha enfrentado a la bruja y ha escapado indemne". Si Sablen o Bazag son designados, bueno, rezará por ellos... ...si alguna vez vuelve a la seguridad de una gran ciudad :D




Whosoran

Finalmente, Bazag trae a Takala, arrastrándola fuera del cementerio. Quizás la bruja ya no despertaría más, a pesar del calor de Bazag..a pesar de haberla sacado de allí.
Un sentimiento de incertidumbre, de no saber cómo y a dónde seguir, empezó a perturbarme..haciéndome sentir torpe y vulnerable al mismo tiempo. Tan torpe que no supe anticiparme a Maclo y a la tremenda desesperación que debía sentir.. Ella no quería que nadie muriese por ella.. .pero eso era algo que no debía elegir.
¡Sablen, Bazag!-grito- ¡no dejéis que se vaya!


Quería a la chiquilla..pero no iba a correr tras de ella. Era complicado tratar sentimientos tan puros, tan desgarradores.. y sinceramente, no era lo mío. Lo mío era matar, pelear y hacer que otros pelearan.. ya perdí la oportunidad, hace mucho tiempo, de convertirme en una persona diferente.
Cuando volviese Maclo, pondría mi mano en su mejilla y le diría, con gesto serio...


Te dije que te devolvería el favor..y no eres quien para evitar que lo haga. Todos conocemos los riesgos y todos estamos aquí. Debería sentirte dichosa por tenernos..y no tener que ahogar tus penas sola, aullando a la luna.

Luego me volvería hacia Takala..un rato después de que abriese los ojos...dándole tiempo para poner su mente en funcionamiento de nuevo.


Me arrodillo a su lado y guío su cabeza con mi mano, para hacer que me mire a la cara...


¿Qué es exactamente lo que no pudiste hacer? Qué es todo eso de que quiere un alma? Explícate mujer-miro a Bazag, que parece escrutar los bosques cercanos, buscando algo-..quizás no tengamos mucho tiempo...




Bazag

Le sorprende la reacción de Whorosan. Debería ser él quien salga corriendo para alcanzar a Maclo. Puede llegar a entenderlo. Uno puede aprender a luchar, pasar toda la vida matando, evitando que te maten. Muchos dirían que acabas perdiendo toda emoción, todo sentimiento, que cuando llega un momento importante no eres capaz de enfrentarlo, que tan solo sirves con un arma en las manos. Se equivocarían, es algo distinto. Puedes aprender a luchar, a esquivar golpes, encajarlos. Puedes yacer con cientos de mujeres a lo largo de los años. Tratar con una por la que realmente sientes algo, cuando nadie te ha enseñado como actuar en estas situaciones, es distinto. Ellos son luchadores, mercenarios. Algunos temas, sencillos para otros, les son completamente ajenos. -La detendré, pero ella preferiría que fueses tú-*

Ignora a Acherus, han viajado el tiempo necesario para saber que en los momentos de calma su compañero siempre busca el enfrentamiento verbal. No puede culparle, conoció a un tipo que se hacía cortes en el antebrazo en situaciones tensas. Además, hace falta más que eso para provocarle. Podría recordarle que sugirió esperar a la supuesta bestia en otro lugar, para tener la ventaja de su lado. Daría igual, ya está hecho. Por su parte se preparará, aunque tenga que hacerlo solo. No necesita ayuda para intentar distribuir el fuego mejor. Para cavar no cree que le de tiempo, así que descansará, al lado de Takala. Si no puedes estar completamente preparado para el combate, es mejor estar fresco. –Como si no estar fresco fuese posible en este lugar- Sonríe para sí mismo.

Comprueba que todas las armas estén en buenas condiciones. Será mejor dejarlas desenvainadas, evitará problemas para luego.
Puede que todo esto solo sea alucinaciones suyas. Su instinto se ha disparado, pero los demás no se muestran especialmente nerviosos. Sería irónico que precisamente él, Bazag, el rey de la temeridad, el as de la improvisación, fuese quien acaba siendo un paranoico. Ser precavido por una vez no le hará daño.

También esperará las respuestas de Takala, si decide darlas, pero parece muy cansada. Si no quiere responder a las preguntas de sus compañeros, o a las suyas propias, lo entenderá. La mujer se ha ganado un descanso.

---------------------------------------------------------------------
*El diálogo que expuse en el post anterior, en teoría era cuando alguien trajese a Maclo de vuelta, o cuando Bazag la alcanzaba. La verdad es que di por hecho que Bazag sería más rápido que Maclo, al menos en su forma humana, y no le costaría llegar hasta ella. De todos modos, si interpretas que habló con la muchacha antes de que esta salga corriendo, me vale igual, pero Bazag luego intentaría alcanzarla igualmente y llevarla de vuelta. Si quiere decidir que se marcha, que lo haga con la cabeza más fría.


No hay comentarios:

Publicar un comentario