miércoles, 29 de febrero de 2012

Hay muchos traseros que patear 4-5

H


Hola


Continuamos con los marines. Siguiendo el camino abierto por Hechicería y Acero, colgaré la partida con los turnos de todos los participantes. En este caso son más jugadores, así que pondré lo más relevante de cada uno de ellos. El sistema es el mismo, mi turno, la respuesta de los jugadores con su personaje y nuevo turno mío con su resolución.

Fue una gran aventura, muy entretenida e intensa. En serio.  Por cierto, las tres primeras entregas las podéis encontrar en etiquetas.

Un saludo




4


La enfermería, que afortunadamente no estaba del todo mal, resultó el mejor lugar para reunirse con las seis personas encontradas y el perturbado drogado. De la Piaza les pasó el escáner en busca de armas, estaban limpios. Benley y Verónica se fueron subiendo por las escaleras reuniéndose al poco con Rivers y Miguel, que de momento solo encontraban destrozos y algún cadáver desmontado como un muñeco en su inspección del nivel uno. Dillon, con ayuda de Ghost, trató las leves heridas y rasguños de los supervivientes. El coronel avisó que Carlos Azul del equipo Alpha después de dejar a los dos rescatados del nivel 3 iba para la enfermería con Serena para el traslado de los seis y el loco tendido en una de las camillas. Dillon, Joe y De la Piazza se fueron hacia las escaleras centrales para peinar el nivel 1 desde esa posición hacia el norte.


El grupo del cabo Benley (Rivers, Miguel, Sandro y Verónica) , dio con dos hombres heridos de gravedad, uno con un fuerte golpe en la cabeza, la sangre estaba seca y bastante pálido, sin conocimiento, y otro, junto a él, apoyado en la pared, con la pierna entablillada, el brazo izquierdo roto, fiebre alta pero despierto. Su uniforme revelaba que pertenecía a la tripulación. Apenas habló, lo justo para pedir agua. Estaban casi en la zona central del nivel 1. A la vez, el sargento De la Piaza y los suyos ( Joe y Dillon) detectaron ya en el nivel 1, camino del norte, dos puntos en los sensores, en una de las salas próximas doblando dos veces a la derecha por el pasillo, era un habitáculo destinado a ropa, botas, equipo vario. Mientras, Serena y Azul llegaron a la enfermería, donde les esperaban Helen y Carlo para el traslado de los seis pasajeros y el demente que continuaba sedado.

Estaba resultando fácil. Sin apenas complicaciones, un trabajo rutinario. La voz algo alterada del cabo Liao desde el nivel 3 empezó a echar para atrás esa sensación:

- Problemas, coronel. Graves.

A continuación el capitán explicó breve y directo lo sucedido: Habían encontrado a dos pasajeros más, normales. El escáner señaló algo en uno de ellos, una chica de unos treinta años, esta se puso nerviosa, quiso quitarle la pistola a uno de los marines, Kimberly le disparó en la cabeza creyendo que era una de los locos. Al rebuscar en sus ropas encontraron una desagradable sorpresa, un explosivo adosado a su cuerpo. Blondie investigó y comprendió enseguida que estaba conectado a las constantes vitales de la mujer abatida, que por suerte seguía con vida, Jesper le estaba metiendo de todo. Según Blondie, si ella moría, la bomba estallaba, no sabía en cuanto tiempo, de momento no había localizado ese detalle. Estaba manos a la obra en ello. La silenciosa Blondie rompió el tenso mutismo que sobrevino:

- Saque a todos de aquí, coronel, rápido.


-¿Qué sucede?- preguntó el coronel.


- Antimateria, señor. – fue la respuesta corta y carente de emociones de Blondie.

Se sucedieron algunos comentarios por parte de la mayoría de marines: ¿ qué? Estás loca. Qué dices? Bromeas. Blondie nunca bromea. ¿ Qué es eso de la antimateria? No jodas. Maldita sea.


Y otras varias expresiones similares.


- Enfoque, Blondie –pidió el coronel-.


- Ahí, la tiene, señor. Una bomba de antimateria.

- ¿Puedes desactivarla?

- Blondie puede con cualquier cosa, señor –intervino la cabo Liao.


- Aleje el Independencia cuanto antes, coronel –el tono sombrío de Blondie no dejaba lugar a dudas.


Cuatro segundos de silencio.


- Todos. Salid de ahí. ¡Ya! –ordenó el coronel-. Grupo Beta, Ghost, Carlo, vamos, dejen a ese loco. ¿Cuánto le queda a la terrorista, Jesper?


- Colapso cerebral. El corazón todavía aguanta. Es imprevisible el tiempo. Si movemos a esta chica puede morir.


El grupo Alpha salió pitando de allí, hacia las escaleras más próximas que llevaban al nivel 2 y al puerto. A la carrera, con el otro superviviente, que gritaba que no tenía ni idea, que no conocía a esa mujer; alguien le dio un puñetazo. Jesper se quedó tratando de mantener con vida a la desconocida mientras Blondie trasteaba con el artefacto.


Antimateria. De imprevisibles consecuencias. Podía hacer desaparecer todo en varios kilómetros alrededor. O tragárselo. O desintegrarlo. ¿ Qué coño hacía eso aquí? Era material prohibido, relegado a unos pocos centros de investigación, tras los fracasos como energía para vuelos experimentales y su inestabilidad como, precisamente, objeto bélico.


- ¡Moveos, marines! ¡Os quiero fuera de esa nave! –rugió el vozarrón del coronel-

- Nos quedamos los tres, coronel –dijo el capitán- Como último recurso probaremos de lanzarla al espacio. De todas formas confiamos en Blondie. Si no…nos veremos en el infierno, chicos. Moved esos traseros!





Helen MacFersson




Tan pronto como hubieron terminado, fueron a la enfermería. Escucho como el coronel avisó que Carlos Azul del equipo Alpha después de dejar a los dos rescatados del nivel tres iba para la enfermería con Serena para el traslado de los seis y el loco tendido en una de las camillas.


La cosa iba bien. Algo de resistencia, pero nada que les causase dificultades o necesidad de pensar nuevas estrategias. Sonó la voz de Liao:

- Problemas, coronel. Graves.

Helen se preguntaba cual seria el problema. ¿Un sistema de autodestrucción?. ¿Los tarados se habrían colado en nuestra nave?. ¿Ramirez habría resultado muerto inesperadamente?. No tardo en oír el problema. Una rescatada presa del pánico le quito la pistola a uno de los marines y Kimberly la neutralizó de manera profesional. Un tiro en la cabeza. Mientras aun seguía con vida, Blondie había visto que la mujer tenia una bomba conectada a sus constantes vitales. Pero no una bomba cualquiera, una bomba de antimateria. Murmullos, comentarios, juramentos, todos los marines mostraban confusión. Ghost permanecía callada, esperando instrucciones. Parecía como si el que hubiera una bomba de ese tipo no la afectara lo más mínimo.


Por fin recibió instrucciones del coronel. Salimos en tropel. Ghost iba cerrando la marcha mirando al grupo, atrás y a su blip constantemente. De repente se ocurrió una idea.

- Capitán, creo que solo necesitan a tres personas. Jesper como matasanos, Blondie para "desmontar" la bomba y alguien con excelente puntería que mantenga los problemas lejos. Creo que soy la persona adecuada y más prescindible para eso señor. Otra posibilidad es colocar los sensores, entre latido y latido, en uno de nuestros tarados rescatados. Con eso último ganaríamos más tiempo para Blondie. No es lo mismo desactivarla, que cambiar de sitio los sensores.
Mientras corría como si de ello dependiera su vida porque de echo, de eso dependía su vida.


Joe Chip


Todo sucedía muy rápido. En escasos segundos los soldados pasaron de estar en una misión "tranquila" a luchar desesperadamente por sus vidas. Estaban entrenados para hacerlos, sabían disparar, operar maquinaria, equipos complejos, incluso hasta curar heridas. Pero el enemigo esta vez era distinto. El enemigo esta vez era el tiempo y ningún entrenamiento servía contra él. La orden fue clara, abandonar la nave cuanto antes. Joe estuvo a punto de seguirla, reaccionarlo casi instantáneamente como un autómata, sin embargo recordó los puntos en el sensor. Quizás una familia como la que acababan de salvar, quizás más gente enferma que no dudaría en destrozarles.

-Señor- dijo chip mientras miraba el sensor y el supuesto escondite. No hacían falta más palabras, los ojos y la mirada de Chip transmitieron a su superior todo lo que su boca fue incapaz de decir.



Jake Rivers


Rivers creía que los tarados no sabrían usar las armas, al parecer no están tan desquiciados, solo sienten impulsos homicidas. No son tan distintos a un buen marine al fin y al cabo, solo les falta entrenamiento. Comienza a disparar, ese tipo debería permanecer cubierto hasta que lleguen sus compañeros. Por supuesto Rivers siempre dispara lo mejor posible, pero no esperaba ver al inútil asomando. Al final si tenía razón en algo, por fuertes que sean les falta entrenamiento. Siempre acaba siendo lo más importante. Se encoje de hombros tras acabar el tiroteo, una muesca más en su revolver.


Siguen avanzando hasta encontrar dos supervivientes. Supone que este es el verdadero motivo de la misión, encontrar supervivientes. Deja que sus compañeros les atiendan, él sigue cubriendo la zona. Al parecer todo está saliendo bastante bien. Un par de tiroteos sin importancia, ninguna baja, algunos supervivientes rescatados. Para ser una misión tan improvisada ha ido realmente bien. Ya queda poco para reunirse con los demás. Quizás en poco menos de una hora puedan salir de aquí, otra gran victoria para los marines coloniales. Escucha una nueva transmisión por radio, probablemente informarán de más enemigos abatidos. Pronto comprueba lo equivocado que estaba. Se pregunta cómo han sido de hacer pasar un detonador por los controles de seguridad, claro que también dejaron pasar niños, no debieron ser demasiado escrupulosos.

Bueno, es una nave grande, una bomba normal no conseguirá destruirla. Luego escucha “antimateria”. Tenía que haber terroristas precisamente en esta nave. Espera a escuchar las siguientes órdenes. Al parecer no es fácil desactivarla, si es que es posible. Evidentemente es momento de la evacuación. Escucha alguna cosa más por radio, pero presta poca atención.

-¿Hemos registrado ya toda la nave?. Pueden quedar tarados y
 supervivientes.

Rivers pensaba que la máxima era no dejar a nadie atrás, incluidos tres locos que pretenden desactivar la bomba, pero eso no les va a parecer bien si lo dice.

Deberíamos asegurarnos de sacar a todos los supervivientes, de no dejarnos a nadie. Se supone que nos pagan por arriesgar el cuello. - Espera confirmación sobre su primera pregunta. Si han revisado toda la nave y pueden garantizar que asegurarán la zona mientras Blondie trabaja, entonces tendrá que hacer lo que le han dicho. De lo contrario, tienen un voluntario para registrar el resto de la zona. – Puedo recorrer algunos pasillos más, a toda prisa. No es un riesgo demasiado grande, no contando que si la bomba explota puede destruir también nuestra pequeña ruta de escape - o puede que sea solo un pequeño petardo en mitad del espacio exterior, no lo sabe, pero tampoco lo saben los demás.


Aguarda la respuesta, pero se prepara para empezar la inspección por su cuenta. No es que le haga ilusión quedarse en estas condiciones, de hecho espera que no haya nada más que hacer, no obstante, detesta dejar el trabajo a medias, sea cual sea. Si es necesario dar una vuelta más (porque él no lo ve adecuado, lo ve necesario), preguntará que sectores no han sido rastreados aún, luego comenzará a correr para tardar lo menos posible.



Dillon Frost


Entró en la oscuridad. No había miedo. Estaba en paz con todas las criaturas del creador, consigo mismo. Le apuntaron. Aún le consideraban una amenaza. Pero no lo era. Era un médico. Estaba allí para curar, no para herir. Podían ver eso, más allá de su oscuro aspecto. Podían ver que estaba de su parte. O al menos en eso creía. Le gustaba creer en las personas a pesar de que muchas respondían mal a aquella fe ciega que tenía en la humanidad. Vio al hombre lo apuntaba. Respondió a su pregunta asintiendo con la cabeza.

-Somos los chicos buenos, señor.-Pero no sonrió. Le dieron el arma, examino a la esposa y le dio un calmante. Luego salieron. Un trabajo bien hecho.

Se reunieron con los demás. Habían encontrado más supervivientes. Las examinó. No dijo nada. Solo al final.

-Todo está bien.-Era la parte bonita de su trabajo. Hacer algo que estaba bien, salvar vidas en lugar de quitarlas. No era una misión común. Se volvieron a separar, a él le toco ir con Joe y De la Piazza a peinar el primer nivel. Luego saldrían de allí. De momento todo iba bien. Pero aquel no era un mundo agradable. Las cosas siempre se complicaban.

Escuchó la conversación por el comunicador. Una superviviente había muerto. O estaba a punto. Sus constantes vitales estaban unidas a una bomba de antimateria que explotaría cuando ella muriese. Era increible lo que el miedo te obligaba ha hacer en una situación desesperada. Podía entender a esa mujer, no la culpaba. Debió de tener más fe en la humanidad, en que los ayudarían. Pero esa gente había perdido la fe hace tiempo. Escuchó con atención. No sabía lo que era la antimateria, pero no sonaba nada bien. Tres de sus compañeros se quedarían allí, intentando salvar...¿Qué?¿La nave? No, intentaba salvarles a ellos. Les cubrían la retirada. Como siempre, los valientes se quedaban atrás. Pensó en quedarse pero...¿Qué podía hacer él? Tal vez pudiese hacer algo por la moribunda pero Jester era mejor doctor que él, si su colega no lo conseguía... él menos. No podía ayudar a desactivar la bomba, tampoco serviría que se quedase a cubrir a sus compañeros. No podía hacer nada. Además, tenían órdenes. Salir de allí. No era agradable. No le gustaba dejar a gente atrás. No cuando eran sus compañeros. Entonces vio el sensor y pensó que, después de todo, no iba a irse muy lejos.

El coronel les había dado una orden. Joe, a su lado, dudó. Solo dijo una palabra, pero estaba claro que dudaba. Esos puntos en el sensor podían ser cualquier cosa. Locos, perros, ratas...pero podían ser supervivientes. Si eran personas dentro de sus cabales no se merecían que los abandonasen. No de esa manera. Él era marine, pero no era como sus compañeros. A él no le habían reclutado en un campo de entrenamiento, no se había ofrecido voluntario. Simplemente se había unido a ellos tras un trágico episodio en Marte. La muerte y la violencia le habían obligado a ir con ellos. Pero no había estudiado el protocolo o había entrenado como un cadete. Era uno de ellos, pero a la vez, no lo era.
Era un médico, un salvador de almas. Eso es lo que se consideraba. El coronel había dado una orden pero su corazón latía con fuerza, y esa era otra orden que no podía ignorar. Porque antes que marine, antes que doctor, era persona. Y no podía dejar allí a nadie. Joe había dicho una palabra. Ya era más de lo que él iba ha decir. No había tiempo para pedir permiso, para esperar una aceptación o para que cambiasen la orden.

-Voy a por ellos.-No dijo más, empezó a moverse. Esta era una de esas cosas por las que le daban a uno una medalla, o por la que le formaban un consejo de guerra. No importaba. Puede que dentro de unos momentos estuviese muerto. Tenía que ver si esos puntos en el sensor eran vidas que salvar. Se podía equivocar pero merecía la pena correr el riesgo, ante sus superiores, ante la inminente explosión, solo por ver si podía salvar un par de vidas más. Era una temeridad, pero la vida tenía que terminar en un momento. Mejor durante un acto así que en la cama, postrado por una enfermedad.-Frost en cubierta 1, siguiendo señal de posibles supervivientes.-Probablemente le gritarían. Lo ignoraría.

Esta vez no tendría tiempo para mucho. Se encontraría con una puerta cerrada, seguramente. Volaría la cerradura y luego pegaría una patada a la plancha de metal. Antes acertaría a decir:

-Soy Dillon Frost, he venido a salvarles. No estoy loco.-Claro, solo era un hombre que desobedecía las órdenes de su superior y se quedaba en una nave a punto de explotar. Pero no estaba loco. No entraría en la habitación. Husmearía primero con la linterna. Si eran locos, dispararía a matar. Si dudaba entre si lo eran o no, o si se mostraban violentos, dispararía a las piernas. Luego tendría que cargar con ellos, pero era mejor que matarles. Entonces podría sacarles de allí. Si se rendían o se mostraban asustados bajaría el arma y les encaminaría a salir de allí.

No podía dejarlos, no. Aún sin saber lo que eran. Esos puntos luminosos en el sensor le martilleaban las sienes como una llamada de socorro que no podía ignorar. Si no iba tendría en su conciencia aquella duda todas las noches. Y ya tenía demasiadas pesadillas en la oscuridad...



Miguel

Luego de realizar nuestra pequeña masacre con aquel tarado, nos dirigimos todos al lugar de encuentro, que sería la enfermería. Resultó estar en muy buenas condiciones, al parecer los desquiciados no habían podido hacer mucho daño aquí, pero de cualquier modo era imperativo retirarnos de la nave cuanto antes y la charla fue corta. Mi corazón estaba más inquieto que de lo normal.... Había salido todo bien, hasta el momento, no había nada inmanejable, que extraño que fuera tan imperativo el rescate, siendo que la nave no estaba tan infestada al fin y al cabo.... Eran como diez rehenes y otros diez eran desquiciados al momento... Qué les habría complicado la existencia a estos infelices?


Era irrelevante de momento, teníamos que rescatarlos y eso haría. De pronto una comunicación de radio complicó todo.... Habían disparado a una mujer cuyos signos vitales estaban conectados al detonador de una bomba antimateria. Ya el nombre sonaba agresivo, pero según los entrenamientos recibidos, eso no era moco de pavo. Lo más seguro era salir de allí cuanto antes, y eso haría. No era hora de hacerme el héroe, correría lo más rápido posible, cubriendo la retirada de mis compañeros.


-"¡Que diablos estas haciendo Frost! ¿Has perdido la cabeza?" - Se había ido corriendo hacia tres puntos en la nave. No sabía si eran o no desquiciados, pero de cualquier modo fue. Me quedaba a contra mano ir a ayudarlo, pero no podía dejarlo solo con tres cuerpos, si bien podían ser locos desquiciados también podían ser heridos y un solo hombre para cargar con tres era demasiado. No había que pensar nada más, solo actuaría velozmente. Avisé por radio:

"Muchachos voy a apoyar a Frost, no debería ser problema para vosotros, son dos. ¡Id a la salida y suerte!" - Ese momento era en el que podía dejar de existir. así como todos mis compañeros, pero estaba dispuesto a arriesgarme, no dejaría atrás a Frost por más amargo que fuera.


Velozmente corrí hacia las escaleras centrales, con el rifle listo para disparar. Al cruzarme con De la Piazza, seguiría de largo, buscando los tres puntos, y tratando de darle cobertura a Frost en caso de que la necesite.

 - "Frost te tengo cubierto!" luego sería momento de insultarlo por aquella barbaridad que estaba haciendo.




5



La voz de trueno del coronel resonó:


- Negativo, Ghost. La prioridad es evacuar el transporte. No discuta. Tú tampoco, Carlo.

Los cuatro decidieron correr hacia las escaleras sur y descender al nivel 3 en busca de las lanzaderas, con los seis pasajeros rescatados, que no entendían nada. Al menos corrían. Se intercambiaron munición. Una de las chicas cayó en la escalera, se torció el tobillo, azul cargó con ella a cuestas, Serena y Helen mientras vigilaban los sensores. Se escuchó a Jesper:


- Probaremos tu idea, Ghost, si no queda otro remedio. Aunque no confío demasiado en su éxito. Aquí no tenemos tarados. La usaremos en alguno de nosotros. Gracias.




El cabo Benley miró de mala manera a Rivers, ordenó a Sandro cargar con el tripulante herido, Verónica examinó al otro. El golpe en la cabeza era grave, tenía el cráneo abierto, parecía haber perdido masa encefálica. Benley decidió dejarlo atrás, “ si esto se soluciona regresaremos a por él”. Jake quería seguir registrando la nave, Benley fue contundente:


- Nos vamos, Rivers. Las instrucciones son claras.


Verónica asintió:


- Faltan varios sectores, Rivers. Pero esto es serio. El Independencia corre un grave riesgo. A la mierda con este transporte, locos y pasajeros si queda alguno.

El grupo siguió a la carrera hacia la zona central. Miguel se adelantó a toda prisa tras escuchar las intenciones de Dillon.





El sargento estuvo de acuerdo con sus dos hombres, echarían un vistazo. Corrieron con Dillon a la cabeza, él estaba allí para salvar vidas, o lo hacía por él mismo, para no soportar el recuerdo si continuaba con vida? Joe también pensaba lo mismo. De la Piazza seguramente no quiso discutir ni enfrentarse al gigante negro en ese momento.

La puerta no estaba cerrada, se identificaron y entraron con métodos expeditivos, nada ortodoxos, la urgencia lo requería así. La linterna iluminó una escena de lucha, un segundo, alguien golpeaba a una mujer, ese alguien, esa sombra saltó sobre Dillon, con tal fuerza que lo lanzó contra la pared, le arañó la cara y trató de quitarle el casco. El médico se la quitó de encima, rebotó contra el muro y varios disparos resonaron en la oscuridad procedentes de los tres rifles. Un cuerpo sanguinolento, que resultó ser de una mujer de mediana edad, dejó de estremecerse en un rincón. La otra sombra fue atendida por Joe, otra chica de treinta años, casi estrangulada, la cara con diversos hematomas, la nariz y la mandíbula rotas, prácticamente inconsciente. De la Piazza ordenó que Frost la llevase.

En ese momento llegó Miguel, maldiciendo e insultando a su compañero Dillon. Todo había pasado, salvando a una mujer, o al menos lo intentarían. No sucederían pesadillas de remordimiento. Los ocho bajaron juntos hasta el nivel 2, sin localizar ni encontrar más personas, solo cadáveres aquí y allá. Cruzaron a toda prisa los pasillos envueltos en la luz azulada, hasta que alcanzaron el puerto de atraque donde esperaba la mayoría del grupo Alpha y entraron en el Independencia, cuyo piloto aguardaba la orden de alejarse del transporte.




Blondie rompió el silencio:


- Es una obra de artesanía, coronel. Gente muy experta hizo esto.

- La chica no aguanta – anunció Jesper.


- Voy hacia las lanzaderas, a preparar una. Si muere, corred hacia ellas – dijo el capitán-.

Para entonces Helen, Carlo, Serena y Azul ya estaban en la zona de las dos lanzaderas. A toda prisa comprobaron que estaban intactas, subieron a los rescatados, Helen se colocó en el asiento del piloto y con eficacia profesional y nervios de acero tecleó en la pantalla, activo los diversos controles y elevó unos centímetros la pequeña nave. Las compuertas de la zona de despegue se abrieron.

El capitán corría para allá. Blondie no lograba desactivar el explosivo. El coronel dio las instrucciones. Se separó el Independencia del Pegaso V, ganaba metros de distancia, siete compañeros quedaban atrás. Jesper confirmó que la mujer acababa de morir. Había intentado la idea de Helen con él mismo. Aguardó unos segundos. Sonó un pitido, una luz diminuta azul se encendió en el detonador. No funcionó.

- Está en marcha. – el tono de Blondie fue sepulcral.


- Serena, Azul, Carlo!! Fuera, ya!! Ghost, sácalos de aquí. Yo manejaré la otra lanzadera. – se oyó la voz del capitán -.


Jesper se puso a correr tras el capitán, sus pesadas botas golpeando el suelo metálico del transporte. Se le escuchó gritar a Blondie:


- Déjalo, maldita seas! ¡Nos vamos!


- Blondie, es una orden. Abandona. No me hagas retroceder – amenazó el capitán.

La rubia experta en demolición continuó trasteando en la bomba. Jesper volvía sobre sus pasos por orden del capitán. Tenía que convencerla, por la fuerza si era necesario.


Serena miró a los demás, la lanzadera estaba lista para escapar de allí.

- Vamos, Ghost!. Dale a esa palanca.


Azul sudaba, su rostro crispado:


- ¿ Y el capitán, Blondie, Jesper?


- No hay tiempo, puedo estallar en cualquier momento. Podemos estar ya muertos. Ya has oído al capitán – respondió Serena.
.

- Habla el coronel. Ghost, Azul. Llevan seis pasajeros. Seis civiles. Su misión es salvarles la vida. Vamos.


Los segundos corrían. La bomba explosionaría ya, en varios segundos, o minutos. Nadie lo sabía


Helen


<<Habla el coronel. Ghost, Azul. Llevan seis pasajeros. Seis civiles. Su misión es salvarles la vida. Vamos.>>

Aun sonaba esa frase en su memoria. Las pocas dudas o pensamientos que tenia sobre el resto de los marines desaparecieron de ella con esa frase. Le dio a la palanca y salieron por la lanzadera en dirección a la Independencia que daba la apariencia a sus tripulantes apenas se movía a pesar de hacerlo con gran velocidad. Luego se pondría tanta distancia en el menor tiempo posible a fin de evitar que les tragara la antimateria. Sentía curiosidad por ver la explosión, pero era un imposible ya que sabia seria lo ultimo que vería.


- Azul y Serena, ¿Os importaría registrar en tres minutos cualquier sitio donde un polizón podría haberse colado y escondido dentro de esta lanzadera antes de llegar a la nave Independencia?


No era una pregunta obviamente. Ellos sabían que tenían que hacerlo ya que nadie había tenido la previsión de vigilar las lanzaderas. Era improbable, pero no imposible. Eso además daría impresión de seguridad a los civiles.

Mientras se alejaba del transporte, Helen recordaba los insultos de Miguel sobre Dillon que había oído a través del transmisor. El médico se había echo el héroe arriesgando la vida de todos sus compañeros. Estaba segura de que, aun habiendo rescatado a una de las atacantes, el coronel no lo aprobaría. Y Dillon, por muy medico que fuera era ante todo marine. Esperaba poder ver u oír la bronca del coronel, la posterior e inútil excusa del negro y el inevitable arresto.

Se concentró en la tarea de pilotar la lanzadera con éxito y velozmente hasta el Independencia.


Dillon Frost


Corría por el oscuro pasillo mientras en sus oídos resonaban las palabras de Miguel. Si, él ya había perdido la cabeza hace tiempo. Aquello no era nuevo. ¿De que se sorprendía? Hubiera reído de tener buen humor. Pero estaba concentrado. Si quedaba alguien con vida y las facultades mentales sanas, le salvaría. Si solo quedaban locos...era un riesgo que tenía que correr. No había momento para dudas, solo para la acción. Miró hacia atrás solo para ver como Joe Chipp y De la Piazza le seguían. No quería involucrar a sus compañeros en esto. No quería que se jugasen la vida por una corazonada. No quería que luego se jugasen el puesto, el sueldo y quizás la libertad porque él fuese incapaz de estarse quieto. Pero se sintió más cómodo con su compañía. Suponía que estaban allí por algo más que por acompañarle a él. Por principios, humanidad, y no solo por lealtad y deber. Incluso puede que estuviesen allí solo por la acción. No importaba. Solo importaba que tenía las espaldas cubiertas.

La puerta estaba abierta. Se identificaron. Alguien luchaba. Todo era un espectáculo de nervios, sombras y luces. Alguien saltó sobre él. El casco le salvó, esta vez. Se lo quitó de encima como una vaca se aparta las moscas. Otro loco. Le había visto pegar a una mujer. O luchaban entre ellos o...Disparó. No había piedad en aquella ráfaga. Joe examinó a la mujer golpeada. Estaba viva. Estaba sana. Un punto para los buenos. Se acercó a ella.

-Vivirá.-Asintió ante la orden de De la Piazza.

Cargó con la mujer. Regresaron. Se encontraron con Miguel. A pesar de sus insultos había ido a ayudarles...o a pegarle una paliza. Dillon sonrió. No solía hacerlo a menudo. Sus dientes blancos como perlas destacaban en su ceniciento rostro como las estrellas en el firmamento.

-Perdí la cabeza, Miguel, pero no oirás quejarse a esta mujer por eso.-Corrieron hasta el puerto. No encontraron a nadie más. Ni siquiera señales. Fue un alivio. Entraron en el Independencia, a salvo. Relativamente a salvo.

Se le ocurrió pensar que la mayoría de los oficiales no se conformarían con insultarle como Miguel, sino que probablemente le montarían un consejo de guerra o iría a prisión por desobedecer una orden directa, por ir por el campo de batalla siguiendo su libre albedrío, arriesgando no solo su vida, sino la de aquellos que le habían acompañado. Lo preveía. Pero había arriesgado todo eso por una mujer que no conocía. Lo había hecho. Podría soportar la prisión, podría cargar con esa culpa. Pero no con perder una vida...Era su trabajo. Amigos, civiles, marines, habían muerto mientras sus torpes manos habían intentando salvarles. Para él una vida tenía su valor. En una estadística solo era un número, pero en un profundo lugar de su corazón era un rostro, un nombre, era algo por lo que seguir viviendo.

No pensó mucho en su futuro. En una situación de guerra uno solo puede pensar en el presente. No todos sus compañeros habían vuelto. La mujer que estaba unida a la bomba de antimateria había muerto. Iba a explotar. Dieron la orden de retirada. El capitán, Blondie y Jesper aún estaba allí, dentro. Blondie intentaba desactiva la bomba. Era buena, pero no era dios.

-Salid de allí, cabezotas...-Susurró. Sudaba. No quería esperar. Pero, ¿Podía hacer realmente algo? Ir allí y sacar a Blondie aunque fuese a golpes. ¿Serviría?¿Le daría tiempo? No. Todo estaba en manos de la mujer, el oficial y su colega médico. No le gustaba esa sensación de impotencia. Pero no podía ir allí. Tardaría más en ir y volver que Jester en traer a Blondie. Confiaba en Jester.

-Vamos, colega, vamos. Sé que puedes hacerlo.-Rezó por él mientras se tragaba su orgullo y examinaba a los civiles rescatados.


Jake Rivers


“A la mierda con este transporte”, para Rivers es la mejor forma de dar una orden, no con palabras sutiles o técnicas. El cabo ha llamado a las cosas por su nombre, no están retirándose porque hay pocas probabilidades de encontrar algún superviviente más, lo están haciendo para que no les explote la bomba en las narices. Más claro no puede estar, a la mierda con todos. Pero eso no solo incluye el objetivo de su misión, misión que les pagan por cumplir, sino a los compañeros que están dejando atrás, no son pocos. Sigue recordando, o al menos cree recordar, que antes de re engancharse por primera vez le advirtieron de la posibilidad de morir en cualquier misión rutinaria. Cuando se alistó por primera vez no le dijeron nada, claro, era una forma de evitar la cárcel, las advertencias no tenían sentido. Todos y cada uno saben que están aquí para esto, para arriesgar el cuello en tonterías, en luchar para otra gente. No comprende el cambio de actitud por una bomba. Sí, la bomba puede matarles, pero también podría haberlo hecho cualquiera de los tarados. Su trabajo es matar y morir por dinero, los demás parecen incapaces de entenderlo.


Se siente tentado de hacerle tragar el fusil al cabo, solo por la mirada, pero eso no ayudaría mucho en nada. Si ahora se niega a seguir las órdenes, estará demostrando poca confianza en sus compañeros. Él confía en ellos, sería incapaz de moverse por un pasillo estrecho si pensase que no le acompañan buenos soldados, preferiría ir solo. En este caso todos han demostrado valer mucho. Seguirá al cabo, no porque este sea su superior ni mucho menos por darle la razón, sino porque sus compañeros no son unos inútiles, saben lo que hacen, o eso espera.


Emprenden la carrera dejando a un herido al que no podrán salvar. Esa decisión le parece más acertada, ya que están huyendo con el rabo entre las piernas es absurdo cargar con demasiado peso. Caminan a toda prisa hasta encontrarse con otro grupo, un poco tarde cómo para entrar en acción. – Vaya, si hemos ido a topar con unos jodidos héroes - sonríe mientras atienden a una mujer con marcas en el cuello, imagina lo que ha estado a punto de ocurrirle. Escucha protestas, pero también escucha la respuesta de Dillon, nadie podrá argumentar mucho contra eso, ha salvado a una civil, ese era su objetivo ¿no?. Se pregunta que es necesario para que a uno le dejen ir a por más supervivientes cuando quiere hacerlo, aunque eso poco importa. Ahora se han unido en un grupo más grande, no habrá problemas hasta llegar a la nave, a parte de dejar atrás a unos cuantos con la incertidumbre de si lo conseguirán o no. Ya solo queda correr.

En la relativa seguridad del independencia, escucha todas las conversaciones por radio. Se nota la tensión en todos los miembros del pelotón, a nadie le gusta perder compañeros, pero hacerlo de un modo tan absurdo es mucho peor. Dillon refleja su impotencia, no es el único en sentirse así.

Sacadla de ahí a rastras.

No lo ha dicho por radio, debería. No va a conseguirlo, Blondie va a morir por pura cabezonería. Puede entenderlo, cada uno tiene sus motivos, algo que le impulsa a arriesgar la vida, quizás para la mujer el hecho de enfrentarse en una situación cómo esta a una bomba tan compleja, sea el motivo para alistarse, para levantarse cada mañana. Es difícil saberlo. Desgraciadamente no está arriesgando solo su vida, está arriesgando las de otros. Caro que también está cumpliendo con su parte de la misión, si consigue desactivarla podrán volver a revisar el resto de la nave, asegurarse de haber cumplido bien. Aunque se siente un poco dubitativo al respecto, cree que preferiría oírles decir “nos largamos, no hay manera”. Aprieta los puños mientras sigue escuchando.

 – Vamos, ya lo habéis intentado, fuera de allí -. También se siente impotente y frustrado. No pueden hacer nada, solo esperar.

 

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